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Este curso, Cantabria deja atrás las medidas sanitarias impuestas por la pandemia, algo que alivia la convivencia en los centros y desencorseta las dinámicas pedagógicas. Ahora los retos son otros. Implantar la Lomloe en tiempo récord es uno de ellos. Cantabria «ha hecho los deberes» ... con la ley educativa y Marina Lombó (La Cavada, 1950) confía en que los docentes, responsables últimos de llevar la norma a pie de aula, vuelvan a demostrar su «compromiso con la Educación» como hasta ahora. La Lomloe marcará el cuarto curso de Lombó como consejera de Educación y Formación Profesional, pero el contexto de inflación también ha condicionado alguna de sus últimas decisiones. Su departamento ha fijado un «tope» al precio del comedor escolar y «ninguna familia pagará más de 5,50 euros por alumno y día». Ese es el objetivo que se fija Lombó, además de hacer crecer la red de aulas de 1 año en 861 nuevas plazas o convocar los colosales procesos de estabilización para el personal interino.
–¿Estamos ante un curso normal en términos sanitarios?
–Estamos ante un curso que se inicia en un clima de normalidad y en el que cumpliremos, a cada paso y como hasta ahora, lo que fijen las autoridades sanitarias para el ámbito sanitario.
–Los protocolos anticovid están derogados, ¿se reactivarían en caso de emergencia sanitaria o habría que componer otro?
–Los dos protocolos covid que han estado vigentes en los dos cursos anteriores fueron documentos vivos, que hubo que modificar en función de la situación epidemiológica de cada momento y siguiendo las indicaciones de las autoridades sanitarias. Si tenemos que volver a implantar medidas, se redactaría uno nuevo.
–Cantabria pierde 1.654 alumnos respecto al curso pasado. ¿Pone en riesgo algún centro o unidad? ¿Puede ser una oportunidad, como piden los sindicatos, para rebajar más las ratios?
–Nos gustaría que no se produjese esa bajada de alumnado, lógicamente, pero tenemos que centrarnos en la situación real que tenemos hoy. No se va a cerrar ningún centro mientras haya alumnos, ese es nuestro compromiso con la Educación y con la Cantabria rural y así ha sido toda la legislatura, y para ello aprobamos una orden que cuida a los centros en zonas de despoblación, aportando más docentes, por ejemplo, de los que les corresponderían en aplicación de las ratios vigentes. Unidades se hubiesen perdido este curso alrededor de 30 si no hubiésemos puesto en marcha una medida que nos coloca a la vanguardia de España: reducir la ratio de alumnos de 25 a 20 en todo el segundo ciclo de Infantil de la red pública de forma simultánea.
–La pérdida se deja sentir en Primaria sobre todo. ¿Ha llegado ya a la ESO? ¿Qué impacto tendría en el sistema?
–Es una tendencia que está ahí y va a ir afectando progresivamente a todas las etapas. El curso de toda la ESO en el que hay más alumnos es 3º y, por debajo, se va notando ya el descenso de la natalidad. En la ESO y el Bachillerato será más evidente, lógicamente, cuando quienes hoy están en Infantil y Primaria accedan a esas etapas, porque el descenso está siendo acusado y mantenido.
–¿Con qué grado de implantación llega la Lomloe a Cantabria?
–En la parte normativa, Cantabria ha hecho los deberes en la implantación de la Lomloe y no ha sido fácil, porque los tiempos han sido excesivamente ajustados. Ahora queda la parte crucial, la más importante, llevar el texto al aula, y ahí serán como siempre los docentes quienes tendrán esa responsabilidad. Estoy convencida de que, como han hecho hasta ahora con cambios legislativos anteriores, pese a las dificultades y el escasísimo tiempo que han tenido, lo harán con la máxima profesionalidad y compromiso con la Educación y el alumnado. Será un cambio paulatino y progresivo en el que estarán acompañados.
–¿Confía en que sea una buena ley en términos de preparación y conexión con las necesidades de aprendizaje del presente?
–Como todas las leyes educativas que se han aprobado en este país, ha sido polémica. Eso no es una novedad. Creo que avanza en el camino que los profesionales llevaban reclamando, y en muchos casos aplicando dentro del margen que les permitía la norma, mucho tiempo: que el aprendizaje no fuera tan memorístico. Deja además mayor autonomía a centros y docentes para fijar no sólo qué se estudia, sino cómo.
Y creo que, como sociedad, hemos de confiar más en la labor de maestros y profesores, porque son ellos quienes saben mejor que nadie cómo hacer que un grupo concreto, que un alumno o alumna, consiga dar lo mejor de sí y llegue al máximo de su potencial. No tiene sentido educar para el siglo XXI como se hacía en el XIX. Y la norma recoge ese espíritu. Queda mucho camino por recorrer, estamos dando los primeros pasos, pero creo que van en la dirección adecuada. La que reclaman los docentes y la que necesita la sociedad para responder mejor a las necesidades actuales.
–¿Qué ha motivado los errores consecutivos en el proceso de adjudicación de plazas?
–Según nos trasladan los programadores, el motivo han sido los cambios que han tenido que realizarse en la plataforma para prepararla para el proceso de estabilización que comenzará en breve con el concurso de méritos, que ha supuesto, por ejemplo, codificar individualmente todas las plazas. Hay que tener en cuenta que la misma empresa que está trabajando ahora lleva haciéndolo desde 2009 y sin incidencias.
–¿Temen que puedan repetirse errores en el futuro o ya se han solventado?
–Por supuesto confiamos en que esté totalmente resuelto después de las modificaciones operadas por los programadores. Yo entiendo, de verdad, y lamento por supuesto el malestar que ese retraso de 24 horas en la adjudicación de 499 plazas, menos del 6% del total de la plantilla pública, generó en quienes estaban delante del ordenador para conocer sus destinos. Más allá de ese malestar personal que comprendo, no ha tenido incidencia en un comienzo de curso por fin normal, porque todos los docentes se han incorporado a sus plazas en los mismos plazos que en los últimos años: el día de arranque de curso en Infantil y Primaria e incluso un día antes en Secundaria. Soy consciente, claro, de que en diciembre hay elecciones sindicales y entra dentro de lo esperable que hasta ese momento cualquier tipo de incidencia –siempre habrá alguna en una Administración tan grande como la educativa, en una gestión que implica 501 rutas de transporte, más de 300 centros, más de 10.000 docentes y miles de trabajadores no docentes y casi 90.000 alumnos– se amplifique. Mi deseo es que este periodo de campaña no genere incertidumbres infundadas en el alumnado y en las familias que, como toda la comunidad educativa, desean por fin tener un curso tranquilo en el que podamos centrarnos en seguir mejorando nuestro sistema educativo.
–Los contenidos sobre Cantabria se han formalizado en los currículos. ¿Qué aportará lo local al aprendizaje de lo global?
–Era algo que ya se venía haciendo en las aulas de manera natural. Es vital, principalmente en edades tempranas, basar el aprendizaje en realidades concretas, cercanas y accesibles. Por eso, si estaban estudiando los ríos, los niños y niñas del CEIP Concepción Arenal primero conocían el Deva y los CEIP Ramón Laza, en Cabezón de la Sal, el Saja.
Y así en todas las materias y desde muy pequeños, cantando las marzas, conociendo la Anjana o visitando la neocueva de Altamira. Además, conocer la cultura propia es básico para apreciar las demás, la diversidad, la pluralidad, la riqueza. Ahora lo que hemos hecho es institucionalizar esos contenidos, con su inclusión en el currículo y favoreceremos, ese es el objetivo y el siguiente paso, el desarrollo y la puesta a disposición de materiales específicos sobre nuestra realidad autonómica y patrimonio.
–Un reto inmediato son los procesos de estabilización de los interinos. ¿Qué convocatorias se sacarán adelante en primer lugar? ¿Se conjugarán con los procesos de reposición?
–Está previsto que este mismo mes de septiembre mantengamos una reunión con el resto de comunidades autónomas para establecer calendarios similares. Esta misma semana el director general de Ordenación Académica ha escrito a sus homólogos para urgir esa reunión. Así que no está fijado todavía. Somos conscientes de que quienes se preparan o tienen pensado hacerlo para los próximos procesos selectivos quieren saberlo cuanto antes y esperamos cerrarlo a la mayor brevedad.
–El Centro Integrado de FP de Laredo es una de las apuestas estrella de Educación. ¿Cuándo estará en marcha?
–En un tiempo récord, porque así nos lo exige la Unión Europea, que financia el proyecto a través de fondos React. Esperamos acabar la obra en el primer trimestre del año que viene, para que dentro de justo un año, en el arranque del curso 2023-24, tenga ya cinco ciclos de FP en funcionamiento.
–¿Qué objetivos son primordiales para la FP cántabra? ¿Se han quedado alumnos fuera del sistema público por falta de plazas, como en otras autonomías?
–Conectarla más y mejor con la empresa, dar respuesta a las necesidades actuales y futuras de nuestro tejido productivo y mejorar la formación del alumnado. Respecto a las plazas, hay suficientes para cubrir todas las solicitudes, pero no siempre en el ciclo que el alumno quiere como primeras opciones, a las que se accede por nota. Por ilustrarlo gráficamente, es similar a lo que ocurre en el acceso a la universidad. Algunos grados tienen más oferta que demanda y en otros ocurre a la inversa. Intentamos siempre ampliar plazas en aquellas familias con más demanda, pero hay que tener en cuenta que algunos ciclos exigen muchos recursos para su implantación y también que es importante el equilibrio entre la oferta de plazas y la demanda del tejido productivo.
–¿Qué transformaciones percibe en estos cuatro años como consejera? ¿Qué otros objetivos le gustaría ver cumplidos antes de que finalice la legislatura?
–La más importante y la que más me satisface es la mejora en la percepción de la sociedad acerca de los propios docentes, del funcionamiento de los centros y de toda la comunidad educativa. Han enfrentado, durante el covid, una situación durísima y han dado una lección de responsabilidad y compromiso de la que, creo, la sociedad cántabra es plenamente consciente. Creo que todos hemos de darnos cuenta de que la docencia no es una profesión más. Nuestro futuro está ahí, en esas aulas, en esos centros que acogen a más de 87.000 alumnos.
Y respecto a los objetivos, muchos: seguir respaldando a la escuela rural; culminar la ejecución de los fondos europeos, especialmente en lo relativo a la red de centros integrados; la modernización tecnológica y las aulas de 1 año, y seguir impulsando medidas destinadas a acompañar al alumnado que más lo necesita, al más vulnerable.
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