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Ella se había quedado sola y buscaba amigos. Él lo que buscaba era a alguien como ella: sin pareja y abierta, de inicio, a solo ... una amistad... Una red social obró el 'milagro'. El perfil de él encandiló a la mujer, vecina de Cantabria: un hombre joven, divorciado, guapísimo, sano, que incluso había sido entrenador de fútbol de un equipo de Madrid. Ocurrió este pasado verano, cuando mensaje va, mensaje viene, esa amistad fue creciendo hasta que ambos empezaron a intimar y se hicieron novios 'virtuales'.
Gracias a ese periodo en el que ambos establecieron una relación puramente amistosa, el chico se ganó por completo la confianza de ella. Y así llegó el día en el que, en el mes de agosto, se lanzó a consumar sus verdaderos propósitos: la llamó por teléfono, «tengo un apuro». Le dijo que estaba en un supermercado y que tenía un problema con la tarjeta, así que le pidió que le facilitara los datos de la suya para pagar una compra de 50 euros. Una cantidad pequeña; cómo no, ella accedió. Ese fue el inicio de una cascada de problemas. Ella vio que, en vez de 50, de su cuenta habían salido 500. Al principio, coló la excusa del chico: «Habrá sido un error de la tienda». La tranquilizó y se comprometió a devolverle todo el dinero. Pero, bien al contrario, lo que pasó a partir de ese momento fue un enrevesado historial de pagos, transacciones, transferencias y amenazas, todo un compendio que encaja en el tipo delictivo del 'Romance Scam'. La estafa romántica.
La víctima tardó en darse cuenta de que absolutamente todo era una mentira. Que ni siquiera las fotos del perfil de su presunto novio eran reales. Que ni era tan guapo ni tan deportista. Él se valía de una compinche, su expareja, que a veces mandaba mensajes por Whatsapp a la víctima cántabra haciéndose pasar por un hombre, o en otras la llamaba y entonces era una mujer, para amenazarla o pedirle dinero con todo tipo de excusas. En una ocasión esta estafadora la llamó para decirle: «La Guardia Civil ha detenido a tu novio porque no ha pagado la pensión de sus hijas, y necesita dinero para pagar las costas de la abogada...». Y se lo creía. Y pagaba. Y como él había conseguido sus claves bancarias, además de las transferencias que la cántabra le hacía de forma voluntaria, él luego se hacía otras tantas a sí mismo.
El bucle no tuvo fin hasta que los hechos fueron conocidos por la Guardia Civil de Cantabria, que puso en marcha la operación 'Rockberry', a cargo de los especialistas en investigación de delitos tecnológicos, el equipo @ y Edite, para desentrañar las transferencias fraudulentas en la cuenta bancaria de la mujer. Gracias a una minuciosa investigación se consiguió esclarecer una elaborada estafa llevada a cabo a través de Internet, con la que los presuntos autores lograron apoderarse de más de 50.000 euros.
Este es un típico caso de 'Romance Scam', un truco de confianza que consiste en fingir intenciones románticas, ganarse el afecto de la otra persona y luego usar esa buena voluntad para que la víctima envíe dinero al estafador con falsos pretextos o para cometer fraude.
Según explica la Guardia Civil, en este caso un varón se hizo pasar por otra persona, contactó a través de redes sociales con la mujer de Cantabria e inició con ella un romance virtual, logrando de esta forma diferentes transferencias.
Paralelamente, tanto este varón como su propia expareja (la cómplice), también se hacían pasar por otras personas para amenazar a la víctima con el fin de lograr mayores cantidades económicas.
Finalizada la operación, la Guardia Civil detuvo a estas dos personas como presuntos autores de los delitos de estafa, amenazas y usurpación de identidad. Él es un vecino de Murcia de 31 años y su expareja y compinche, de 24 años, vive en Móstoles. En los registros de sus domicilios los investigadores incautaron teléfonos móviles y cuantiosa información bancaria.
«Ha sido un hecho extraordinario, el alcance de esta estafa no es nada habitual», cuentan fuentes de la Guardia Civil, y aprovechan para advertir que «nunca, jamás, se debe dar una clave o un dato bancario a otra persona, y mucho menos si es alguien a quien solo conoces por internet. En este caso no se habían visto en persona ni una sola vez».
Los investigadores han preferido no aportar ni un solo dato de la víctima, ni su edad ni el municipio en el que reside, para asegurar su anonimato. «Lo ha pasado muy, muy mal».
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Ana del Castillo
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