Más de cien menores fueron atendidos en Valdecilla por intoxicaciones el año pasado

Según la memoria del servicio de Pediatría, el balance de intoxicaciones en menores de edad en 2022 asciende a 117, incluidas las ocasionadas por consumo excesivo de alcohol –episodios que se dan rozando la adolescencia (la cobertura pediátrica llega hasta los 16 años) y ligados al ocio–, que suponen una tercera parte del total (46), y las causadas por sobreingesta de medicamentos. En este último grupo –hubo 36 casos– entran tanto los intentos de suicidio como las pastillas o jarabes tomados por los más pequeños, totalmente ajenos al peligro, y los errores con la cantidad de la dosis, a cargo de los padres u otros familiares. Como ejemplo, una situación protagonizada por una pareja de nacionalidad china que, por dificultades con el idioma, dieron a su hijo dos mililitros de un suplemento de vitamina D cuando la indicación eran dos gotas.

Y una intoxicación por un fármaco administrado de más fue el origen también de un cuadro de alteración de la conducta tan severo que en un primer momento se abordó la urgencia como si se tratara de un paciente psiquiátrico, hasta que la analítica reveló qué lo había provocado: un jarabe para la tos y las irritaciones leves de garganta que se puede comprar en farmacia sin receta. «Cualquier medicamento tiene riesgos. El paracetamol o el ibuprofeno, que hay en cualquier casa, pueden ser letales para un menor en dosis altas», explica la pediatra. «Lo mismo que los anticatarrales, antitusígenos y antihistamínicos».

Ante un episodio de estos, lo primero que debe hacer la familia es llamar al Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 02, operativo las 24 horas del día) y contactar con los servicios sanitarios (112 o 061). Cuando se activa el protocolo en Urgencias del hospital, «se estabiliza al menor y se hacen análisis de orina y sangre para identificar el tóxico; después se inicia el proceso de descontaminación con carbón activado, que se encarga de absorber la sustancia del organismo (ha sustituido a los lavados gástricos, que cada vez se hacen menos). Yen función de la sustancia, cabe la posibilidad de dar un antídoto».

Cualquiera de estas situaciones puede quedar en un mero susto, pero también dejar secuelas graves (lesiones esofágicas, daño renal para toda la vida...) e incluso desencadenar el fallecimiento. «La gente debe concienciarse, es un problema considerado de salud pública y la mayor parte de las veces se puede evitar», subraya Cabero, que distingue «dos patrones» diferenciados. De un lado, los que tienen como víctimas a los más pequeños de la casa (el año pasado pasaron por Urgencias 21 menores de 0 a 4 años y otros 12 de entre 5 y 9 años) y ocurren de forma accidental. «¡Cuidado con los pastilleros de los abuelos!», advierte la jefa de Pediatría, que insiste en la recomendación de «no dejar productos de limpieza al alcance de los niños, ni cambiarlos de los envases originales para no dar lugar a confusiones».

Y, de otro lado, están los sucesos que ocurren en adolescentes, donde ya existe «el componente de intencionalidad», bien porque se les va la mano con el botellón o porque tienen algún problema de salud mental de fondo que les lleva a conductas autolíticas. Ahí suelen recurrir al cóctel de fármacos que pueden encontrar en casa, «ya sea programado o no. Por eso, no conviene almacenar medicamentos sobrantes». 26 intoxicaciones registró Valdecilla en 2022 en menores de 15 y 16 años, a las que se añaden otras 58 de niños de 10 a 14 años, incluidos ahí los distintos detonantes.