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¿Cómo se escribía con una pluma de ave en la época medieval? ¿Qué cabe dentro de un móvil? ¿Cómo se sustraen las toxinas de la sangre? ¿Las matemáticas pueden ser divertidas? A todas estas preguntas y muchas más dieron respuesta este viernes, en la Plaza de Pombo de Santander, los cerca de 300 profesores, estudiantes y científicos que participaron en la undécima edición de la Noche Europea de los Investigadores e Investigadoras, impulsada por la Universidad de Cantabria (UC). Hasta 6.000 personas, desde niños a jubilados, se acercaron a lo largo de la tarde a la cita, que reunió a 29 stands en los que se mostraban las líneas de trabajo de los diferentes institutos mixtos de investigación de la UC (IIIPC, IH Cantabria, IFCA, Idival, Sanfi, Ibbtec), el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la Agencia Estatal de Meteorología a través de explicaciones, demostraciones y experimentos sobre biodiversidad, fauna marina, ingeniería fotónica, movilidad sostenible, prehistoria, física, hidráulica, estadística, química, salud o asuntos europeos.
Por ejemplo, en la carpa del Departamento de Ingenierías Química y Biomolecular, el grupo de Procesos Avanzados de Separación (PAS) explicaron a Carlo, estudiante de 1º de Bachillerato, y a Alejandro, alumno de FPdel módulo de Cocina, cómo se trabaja con los microfluidos para tener un mayor control sobre las moléculas. Para ello, Christian Fernández, estudiante de máster, les mostró unos dispositivos de plástico, con forma cilíndrica y plana, por cuyo interior discurren unos circuitos en los que inyectó dos tipos de colores. Con una jeringuilla, estos se mezclaron con diferente pureza. Ambos observaban con admiración: «Estos eventos te despiertan el interés».
Y precisamente esto mismo es lo que llevó a Jesús González, de 13 años, al estand del Departamento de Ingeniería de Comunicación, donde Roberto Fernández, estudiante de máster de Ingeniería de Telecomunicaciones, le explicó como el silicio ha permitido que en teléfonos, muchos más pequeños que antes, quepan todo tipo de chips. Feliz también se fue Cyntia, de 9 años, con su pluma de ave, con la que Virginia Cuñat, profesora de Paleografía, le había enseñado a escribir con tinta, «al igual que se hacía en la época medieval».
Una de las muchas carpas que suscitó colas fue la dedicada a las matemáticas. Allí, niños y mayores se mezclaban, jugando y perdiendo el miedo «a esta temida materia», resaltaba Roberto Fernández, estudiante de Doctorado. Porque, sí, las matemáticas, como el resto de las ciencias, pueden ser divertidas.
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Fernando Morales y Álex Sánchez
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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