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Las idas y venidas de normas y restricciones han castigado a la hostelería cántabra desde el inicio de la pandemia, sumiendo a los empresarios del ... sector en la mayor de las incertidumbres. En marzo y abril se los obligó al cierre total. Luego llegó la reapertura, con límites horarios y de aforos. Condiciones que no obstante cambiaban de una semana para otra, o en cuestión de un día, como sucedió ayer. Porque los supervivientes de esta situación se tendrán que enfrentar a un nuevo escollo, el de la nueva norma del Gobierno cántabro que prohíbe el consumo en el interior de bares y restaurantes para dejar como única alternativa de negocio las terrazas -quienes las tengan, claro-. Algo que según algunos los «aboca sin remedio al cierre».
«Creo que este martes hemos dado nuestro último servicio del año», zanjó ayer claramente afectado por la nueva restricción el chef Ignacio Solana, del restaurante Solana, en Ampuero. Los comensales, que habían reservado con meses de antelación para disfrutar de sus platos distinguidos con una Estrella Michelin, deberán cancelar su cita. «Vamos a irnos al ERTE, si nos lo aprueban, y no sé qué pasará en 2021, pero esto no puede seguir así. Es la tercera vez que cierro desde marzo y no podemos andar poniendo tiritas todo el rato. Habrá que operar al enfermo y ver qué pasa», aseguró. Todavía no sabe qué hará con todo el género fresco que había adquirido de cara a lo que queda de semana: «Pescado, carne, fruta y otros productos que ahora son pérdidas».
Ignacio Solana- Restaurante Solana
En la capital cántabra el panorama es igual de complicado. En la plaza de Cañadío, epicentro del ocio nocturno de Santander, Antonio Gorrochano, propietario del bar Ventilador, no ve un futuro claro. «El problema de todo esto es que no tenemos tiempo de reacción porque las Administraciones demuestran una nula previsión. Las medidas se toman en cuestión de horas y nadie puede adaptarse o pensar una solución. Las restricciones que ya había eran duras, porque casi nadie se toma una copa a las nueve de la noche, pero es que ahora, con esto, muchos tendrán que cerrar», lamenta. «Nosotros aguantaremos por la terraza, pero no sé cuánto».
Antonio Gorrochano - Bar Ventilador
Pese a la situación crítica que viven los empresarios del sector, aún hay quien busca la solución a la debacle: «Dentro de lo malo, lo que podemos esperar es que nos cierren este noviembre, un mes que por otro lado siempre ha sido complicado en Santander, para tener una Navidad un poco más tranquila en la que podamos trabajar. Si es así, bienvenido sea», defendió Carlos Crespo, gerente del restaurante El Riojano.
Carlos Crespo- Restaurante El Riojano
Para otros, la experiencia de supervivencia ayuda de cara a lo que está por venir. «Nosotros haremos un ERTE y nos quedaremos los dos socios. Cerraremos el pub Dr. Jekyll y volveremos a trabajar bajo pedido en la Rana Verde», explica Ángel Marina. Es lo que hicieron en el primer confinamiento de marzo y abril, y es lo que van a continuar haciendo ahora. «Intentaremos seguir trabajando».
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