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Es un debate abierto y, de momento, parece que con escasas soluciones definitivas. El primer organismo que dificulta limitar la edad para poder conducir un vehículo es, precisamente, la Dirección General de Tráfico (DGT), que señala que las aptitudes para la conducción dependen más de ... las capacidades personales que de la edad. Mientras tanto, la media de edad del censo de conductores en Cantabria va creciendo impulsado por dos factores clave: la edad de conducción cada vez se alarga más y los jóvenes no se sacan el carné de conducir de forma mayoritaria, como hace unas décadas. Esta realidad deja en Cantabria más de 19.000 conductores con más de 70 años, según los últimos datos de la DGT, a octubre de este año. 8.057 de ellos tienen más de 74 años. En 2015 eran solo 4.900.
Aunque el número de conductores mayores de 74 años ha crecido un 63% desde 2015 en la región, en el censo de conductores de Cantabria solo representan un 3,4% y una parte mínima de los 582.254 conductores que hay en todo el país que superan esta edad.
Diversos estudios realizados sobre esta realidad coinciden en el análisis: las personas mayores tienen menos siniestros al volante, pero la mortalidad se dispara frente a otros grupos de edad que, por contra, registran mayor siniestralidad. El último siniestro que involucró a un conductor mayor sirve de ejemplo para visibilizarlo. Ocurrió el pasado 30 de noviembre, cuando un hombre de 86 años perdió la vida en la A-8 a la altura de Anero tras salirse de la vía y volcar con su vehículo. Las condiciones climatológicas y de conducción del día parecían favorables: ocurrió a plena luz del día, sobre las 15.30 horas y no había climatología adversa.
El último informe realizado por Fesvial (Fundación para la Seguridad Vial) agrupa a los conductores a partir de 65 años, a quienes ya considera conductores mayores. Este documento, que analiza decenas de miles de accidentes ocurridos en las carreteras de toda España, concluye que un conductor mayor de 65 años tiene entre 2,5 y 3 veces más posibilidades de morir en un accidente de tráfico que alguien de otro grupo de edad. El último análisis de la DGT con cifras de circulación sin impacto por el covid, referidas a 2019, corrobora este análisis y revela que el 28% de los fallecidos al volante en siniestros viales tenía más de 65 años. Una proporción elevada si se tiene en cuenta que tan solo el 13,5% de los conductores en España se encuentra en ese rango.
Algo que también recuerda José Miguel Tolosa, jefe provincial de Tráfico en Cantabria. «Si una persona joven tiene un accidente, las consecuencias son mucho más leves que si quien sufre el siniestro es una persona mayor», no solo hablando en términos de mortalidad, sino también en gravedad de las lesiones y secuelas que puedan derivarse del golpe o accidente, por muy pequeño que sea.
El mismo informe sobre accidentalidad de la DGT revela que, aunque suelen revestir más gravedad, las personas mayores tienen menos siniestros, precisamente porque buena parte de ellas son conscientes de sus limitaciones físicas y conducen pocas distancias, con buenas condiciones climatológicas y a baja velocidad. «Este es otro valor más que tienen las personas mayores al volante, son mucho más prudentes que los conductores de otros grupos de edad», recuerda el Jefe de Tráfico en Cantabria.
Sin embargo, las causas que desencadenan los siniestros en las personas mayores no son la velocidad, el alcohol o las drogas, sino que, como señala Luis Montoro, presidente de Fesvial, «sus problemas son básicamente por la pérdida de las capacidades psicofísicas».
Además de las cautelas individuales, encima de la mesa se encuentra la Estrategia Vial 2030 que sienta las bases para esta década y que también plantea la posibilidad, aún sin cerrar, de establecer unos exámenes de aptitud distintos para personas mayores de 65 años, y reducir los plazos de vigencia de los exámenes en determinados grupos de edad. Lo hacen amparados en el análisis de la estrategia de la década anterior, en la que se incumplió uno de sus objetivos principales en cuanto a conductores mayores: reducir un 10% su mortalidad al volante.
Pero mirando al futuro, el propósito inicial de la DGT era poner en marcha este nuevo procedimiento, que dificulta las pruebas y las hace más frecuentes, entre este año y el que viene, aunque el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa, confirma a El Diario Montañés que «todavía no hay nada confirmado» y que se trata de «una idea» pero sin aterrizar.
Por el momento, la normativa actual, ya obliga a una mayor frecuencia en el examen de aptitudes de conducción, aunque insuficiente para algunas organizaciones que velan y analizan la seguridad en las carreteras. La legislación actual marca que hasta los 65 años el examen psicotécnico se hace cada diez años. Para conductores de más de 65 años, el periodo de vigencia del permiso baja a los cinco años de forma general y esta modificación futura e inacabada, a priori, podría bajar el plazo a dos.
Desde la DGT, Tolosa recuerda que para legislar en este campo «hay que poner en juego el derecho a la libre circulación junto con la seguridad colectiva de todas las personas y valorar qué prima en este momento». Sin embargo, sí que adelanta que se está planteando «abiertamente dónde poner el corte de edad y el tiempo de renovación de permiso para cada tramo». Por el momento, hay medidas que se han revelado como eficaces, como la iniciativa, presente en Cantabria, de incluir en las incorporaciones a las autovías señales de prohibido sobre un fondo amarillo para evitar que haya incorporaciones a vías de alta capacidad en dirección contraria.
Estos cambios normativos, aún en negociación y tramitación se alinean con las peticiones de organizaciones que velan por la seguridad en las carreteras, como Fesvial, que van mucho más allá y solicitan medidas globales.
Consideran que utilizar los exámenes psicotécnicos como medida para reducir la siniestralidad al volante de las personas al volante «es ingenuo», apunta Luis Montoro. Recuerda la alta siniestralidad que tienen también como peatones. Por ello, exigen una batería de medidas para mejorar la seguridad al volante de todas las personas, entre las que se encuentran la promoción de la renovación del parque de vehículos para garantizar que los turismos en circulación cuenten con sistemas de seguridad mucho más actuales y que faciliten la conducción de personas de determinada edad o con capacidades limitadas; también consideran clave la mejora de la seguridad en los propios trazados de las vías. «El tema es más complejo. Hay que mejorar la formación de los mayores, decir a los familiares qué deben observar y pueden hacer, implicar más a todo el sistema sanitario, y hacer más campañas para ellos», abunda Luis Montoro.
Y, por último, hacer extensible el control de las capacidades también en los sistemas sanitarios, como ya se hace en otros países europeos, ya que «una persona puede pasar bien una exploración y presentar dificultades a los meses» de su examen.
La evolución de la pirámide poblacional, con un envejecimiento progresivo, sumada a una entrada cada vez menor de conductores jóvenes, llevará a que la proporción de mayores al volante sea cada vez mayor. Pero, ¿dónde poner la barrera?
Las pruebas psicotécnicas son la medición más directa de las capacidades y, por tanto, el filtro más efectivo para evitar que conduzcan personas que no reúnen las capacidades psíquicas y de movilidad adecuadas. Desde la Dirección General de Tráfico abogan por una medición por capacidades y no por edad. José Miguel Tolosa, Jefe Provincial de Tráfico en Cantabria, recuerda que el derecho a la libre movilidad debe prevalecer y apunta que cumplir determinados años «no puede ser constitutivo de retirar el permiso de conducción» porque las capacidades «son muy diferentes en personas que comparten edad».
Luis Montoro, presidente de Fesvial, apunta que para los expertos «la edad tampoco es un criterio para retirar de la circulación a una persona», recuerda que en ningún país se hace y que «hay personas mayores perfectamente capacitadas para conducir».
Tolosa señala que, cada año, se abre «cerca de un centenar de expedientes» desde Tráfico a personas que no reúnen las condiciones aptas para conducir que se inician a instancias de las familias o cuerpos policiales, que detectan que puede haber alguna capacidad mermada. A partir de la apertura del expediente, «se estudia el caso» y se determinan las medidas, que pasan por la retirada del permiso, como medida más extrema, pero también con limitaciones de kilómetros, horas o acompañamiento.
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