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Cada consumidor cántabro gastará 1.262 euros durante las próximas Navidades, según un estudio realizado por la Asociación Española de Consumidores (Asescon), que sitúa a la población regional entre las más manirrotas de España, en una clasificación liderada por Vizcaya (1.395) y que cierra Almería con un moderado desembolso de 895, por debajo de la media del país, de 1.081. Según el presidente de Asescon, Miguel Ángel Ruiz, «el mayor gasto que se registra en algunas provincias responde a su mayor poder adquisitivo o a la existencia de mayor oferta comercial». Cantabria, destaca, suele mantenerse en puestos de cabeza de gasto en temporadas de rebajas o en fechas señaladas, como el reciente black friday.
Alimentación, comercio y hostelería son los sectores clásicos que concentran gran parte de este gasto. Las compras para los banquetes familiares, las cenas de empresa o con amigos y los regalos propios de la temporada lo explican. Según el desglose de Asescon, los cántabros destinarán 122 euros a comprar lotería, y gastarán 345 en alimentación, 243 en regalos, 214 en juguetes y 240 en ocio.
«Las Navidades representan uno de los periodos más importantes tanto en cifra de ventas como en afluencia de clientes», explica Rubén Santiago, representante en Cantabria de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución, de la que forman parte las grandes superficies comerciales. «Nos supone un porcentaje importante en la venta del año, desde el black friday hasta después de Reyes y el primer periodo de rebajas».
Gonzalo Cayón, secretario general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercan), apunta que la campaña puede representar porcentajes superiores al 40% de las ventas del año en determinados establecimientos. «Es una época con mucha incidencia en los negocios, aunque el porcentaje depende del sector: para las jugueterías o las tiendas de regalos puede superar el 40% de la facturación del año».
Para Cayón, esta temporada representa también un reto para el comercio minorista, que debe recuperar a la gente joven entre su clientela. «Hay comercios en que la edad media del cliente ronda los 50-55 años, y es raro encontrarlos en el tramo de 15 a 25. Es necesario incidir en esa gente joven, para que entienda la importancia del comercio minorista en las ciudades y en la economía regional, y porque es la población en que más repercute el comercio online».
Ana Pico, al frente de Regalos Pico –tienda inaugurada en 1921–, confirma lo dicho. «La Navidad, con el mes de diciembre y la primera semana de enero, es la mejor venta de todo el año. Igual es el 40% del total: con esto que vendes vas aguantando hasta que llega el Día del Padre, Semana Santa y después el turismo de verano».
En Juguettos (calle Cádiz), la frenética actividad de los Reyes Magos y Papá Noel se traduce en el 60-70% de las ventas de todo el año, como reconoce Patricia Arenal, encargada de la tienda. «Para nosotros es lo que nos arregla el año, cuando más se trabaja. Durante todo el año tenemos promociones –Primera Comunión, disfraces, etc.–, pero ésta es la época de más ventas».
Si habitualmente no se para en la Carnicería Rocío Callejo, en cuanto se acercan las navidades la actividad se acelera aún más. «Para nosotros supone muchísimo trabajo y un periodo fuerte de ventas: lo más fuerte es la Navidad y el verano», cuenta Rocío Callejo. «Puede que las ventas suban un 10%, no mucho más porque tenemos ya bastante volumen, y no damos abasto a atender a más».
Asegura que ese trabajo extra no implica grandes ganancias, en una época en que a los profesionales también se les encarece el producto. «Me hace gracia que todos los años se diga que la cosa está fatal, pero a la hora de la comida todo el mundo se tira a hacer compras. Al principio, a mediados de noviembre, la gente empieza a comprar pensando en congelar, pero en cuanto se acercan las fechas ya les va dando igual. Puede que después haya que atarse un poco el cinturón, pero es que son días especiales».
Si hay un producto típico de las fiestas, ése es el turrón. Alfredo Mira, cuarta generación de Turrones Monerris, detalla que el tramo final del año concentra el 70-80% de las ventas en una campaña que empieza meses antes. «Iniciamos la producción a finales de septiembre con productos menos delicados, como polvorones y chocolates», explica. «Dependemos en gran manera de la campaña de turrón, económicamente lo más fuerte».
Bares y restaurantes también trabajan de firme en diciembre. «Es un mes muy importante para la hostelería, y nos ayuda a cuadrar los números del año», indica Eduardo Lamadrid, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. «Los restaurantes tienen un número importante de reservas, con cenas corporativas y de amigos. Cada vez se lleva más comer fuera en Navidad y Nochevieja, mientras la Nochebuena sigue siendo más familiar».
Para mantener todo esto, empresas como Rojo y Vegas Cantabria, distribuidora de productos de alimentación y hostelería perecederos y congelados, deben subir las revoluciones. «Los meses en que más suben las ventas son los de verano y diciembre: en esos tres hacemos entre el 35 y el 40% de las ventas. En diciembre la dificultad que nos encontramos es que el trabajo se concentra en muy pocos días, y hay que hacerlo todo con mucha anticipación para poder abastecer el mercado y dar un buen servicio», explica César Cantolla, su gerente.
Diciembre es también uno de los meses más fuertes para los bares de copas. «Siempre está en el podio, con julio y agosto», asegura Ángel Suárez, representante del sector de ocio nocturno en la Asociación de Hostelería. «La Nochevieja, tradicionalmente, es uno de los días de más facturación el año. Pero todo el mes es bueno, y funcionan muy bien los fines de semana que quedan sueltos –el puente tenemos viaje, la Navidad es más familiar...–, que son los días de quedar con los amigos. Es un mes muy bien repartido, y cada segmento de edad tiene sus días: el puente, y todos esos días entre medias, tenemos un público más adulto; desde la champanada hasta Nochevieja es más juvenil. Durante las navidades y la tardebuena es más intermedio. Son fechas muy importantes, y su proximidad se empieza ya a notar, porque hay grupos que se adelantan, cenas de empresa... desde el fin de semana pasado ya estamos trabajando».
Buena parte de los cotillones que se organizan han vendido ya todas las entradas para la gran noche de fiesta. Suárez dice que «ha cambiado el concepto», y que ya no se trata de pagar 60 euros por una entrada y acodarse en la barra dispuesto a trasegar todo lo que se pueda. «Se hace en algún sitio, pero cada vez menos, aunque sigue siendo una noche muy multitudinaria. Se asemeja a una noche normal, con entrada más cara, pero sin barra libre».
Hay quien también aprovecha las fiestas para viajar, una tendencia creciente y que se puede confirmar simplemente viendo los números del aeropuerto de Santander: si en noviembre de 2023 hubo 70.366 pasajeros y 748 operaciones, en diciembre fueron 77.072 y 823, respectivamente; este año sucederá algo similar.
«Cada vez hay más tendencia a pasar la Nochevieja fuera: por diferencia climática, larga distancia, viajes de mercadillos navideños o incluso al norte de Europa a esquiar o ver auroras boreales», refiere Eduardo García, presidente de la Asociación de Agencias de Viaje y director de Sanander Viajes. «Es verdad que se trata de fechas muy localizadas, después de la Nochebuena, con salidas el 26 o el 27 de diciembre: Nochebuena sigue siendo un compromiso familiar ineludible. Este año, además, las vacaciones vienen con dos semanas completas, y del 26 de diciembre al 6 de enero da tiempo a hacer un viaje de larga distancia».
Los viajes de Navidad pueden equivaler al 18% de la facturación anual, con Semana Santa y el verano como periodos con más volumen. «Los viajes en navidades están creciendo, una tendencia que se viene notando en los diez últimos años, salvando la etapa covid».
En el Hotel Santemar, su director, Francisco Agudo, también ha notado la llegada de más viajeros en el fin de año. «Se está trabajando muy bien la semana del 26 de diciembre al 2 de enero, una temporada de vacaciones, con un turismo más familiar, y es algo que ha cambiado desde hace unos años. No hablo de un lleno, ni de ocupaciones muy altas, pero podemos estar con un 65-70% de las habitaciones ocupadas, y eso es algo que hace diez años no existía».
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