«Uno de cada cinco delitos ya es digital y en los próximos años no van a hacer más que crecer»

-Tal y como se está planteando la guerra del futuro, parece que con un ordenador se puede hacer más daño que con una pistola.

-Todavía un arma de fuego creo que puede hacer mucho daño. Por fortuna por ahora no es comparable.

-Pero la manipulación de las redes digitales, de las que dependen cada vez más servicios, pueden causar un grave problema para todos.

-Lo que está claro es que cada vez somos más digitales. El 96% de las viviendas tiene internet y la brecha digital de la que tanto se hablaba no es tan grande. Cada vez más gente interactúa con las tecnologías digitales y eso nos hace estar más expuestos a riesgos. Además, todos los servicios, como agua, luz, etc, están conectados a la red y por lo tanto también están expuestos a ese riesgo.

-Cada vez hay más escenarios donde el delincuente virtual puede operar.

-No hay más que mirar lo que está pasando en los centros educativos con el llamado 'ChatGPT'. Esa inteligencia artificial que los alumnos pueden usar para darle cuatro variables y que el propio ordenador sea el que redacte un texto que presentarle luego al profesor. Una tecnología que además permite mantener diálogos, que con el tiempo permitirá también asumir un timbre de voz determinado. Todo esto está avanzando a un ritmo vertiginoso.

-Y la Guardia Civil, ¿avanza a la misma velocidad?

-Estamos especializándonos cada vez más y creando más y más grupos regionales, los llamados equipos 'arroba', que están dedicados a este tipo de delitos. Pero no va a ser suficiente.

-¿A qué se refiere?

-A que vamos a necesitar crecer más y especializarnos más. A día de hoy uno de cada cinco delitos que se cometen es digital. En dos años la proporción será de uno por cada cuatro.

-¿Qué se puede hacer?

-Lo primero que necesitamos es que se denuncie, que no siempre se hace.

-¿Por qué?

-Porque puede resultar comprometedor. Si una empresa que tiene información sensible verifica y hace público que ha sufrido una incursión, que ha mostrado una vulnerabilidad, puede verse obligada a rendir cuentas por exposición, por ejemplo, de datos personales sensibles de sus clientes. Sabemos que las cifras que conocemos hoy de ciberdelincuencia en España son sólo la punta del iceberg y necesitamos que se muestre entero para dedicarle los recursos que necesitamos.

-¿Todo ciberdelito tiene un interés económico, o de manipulación de reputación?

-En su mayoría, sí. Hay grandes grupos delictivos especializados en esto operando en todo el mundo. Sospechamos que a ratos se ponen el gorro de ciberdelincuentes y actúan así. Y en otros ratos colaboran con gobiernos, de modo que cuando están por libre los ejecutivos hacen la vista gorda. Estos grandes grupos delictivos se subdividen luego en escalas inferiores que se pueden contratar para perpetrar estos delitos con intereses de lo más variado.

-¿Ha desaparecido esa figura romántica del hacker justiciero?

-De esos hay pocos. Son esos hackers antiguos que a veces se mueven sólo con la motivación del desafío, sin querer hacer mal a nadie.

-Sencillamente con el reto de poder entrar allá donde nadie ha entrado.

-Exacto. Con esos procuramos trabajar de cuando en cuando, y muestran una disposición estupenda. Son de gran utilidad.

-¿Todo es pirateable?

-Todo es hackeable. A lo que podemos aspirar es a mantener una higiene digital adecuada para ponérselo difícil. La ciberseguridad es incómoda; pero necesaria. Cambiar de contraseña con frecuencia, cumplir protocolos de seguridad, pero es un sacrificio que debemos hacer.