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El Año Jubilar Lebaniego ha llegado a oídos de numerosos peregrinos, que se han lanzado a recorrer el trayecto, pero muchos de ellos se ... quejan de que «no hay dónde dormir en algunas etapas». También critican que la web del Gobierno de Cantabria que publicita el evento (www.caminolebaniego.com) está desactualizada y algunos albergues anunciados están cerrados. Así, de los once albergues que presenta la web, cuatro están fuera de servicio. Algunos no abrirán en todo el Año Santo, como el de Cicera (en Peñarrubia), cerrado por obras, o el albergue juvenil Picos de Europa (en Tama), gestionado por el área de Juventud del Ejecutivo regional, que no ha informado de los motivos por los que no abrirá sus puertas, por los que ha preguntado El Diario Montañés. Y más cuando trata de una instalación de cuatro cabañas (con diez camas cada una), piscina y calefacción, ideal para estudiantes. Varios grupos de parroquias de fuera de Cantabria han intentado reservar en este albergue de Tama y han comunicado al Obispado la situación: «No hay respuesta en varios albergues municipales. Y en el de Tama -también público-, nos confirman que no van a abrir y no encontramos un lugar alternativo donde quedarnos con todos los chavales a un precio de peregrino, lo que nos ha llevado a retrasar el viaje».
A los cuatro que están fuera de servicio que se anuncian en la web institucional hay que añadir el albergue de Serdio, que forma parte del recorrido del Camino Lebaniego y que también está cerrado.
Llama la atención que en la web aparezca por ejemplo el albergue de Cades, que «lleva años cerrado», según indica la persona que está al frente del nuevo albergue Puente El Arrudo, cercano a Cades, en Herrerías. Y, sin embargo, no da información sobre el albergue situado en la etapa final del Camino, en el propio monasterio de Santo Toribio, que según ha podido saber este periódico se abrirá el 16 de abril, una vez terminadas las obras de reforma.
En cuanto a su titularidad, a lo largo del Camino Lebaniego hay siete albergues municipales, de los cuales sólo cuatro están abiertos, lo que levanta las críticas de caminantes y hosteleros, como Jesús Wences, que dirige el albergue La Cabaña. «Los peregrinos están que trinan porque no funcionan los albergues municipales. Recientemente, el albergue de Potes estuvo averiado por una inundación. Nos llegaron muchos clientes aquí y se quejaban del precio, pero nosotros no podemos tener las tarifas municipales, que son aproximadamente de 5 euros la noche frente a los 20 que tenemos nosotros», resalta. «Al final, los centros privados somos los que estamos dando el servicio a los peregrinos, pero no recibimos ninguna subvención porque las ayudas son para los albergues sin ánimo de lucro o gestionados por asociaciones vecinales», continúa Wences. «El otro día llegó una chica que había tenido que hacer acampada dos noches porque no encontró sitio en varias etapas», critica.
La situación de los albergues, por orden de etapas del Camino, es la siguiente: el de San Vicente de la Barquera está abierto desde el 15 de febrero. Tras años cobrando un donativo, la próxima semana pasará a ser de carácter privado. «Casi todos se van por la mañana sin pagar ni 5 euros. Así es insostenible», explica Erica Chamero, que está al frente del albergue. Por eso, ha decidido cambiar el modelo de negocio a gestión privada y pasará a cobrar 24 euros la noche, con desayuno incluido, en temporada alta. A ocho kilómetros de distancia está el albergue municipal de Serdio, cerrado desde hace años, y, a continuación, el albergue municipal de Puente El Arrudo.
En la segunda etapa del Camino, Cades-Cicera, el albergue municipal de esta última localidad está en obras y no abrirá este Año Jubilar. Así, los peregrinos se ven obligados a alargar la etapa para llegar a Cabañes recorriendo un total de 30 kilómetros para dormir en el albergue. En este punto, se va a inaugurar en unos días un segundo centro de catorce plazas.
Tras cuatro años cerrado, el albergue municipal de Los Pumares, en Lamasón, está de nuevo en funcionamiento. Su responsable, Marta Tazón, recibe a los peregrinos llena de ilusión y se ha propuesto dinamizar la zona. «He dado un giro a mi vida, de profesora de música y yoga en Santander a invertir en el medio rural. Un cambio radical que veo muy positivo», señala.
En Rionansa, el albergue Los Picayos solo abre para grupos de más de veinte personas, con reserva previa, y para que sea su base durante varios días: «Un autobús les recoge al final de cada etapa y les trae de vuelta», indica Iciar Ortega, que informa de que ya tiene cerradas muchas reservas de grupos, de distintos puntos del país.
Ya en Potes, el albergue público reabre hoy sus puertas tras arreglar, contra reloj, una avería que provocó una inundación, mientras que el albergue Brisas del Deva no estará en funcionamiento, al menos, hasta mayo o junio.
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