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«De forma dulce, como él quería», se despidió en abril el primer paciente (de 57 años y aquejado de una distrofia muscular) que se acogió en Cantabria a la prestación médica para morir, el único hasta la fecha que eligió hacerlo en el Hospital ... Valdecilla, para cumplir con su última voluntad de donar los órganos. Casi un año después de la entrada en vigor de la Ley de Regulación de la Eutanasia, el balance facilitado desde la Consejería de Sanidad da cuenta de otros cuatro procesos culminados, todos a domicilio. En total, se han recibido catorce solicitudes, aunque cuatro personas fallecieron antes de recibir la prestación a causa de la enfermedad que les llevó a tomar esta decisión (el cáncer es la más frecuente).
Otras dos peticiones fueron denegadas al no cumplir con los requisitos exigidos en lo que la normativa define como «contexto eutanásico», esto es, que la persona que lo solicita esté en una situación de padecimiento grave, crónico e imposibilitante o de enfermedad grave e incurable, con un sufrimiento insoportable y sin alivio posible. Los tres restantes están en proceso de tramitación, y es la primera vez que coinciden tres peticiones de forma simultánea.
El paciente tiene que hacer una doble solicitud, con un margen de tiempo entre ambas de quince días, y hacerlo en condiciones de lucidez. De hecho, sólo en el caso de que exista la amenaza de pérdida de consciencia la ley contempla la posibilidad de acortar ese plazo, como explica Miguel Mateo, subdirector general de Ordenación, Farmacia e Inspección, al frente de la coordinación y formación del personal sanitario que acompañará a los solicitantes al final de su vida. «Es muy importante que los profesionales que intervienen conozcan bien todo el proceso, que estén afinados los circuitos, los trámites y los pasos a seguir», señala.
A su juicio, la valoración de este primer año de experiencia «es muy buena, ha sido un procedimiento muy normalizado, que la ciudadanía ha asumido con responsabilidad y que se ha integrado en el sistema de manera muy natural». Entre los solicitantes, destaca que ha habido «más hombres que mujeres, con edades muy variadas, pues hemos tenido casos tanto de 40 a 50 años como de 80 a 90». Y dentro de las patologías que han empujado a pedir la prestación para morir, predominan los tumores y las enfermedades neurodegenerativas.
Respecto a los profesionales, se han acogido a la objeción de conciencia 239, «una cifra baja si lo comparamos con el conjunto. De hecho, no ha interferido a la hora de designar médico responsable y los diferentes equipos de apoyo». Mateo subraya «la implicación absoluta del personal en cada procedimiento, es increíble». Llegado el momento del desenlace, admite que la eutanasia «es impactante también para los profesionales, porque estamos ante un proceso nuevo, en el que administras una medicación con la que sabes que esa persona va a morir, y pones el día, la hora y en qué condiciones. Los clínicos se emocionan todos; y queda esa satisfacción de haber ayudado a un paciente a cumplir con su deseo de morir de forma dulce».
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