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La militancia de aluvión y el estigma del conflicto interno. Son los dos rasgos entrelazados que han caracterizado a Ciudadanos Cantabria desde el comienzo de su corta historia. Desde la escisión de UPYD en 2013 que fue el germen del partido naranja hasta la fractura ... del verano pasado cuando todavía manejaba la llave de la gobernabilidad en el Ejecutivo autónomo y en el Ayuntamiento de Santander y que incluso convirtió en enemigos declarados a sus dos únicos diputados regionales. Tanto estropicio en tan poco tiempo, tal despilfarro de capital político, debiera haber servido de escarmiento y de reflexión para el futuro. Nada de eso ha sucedido, más bien al contrario. Ciudadanos ha crecido en Cantabria, eso no se discute, aunque con tal desorden que la dispersión de ideologías, intereses y estrategias que conviven en su seno, entre los más veteranos y entre los recién llegados, ha conducido a una nueva crisis larvada durante meses y que estalla ahora, cuando se acerca la gran prueba de fuego que supondrá designar candidatos y armar listas para las elecciones de mayo.
El conflicto se reproduce en Ciudadanos Cantabria cuando, a nivel nacional, el partido se recupera poco a poco del desconcierto en que le había sumido la maniobra de la moción de censura que llevó al poder al PSOE de Pedro Sánchez y que frenó sus expectativas de unas elecciones generales inminentes a las que concurrir con el viento de cola. El optimismo retorna a medida que Sánchez y su Gobierno precario acusan el desgaste, que el inestable liderazgo de Pablo Casado en el PP fortalece a Albert Rivera como referente de la oposición en el segmento del centro-derecha y que los comicios legislativos anticipados vuelven a ser una posibilidad verosímil.
Pero de momento eso es sólo una especulación. Lo que toca ahora es afrontar la cita a fecha fija, las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Ciudadanos publicita el crecimiento orgánico del partido y la captación de militantes en los últimos meses en toda la geografía regional, los anónimos y los más conocidos. Estos últimos proceden de la izquierda, la derecha y el centro, regionalistas desengañados como Sierra, Blanco e Izaguirre, dieguistas que pasan página como Solanas y Del Amo, portavoces de la periferia política que suben de categoría como Sebrango… En general, más recorrido sinuoso en la política que tirón electoral probado.
Blanca Rosa Gómez Morante sería una gran excepción a esta regla por su reconocida popularidad que le proporcionó cuatro escaños en la Corporación de Torrelavega con un partido creado para la ocasión en 2015. Ya entonces habían corrido los rumores del interés de Ciudadanos en la exalcaldesa expulsada del PSOE. El fichaje se complica ahora por el ruido de sables en Ciudadanos que justamente ha destapado su caso. Tampoco era muy fácil sin garantías de una presencia política destacada y dignamente remunerada.
No es un buen indicio que en la progresión de Ciudadanos predomine la atención sobre las incorporaciones de nombres subalternos del escalafón político y que no conste, o al menos no trasciende, que también buscan y encuentran profesionales de los diversos campos, con prestigio y sin mochilas, dispuestos a estrenarse en la arena política y dar lustre a un partido con buena proyección de futuro.
Lo que sí trasciende es la batalla por el poder interno entre dos facciones. A un lado, la de los representantes institucionales, el diputado nacional Félix Álvarez, designado portavoz y líder autonómico por el dedo todopoderoso de Albert Rivera, y a su vera, el único parlamentario regional, Rubén Gómez. Enfrente, la que opera en torno a la secretaría de organización de José López, que a medida que capta afiliados proclives gana peso e influencia.
En el encuentro reciente de Limpias posaron todos juntos y sonrientes, se pusieron algunas zancadillas organizativas, se vigilaron, hicieron cuentas y balance de situación. Apenas unas horas después se desató el incendio que ahora tendría que apagar, si llega a tiempo, el secretario de organización nacional, Fran Hervías, quien ya ha constatado en visitas anteriores la lucha soterrada del partido en Cantabria sin haber conseguido desactivarla.
En el horizonte, las primarias que deben elegir al candidato autonómico. Félix Álvarez puede serlo si él quiere y Albert Rivera se lo manda, ambas cosas están por ver, pero en la otra trinchera proclaman desde hace mucho y ante cualquiera que quiera oírles que no quieren al actor cántabro en el cartel electoral. Así de claro. Lo que habrá que ver, llegado el caso, es si están dispuestos a oponerse con toda la artillería a los designios de Rivera, el líder supremo y el principal activo electoral de la marca naranja. Para ser un partido en expansión, lo de Ciudadanos Cantabria no tiene buena pinta.
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