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. El reloj rozaba las dos de la madrugada. Los periodistas y la inmensa mayoría de afiliados y simpatizantes habían abandonado ya el Hotel Bahía ... tras cubrir los resultados de Ciudadanos en las elecciones autonómicas y municipales, un bagaje que había dejado en la formación naranja una cierta pátina de decepción al encarar de nuevo la oposición en el Parlamento de Cantabria con tres diputados y no mejorar su presencia en el Ayuntamiento de Santander con dos ediles, aunque en este segundo caso Cs sí que iba a ser decisivo para inclinar la Alcaldía del Ayuntamiento hacia Gema Igual (PP) o hacia una coalición de izquierdas encabezada por el socialista Pedro Casares.
Ésa era la fotografía hasta las dos de la madrugada. Porque entonces, cuando la estancia bajaba la intensidad de la iluminación, el atril con los micrófonos ya estaba apagado y los decibelios se reducían al mínimo, el núcleo duro de Ciudadanos, incluidos su aspirante a la Presidencia de Cantabria, Félix Álvarez; o su flamante diputado en Madrid, Rubén Gómez, se quedaba sentado frente a un televisor en el que se iban actualizando los últimos resultados del escrutinio.
Cansados tras una larga jornada que ponía el colofón a una intensa campaña, los mandamases del partido de Albert Rivera en la Comunidad observaban con interés cómo progresivamente Vox iba perdiendo porcentaje de voto hasta coquetear con caer por debajo de la barrera del 5%, la que prácticamente daba entrada en el antiguo Hospital de San Rafael. Alguna broma sobre cambiar todas las crónicas del día siguiente pero en el fondo la aceptación de un veredicto agridulce pero que significaba continuar con el crecimiento del proyecto liberal en la región.
Vox no cedió –de momento– sus representantes en el futuro Hemiciclo, pero los instantes finales del recuento le tenían reservada una baza a Ciudadanos. El PRC de Miguel Ángel Revilla sumaba un nuevo diputado, el 15, en detrimento de un PSOE que solo mejoraba respecto a 2015 en un parlamentario al subir de cinco a seis. De repente, los tres portavoces naranjas en la Cámara –Félix Álvarez, Marta García y Diego Marañón– pueden ser suficientes para gobernar junto a los regionalistas, un cambio de guion que despertó la ilusión entre una militancia que se acostó sin ocultar sus sinsabores electorales y se despertó viéndose súbitamente en el juego que supone encajar los bolillos para gestionar la región desde Peña Herbosa.
Ciudadanos se planteó ser decisivo, y ahora puede serlo tanto en Santander como en Cantabria. Revilla tiene diversas opciones: desde repetir alianza con un PSOE en el que la sintonía no es la misma con el secretario general, Pablo Zuloaga, que con sus predecesoras Eva Díaz Tezanos o Dolores Gorostiaga, hasta explorar una coalición con el PP de María José Sáenz de Buruaga. Ambas darían mayoría absoluta y estabilidad.
Sin embargo, el cambio de madrugada también mete de lleno a Cs en este debate. Y no con escasas opciones, por cierto. No en vano, un pacto entre regionalistas y liberales era muy bien visto por ambas partes si las cuentas casaban. Y ahora cuadran. Falta por ver el peso que tendrá la presencia del socialista Pedro Sánchez en Moncloa sobre la decisión última de Revilla. El presidente ya ha admitido que el líder de Ferraz le ha llamado para felicitarle por su victoria y que ha regresado el cariño perdido. Unas atenciones especiales ante la necesidad de hilar la aritmética y que desde Amós de Escalante no esconden que lleva a que el idilio lógico sea una vez más el que les comprometa con Zuloaga y Bonifaz.
Pero esas voluntades hay que concretarlas sobre el papel y a día de hoy Ciudadanos está en la pomada. Eso sí, prácticamente ningún partido, y Cs no es excepción, ha querido dar por definitivos los datos del escrutinio al faltar todavía por contabilizar el voto en el extranjero. Unas cuantas papeletas pueden hacer bailar ese último parlamentario que de momento atesora el PRC pero que podría retornar al regazo socialista y, en consecuencia, dejar a los naranjas de nuevo fuera de la partida.
Pese a todo, con la situación actual muchos se preguntan cuáles serían las exigencias de Álvarez y su equipo para embarcarse en una aventura de cuatro años para gestionar Cantabria. Básicamente, mientras la formación prefiere optar por la reflexión y aguardar acontecimientos, sus principales peticiones hay que hallarlas en la campaña electoral. En los últimos días las ideas fuerza han quedado claras: revisar de arriba a abajo el sector público y acabar con las empresas y entidades deficitarias o ineficientes; consensuar y optimizar el calendario escolar; o volver a profundizar en las rebajas fiscales, con la vista puesta en el IRPF, han sido algunos de los mensajes más repetidos.
Más allá de la expectativa abierta para CS, el partido ya se ha puesto manos a la obra para analizar los motivos por los que no ha estirado su resultado más de lo previsto, en especial en Santander, donde no ha crecido tras cuatro años de consolidación del proyecto e imagen de Albert Rivera a nivel nacional con el PP retrocediendo de forma notable. En la esfera autonómica, los liberales han pasado de 22.165 votos en 2015 a 25.957, esto es, del 6,92% de los votos al 8,01%, para los citados tres diputados. Como referencia más cercana, en las generales del 28 de abril obtuvieron 54.161 respaldos, el 15,14% del total.
El problema, de hecho, ha sido Santander. Cs ha ampliado su presencia municipal con 32 ediles en la región al saltar de 10.664 votos a 20.221. En la capital tan sólo creció de 7.370 a los 7.853, bajando incluso el porcentaje de apoyo. El 28-A logró 17.625 papeletas en el principal municipio de Cantabria.
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