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El edificio ubicado en el número 89 de la calle Alta es el caso más reciente de inmuebles desalojados; los inquilinos tuvieron que dejarlo este jueves por la tarde debido a los daños en la fachada y el riesgo de derrumbe. El Ayuntamiento de Santander ha ordenado el apuntalamiento inmediato e insta a los dueños del edificio, declarado en ruina por el juzgado en marzo, a mantener el desalojo y acometer con la mayor urgencia los trabajos requeridos.
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El pasado lunes comenzó la investigación en el edificio de Nueva Montaña al que se le abrió una grieta en la fachada de más de siete centímetros de ancho. Los técnicos no constataron ningún peligro para los habitantes del bloque y no ordenaron el desalojo, aunque algunas familias decidieron dejar sus viviendas por sentirse inseguros. En el bloque siguiente, el 11-B, también se ha detectado una fisura similar.
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Este viernes hace una semana que el edificio ubicado entre las calles José María Pereda y La Paz fue desalojado. El mal estado de la fachada del inmueble obligó a los vecinos a salir de forma inmediata después de varios desprendimientos de cascotes a la calle, que fue cortada al tránsito de peatones por motivos de seguridad.
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Sólo cinco días después del caso anterior, Torrelavega se encontró con la misma situación en otro punto de la ciudad. En el número 3 de la plaza conocida como 'Pequeñeces', los vecinos encontraron una grieta en una de las paredes que da a la calle. Una vez desplazados al lugar, los bomberos inspeccionaron el edificio tanto por dentro de los pisos como por fuera y decidieron acordonar la zona ante el riesgo de desprendimientos de cascotes. Además, aparecieron grietas en la fachada y dentro de los pisos de la mayor parte del edificio.
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«El hormigón se deshace cuando lo tocas y los hierros del forjado también están muy dañados por la corrosión». Así resumía el alcalde de Suances el estado de dos edificios situados junto a la playa de La Concha. Son dos bloques similares, construidos por el mismo promotor hace 60 años. Un total de 30 pisos en cada inmueble, más bajos comerciales y garajes. La mayoría de los habitantes utilizaban esos pisos como residencia de verano, excepto tres vecinos que han tenido que ser realojados en otros lugares. La obra de reparación podría alcanzar los 800.000 euros, que van a tener que pagar los propios vecinos.
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En el municipio de Santoña han cogido carrerilla en lo de terminar con los edificios en ruina. En la calle Desengaño con Rentería Reyes (el conocido como edificio Zabala), en la calle Aro y en Alfonso XII, las palas hicieron su trabajo con inmuebles que suponían un riesgo por su estado. Para llegar a demoler el edificio, pasaron dos años de negociaciones previas con los propietarios.
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Los edificios que forman parte del patrimonio histórico de Cantabria, tampoco se libran del riesgo de ruina. La 'Lista Roja' que elabora la Asociación Hispania Nostra va sumando nombres. Entre los más recientes, por su «deplorable estado de abandono», la Torre de Cadalso, en Valderredible, y el Caserío Redondo, en San Martín de Quevedo (Molledo). A estos les siguieron la Torre de los Ríos, en Espinilla (Hermandad de Campoo de Suso) y el Palacio de Ceballos, en Argomilla (Santa María de Cayón), todas ellas «construcciones históricas en estado de ruina y que amenazan con el colapso».
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Entre las demoliciones recientes también figuran edificios industriales. Es el caso de la nave de la fábrica Simsa, cuyo techo y paredes colapsaron a mediados del mes de mayo. Debido a sus características, el coste de desmantelar la instalación supondría un gasto de más de un millón de euros, que el ayuntamiento de Marina de Cudeyo considera «inasumible».
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