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«Un día más de un bebé en la tripa de su mamá puede ser oro para un prematuro». Y si no, que se lo pregunten a Clara, la pequeña que nació en la semana 27 (seis meses de gestación), con 1.050 kilogramos de ... peso. «Esos 50 gramos son los que hicieron que en lugar de ser una prematura extrema (menos de un kilo, con menos de 28 semanas de gestación), fuera una gran prematura (menos de 1,5 kilos y con menos de 30 semanas). Y luego están los prematuros «sin apellidos» (menos de 2,5 kilos y menos de 37). Así lo cuenta Isabel de las Cuevas, jefa de sección de la Unidad de Neonatología del Hospital Valdecilla. Hoy se celebra su día en todo el mundo.
Clara, con sus seis meses de vida en este momento, y sus casi seis kilos de peso, «sabe que ha venido a comerse el mundo», afirma su madre, Laura Estrada. Con su testimonio, «plagado de luces y sombras, porque hay cosas muy bonitas, pero otras no tanto», quiere transmitir «un mensaje de normalidad; que este día sirva para visualizar un poco más a estos niños, que son verdaderos luchadores».
Cuando Clara nació en lo único que pensaba su madre era en su llanto. Oírlo fue el mayor regalo, porque ello significaba que sus pulmones estaban bien, aunque después precisó de apoyo respiratorio no invasivo». Los pulmones, junto al cerebro y el intestino (para que toleren la leche y sigan ganando peso), son de los órganos más sensibles de los bebés prematuros, «aunque todos están inmaduros en un prematuro», aclara De las Cuevas.
En Cantabria, en 2020 nacieron 162 bebés a las 37 semanas (prematuros). En lo que va de año, son 145. Estas cifras representan el 6% de todos los nacimientos en la región. En los últimos años «hemos pasado del 7 al 6%, pero esto es porque hay menos nacimientos en general, algo que nos preocupa mucho», indica la doctora.
Laura Estrada estuvo ingresada, tras dar a luz, tan solo tres días, mientras su niña se quedó otros dos meses en Valdecilla. En esos primeros momentos «fue muy importante la aportación del Banco de Leche Materna. Yo quería que mi hija se alimentara con este tipo de leche y lo que yo no cubría en las primeras semanas, lo recibía del banco. No hay palabras suficientes de agradecimiento».
Otra de sus angustias era dejar a su hija tras cada visita. Pero una noche que fue a ver a Clara, antes de recibir el alta, «vi cómo una enfermera tenía a uno de los bebés en brazos y le estaba cantando. Ese momento fue muy importante. Esa noche me fui a mi cuarto con paz en mi corazón. Ya no tenía dudas de que la dejaba en muy buenas manos».
Aparte del trato cercano del personal y de la información que aportan los médicos, «para mí también era importante tener el testimonio de otros padres, pero debido al covid, no fue posible. Así que los busqué por internet. Al principio, me daba mucha rabia que todo el mundo me dijera que no pasaba nada, que todo iba a salir bien, pero yo sabía que podía ser que no y quería estar preparada para ello o, al menos, saber a qué me podía enfrentar», relata. De esta forma, «ver los testimonios de otros padres me ayudó, tanto los positivos como los negativos».
El covid también se ha llevado por delante el taller que dan a los hermanos de los bebés ingresados. La hermana de Clara, Enezka, de tres años, tuvo la suerte de poder realizarlo. «El día antes de su visita, las enfermeras le enseñaron lo qué era una incubadora, ella hizo miles de preguntas y, junto a lo que ya le habíamos contado y la foto que le habíamos enseñado de su hermanita, la visita de los tres (con su padre David, incluido) fue un momento mágico».
Laura Estrada también quiere lanzar un mensaje a las madres sobre la importancia de la salud mental: «Hay que conocerse a una misma y saber cuándo hay que pedir ayuda o cómo priorizar ciertas cosas. Yo estuve a punto de caer en una depresión posparto, porque quería hacerlo todo, pero hay momentos en los que no se puede. Vivía pegada al sacaleches, iba todos los días a ver a Clara al hospital, me ocupaba de Enezka, de la casa... Hasta que dije basta y todo fue mucho mejor». Además, recomienda no obsesionarse con temas como la estimulación temprana, el peso o altura de los niños. «Cada prematuro es un mundo y necesitan sus tiempos», concluye.
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