Las clarisas de Cantabria rezan para que sus hermanas de Burgos «vuelvan al buen camino»

El lunes trascendía la noticia de que las quince monjas de este cenobio se han enfrentado a la autoridad de la Iglesia Católica y del mismo Papa, a los que niegan legitimidad, y que solo reconocen la autoridad de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, obispo sedevacantista excomulgado y fundador de la Pía Unión de San Pablo Apóstol. Como telón de fondo en este enredo aparece una millonaria operación inmobiliaria.

«Teníamos alguna pequeña idea de que pasaba algo, pero no tanto», reconoce sor María Jesús, superiora del monasterio de San Ildefonso, en Santillana del Mar, perteneciente a la misma congregación. Esta religiosa se muestra especialmente dolida dada su relación con sor Isabel de la Trinidad, la abadesa de Belorado, que encabeza la revuelta, y quien «ha pasado temporadas» en el monasterio de Santillana. «La conocemos mucho: ha pasado temporadas con nosotras aprendiendo a restaurar cuando estaba de clarisa en Lerma». Eran años en que las vocaciones no escaseaban como ahora, y los traslados de monjas entre conventos para ayudar resultaban habituales.

«Ha perdido la cabeza, no sé qué le ha podido pasar, porque son cosas muy serias. Parece que se ha metido con un excomulgado que vete a saber... No se puede entender. Es una comunidad que estaba floreciendo, con unas cuantas jóvenes, y es una pena. No puedo entender lo que ha pasado, porque la tengo en buen concepto», añade.

Hay quien sitúa el origen de este enfrentamiento, que puede acabar con la expulsión de las religiosas de la Iglesia, en una operación de compraventa de un convento que no termina de hacerse efectiva. Al parecer, las clarisas de Belorado son propietarias de un monasterio en Derio (Vizcaya), sin uso desde 2020, año en que se trasladaron a Burgos. Según han indicado fuentes del Obispado de Vitoria, llevan desde entonces tratando de vender el inmueble, valorado en unos tres millones de euros, para el que aún no han encontrado comprador.

Al mismo tiempo, estas monjas de Belorado tenían interés en adquirir el monasterio de las clarisas en Orduña (Vizcaya), también sin actividad, e incluso llegaron a un acuerdo para hacerse con él por 1,2 millones. El Obispado de Vitoria asegura que en dicha operación se abonaron 100.000 euros y que las clarisas burgalesas se comprometieron a realizar pagos semestrales de 75.000 euros que nunca se hicieron efectivos.

En marzo de este año, la abadesa de Belorado comunicó al Obispado que habían encontrado «un benefactor» que se haría cargo de la compra del monasterio de Orduña y dejaría que las monjas lo utilizasen, con la idea de que la orden lo adquiriese una vez consiguieran vender el monasterio de Derio.

Y aquí entra en escena el tal Pablo de Rojas, obispo de la corriente thucista, que toma su nombre del vietnamita Pierre Martin Ngo-Dinh-Thuc y se caracteriza por su rechazo radical del Concilio Vaticano II –sus misas siguen siendo en latín y con el oficiante de espaldas a los feligreses–, y por negar la validez de todos los papas desde Juan XXIII. El Obispado vitoriano sospecha que es él, o alguien de su entorno, quien se encuentra detrás de la misteriosa figura del benefactor cuya identidad se niegan a revelar las clarisas amotinadas.