Borrar
Clark Gable nació en Laredo

Clark Gable nació en Laredo

Leyendas de Aquí ·

El galán de las orejas imposibles habría nacido en la villa pejina hijo del gallego -sí; han leído bien, gallego– William H. Gable

Aser Falagán

Santander

Sábado, 29 de mayo 2021, 07:45

«Me voy a Charleston; vuelvo a mi tierra», le dice Rhett Butler a Scarlett O'Hara en 'Lo que el viento se llevó' segundos antes de su lapidaria última frase. Siempre se ha creído que se refería a Charleston, Carolina delSur, pero era un mensaje cifrado: lo que de verdad quería era ir a Laredo a ver jugar a su Charles. Porque, sí: Clark Gable era de Laredo.

Imaginen la escena: Rhett pide una tapita de ballena y envida a pares en el Pelegrín. Harto de plantaciones y de Tara, se ha vuelto a su pueblo marinero para vivir la vida y, todo lo más, remar en la 'Pejinuca' para mantener la forma. ¿Por qué Laredo? Porque allí nació, al menos según leyenda alumbrada en el puerto pesquero que puede tener mucho de apócrifa, pero nada de anónima. La popularizó en la villa el entonces presidente de la Cofradía de Pescadores, Andrés Díaz del Solar, que la narró como una vivencia personal, y la recuperó de la tradición oral y de su autor, al que cita, otro pejino ilustre como Óscar Gutiérrez.

La descacharrante fábula arranca con la llegada a la villa pejina del gallego –sí, han leído bien, gallego– William H. Gable, destinado como guardacostas o vigilante del puerto. Tuvo un hijo, se quedo viudo y como llegó se marchó pasados unos años. O eso parece. Los datos no son demasiados, pero sí los suficientes como para resetear la trayectoria vital de ese hijo William Clark Gable, que habría llegado al mundo el mismo 1 de febrero de 1901 que figura en su semblanza ortodoxa, pero no en Cádiz (Ohio), sino en Laredo y ya con ese mismo nombre que figura en su biografía oficial y con el que se convirtió en una estrella mundial. El mismo que habría recibido en una también laredana pila bautismal en presencia don William.

El bueno de Clark emigró a Cuba con un amigo laredano, Andrés Díaz del Solar. ¿Les suena el nombre? Pues aten cabos. Después los dos dejaron Cuba para regresar a Laredo uno y para probar fortuna en EEUU el otro. Allí el joven Clark Gable comenzó a trabajar para una empresa auxiliar de una productora, conoció a una mujer relacionada con el mundo del cine que le ayudó a conseguir sus primeros papeles y terminó convertido en una estrella cinematográfica. Convergen así la leyenda y una biografía formal que la contradice, pero qué importa eso.

La historia continúa en los años treinta, con el actor ya en Hollywood y las biografías canónica y apócrifas reconciliadas. Al parecer el actor, que para aquel momento ya había ganado un Oscar por 'Sucedió una noche', mantuvo la relación epistolar con su amigo Andrés, que no era en absoluto un desconocido en la pequeña villa en la época anterior al boom turístico en torno a la playa de La Salvé. Durante unos cuantos años fue el presidente de la Cofradía de Pescadores y contó la historia a todo el que quisiera escucharla. Cómo no presumir nada menos que de la amistad del galán de las orejas imposibles, aunque las cartas –vaya, que inoportuno– no hayan llegado a nuestros días. O si lo han hecho han quedado en la intimidad de una familia que no habla del asunto.

Lo que haya de verdad y de ficción en toda la crónica es lo de menos. En estos casos la carga de la prueba recae en un narrador que no la tiene, pero aun así la historia de un Clark Gable laredano se ha consolidado durante los años gracias a un prudente y soterrado boca-oído que la mantiene viva.

Lo más divertido de la hipótesis pejina es que en la España de principios del siglo XX un gallego respondiera el nombre de William H. Clarke. El relato coloca además en una complicada relación con el continuo espacio-tiempo a Adeline Hershelman, hasta donde se sabe madre del actor, que falleció prematuramente cuando el chiquillo apenas contaba siete meses de edad —en esto sí que cuadran las versiones–, pero al parecer, y según la fuente en dos lugares diferentes. Son solo algunas de las contradicciones de una historia que invita a la vez a bucear en ella y a no hacerlo, porque perdería todo su encanto.

Al final siempre merece la pena jugar a que todo sea verdad. Quizá incluso a Rhett Butler y a Jack Sparrow les gustara quedar a medio camino, en Liérganes, para jugar al mus con Zorba el Griego mientras se apretaban una 942. Tal vez los sobrinos-nietos de Clark Gable tomaran de mozucos rabas en el Orio con Ansola antes de la cerveza del Groucho. O quizá el propio Íñigo Ansola sea uno de los descendientes por línea indirecta de 'Clargable', que así es como se le conocía en la España de los cuarenta. Tampoco descartemos que todo sea el producto de una imaginación maravillosa. A mí, como diría el propio Butler, «francamente; eso no me importa».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Clark Gable nació en Laredo