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ÁLVARO MACHÍN
SANTANDER.
Martes, 26 de marzo 2019, 07:14
A la mesa de negociación llegó primero el documento que presentaron los taxistas. Entre sus demandas, la precontratación con doce horas de margen para los vehículos de arrendamiento con conductor (VTC), la obligación para ellos de vuelta a la base en caso de no existir ... servicio y la cesión de competencias a los ayuntamientos. Luego llegó el de la Agrupación VTC Cantabria (que representa a más de un centenar de autorizaciones de este tipo). Una visión totalmente opuesta que apunta para la futura reglamentación por «flexibilizar el sector del taxi para alcanzar una relativa cohesión, en vez de restringir a las VTC». Resumiendo, «desregular el taxi». Quedaba una tercera postura, la tercera vía. Es la que representan las llamadas VTC Clásicas, los antiguos Taxi Gran Turismo. Empresas que llevan «cincuenta años trabajando». Desde este sector proponen partir «de la base del documento de los taxistas», pero añadiendo algunos apuntes «para delimitar también la parcela del taxi». Una postura intermedia.
Son la Asociación Autoturismos Santander. Más que el número de licencias que representan -unas veinte, en varias empresas-, su importancia viene de los años que llevan trabajando en la región. «Éramos lo que se conocía antiguamente por coches de garaje. Un transporte discrecional de siempre a clientes de carácter público o privado, a gente que busca un servicio más exclusivo, diferente. Supone alquilar un vehículo de alta gama con conductor», explica uno de sus portavoces. Aseguran que cumplían la normativa, que siempre han convivido sin problema con los taxistas y que «una gran mayoría de las licencias VTC concedidas desde 2009 han sido utilizadas, en primer lugar, como instrumento especulativo y, en segundo lugar, actuando en centros urbanos con una funcionalidad para la que no fueron creadas». De hecho, entienden que si aquí no se han presentado los problemas que hay en otras regiones, es porque la mayoría de esas licencias están trabajando fuera. «La cantidad de licencias es tan elevada y desproporcionada que en el caso de estar todas en Cantabria sería inasumible».
¿Y qué proponen? «Una regulación que nos permita a todos seguir trabajando como ha sido hasta ahora, respetando la legislación y ocupándonos ambos tipos de servicio de las parcelas de mercado correspondientes a cada uno». Entienden que la propuesta de la Federación Cántabra del Taxi sirve «como punto de partida», pero creen que va «en una sola dirección». Por eso añaden algunas peticiones. Que los taxis de toda la comunidad sean de color blanco (como los de la capital) y que lleven pintada la franja de su municipio en las puertas laterales (ni imanes, ni pegatinas). También un módulo en la parte superior, que tampoco debería ser desmontable, como el taxímetro obligatorio (ni desmontable, ni desenchufable, trabajando siempre bajo tarifas sin poder negociar precios). «Instamos -dicen- a que el titular de la licencia sea quien la explote, sin chóferes, y revisando el número de licencias por población». También a «la equiparación en la tributación». «Siendo en nuestro caso por estimación directa y no por módulos, como es su caso».
Insisten en que se cumplan horas, días de trabajo y de descanso de cada licencia y en que los taxis que realicen servicios interurbanos -siempre desde su municipio- rellenen la hoja de ruta online «igual que las VTC». Por último, «que ninguna Federación, UTE o asociación de taxis se presente a concursos ni públicos ni privados de transporte de la comunidad, ya que no es su parcela y entendiendo que su funcionamiento sería en ese caso el mismo que una empresa VTC con una estructura de coste infinitamente menor».
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