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A Juan Antonio García Porrero se le notan sus años de Facultad. Los de estudiante y los de profesor (fue decano de Medicina aquí). Tiene una de esas voces didácticas. «¿Cómo ser médico en el siglo XXI?», se preguntó desde el atril que colocaron en ... el patio del Parlamento. Y acabó respondiendo. Habló de robótica, de inteligencia artificial, de conocimiento... De avances y de tecnología. Sin tono crítico. Todo lo contrario. Hay que aprender a utilizar todo eso, a usarlo para mejorar. Pero en el cierre de su intervención, tras el diagnóstico del contexto, extendió la receta, la contestación: «El buen médico no debe mirar al paciente como a una máquina rota, sino ver al ser humano que hay detrás». Sublime. En términos científicos, «la dimesión humanista es el gran reto de la Medicina en el siglo XXI». Su breve conferencia encajó como un guante en un acto –en el ámbito del Congreso Iberoamericano que reúne estos días en Santander a profesionales de medio mundo– pensado para presentar el renovado Código de Deontología Médica que se aprobó en 2022. La Biblia de los principios profesionales para los que encontraron la vocación en la Medicina. Y todo, como recordó el consejero de Salud, César Pascual, para reforzar el tono simbólico del acto, «en el antiguo hospital de San Rafael», hoy Parlamento de Cantabria.
El congreso, en el que participan los representantes de los colegios profesionales de América Latina, el Caribe, España y Portugal, arrancó por la mañana en el Palacio de La Magdalena. De allí, en dos autobuses, trasladaron a los participantes al Parlamento. Cantabria es la tercera comunidad en la que el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos presentó el Código de Deontología Médica.
Habló Tomás Cobo, el cántabro al frente de la institución profesional española, que resaltó como la esencia del documento es «la defensa y la protección de los seres humanos». Conviene explicar su importancia. Los médicos, como todos, se rigen por sus valores y están sometidos a las leyes. Pero ellos, además, se autoimponen y exigen el obligado cumplimiento de este código. Eso lo detalló José María Domínguez-Roldán, presidente de la Comisión Central de Deontología. Entró en detalles. Que la renovación del texto llevó seis años, que se discutieron 4.000 sugerencias y que entra en cuestiones que antes ni siquiera existían (inteligencia artificial, bases de datos sanitarias como objeto de deseo, comprotamiento ante las redes sociales, telemedicina...). Pura actualidad.
En su turno, Pascual, el consejero, aprovechó justo antes de la conferencia de García Porrero para mostrar su desacuerdo en que la «Comisión Nacional de la Competencia tenga que decidir» sobre un trabajo como este. «Desfigura la realidad de la profesión» e introduce un «concepto mercantilista intolerable».
Luego vino la charla –breve, pero muy directa– y, acabada, el cierre le correspondió a la anfitriona. María José González Revuelta, presidenta del Parlamento, se mostró satisfecha de que la sede del legislativo regional acogiera la presentación del «código deontológico que más influye en las personas». Que Cantabria en general –con su Valdecilla, su Ibbtec o su proyecto Cohorte (citó, entre otros González Revuelta)– recibiera a los médicos. Fue justo antes de una foto de familia.
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