La cola de la pobreza no se acorta
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El número de personas que pide la ayuda básica desde el arranque de la crisis, lejos de bajar, se mantiene o creceCuenta Fran Sierra, de Cáritas, que lo primero que han hecho en muchas casas cuando ha entrado el dinero del ERTE -con mucho retraso- ha sido pagar el alquiler. Lo más acuciante y para lo que habían acudido a pedir ayuda. Sin embargo, agotado ese dinero para asegurarse el techo, siguen marcando el teléfono que nadie quiere marcar porque ahora no alcanza para comer. O sea, que siguen en la lista. Y los que van saliendo, «muy poco a poco», son sustituidos por «otros perfiles». Nuevos. «Ahora estamos notando un incremento de empleadas del hogar que, como en las casas siguen teletrabajando, aún no se han incorporado. Y también de personas en situación administrativa irregular -que tiraban cobrando en negro o que no tienen papeles-». El caso es que, los unos por los otros, se mantiene la bolsa, la que se multiplicó en Cantabria con el estado de alarma y se llenó hasta reventar con el confinamiento. La de la pobreza. «La tendencia es la misma que hace un mes», dice Sierra. Y eso, si es que no crece. Sor Clara, en la Cocina Económica, relata que la fila de doce a una para recoger comida caliente «sube un 10% cada semana».
«El virus dispara la pobreza y las llamadas para pedir ayuda de primera necesidad». Ese fue el titular del 29 de abril en este periódico (hoy es 29 de mayo). Se hablaba de un nuevo perfil entre los que piden ayuda. Al que ya pedía antes se sumaron muchos que nunca habían pasado por el mal trago. Ahora, en fase dos, con comercios y terrazas abiertas, tan real es que en la calle se palpa más optimismo como que las colas para comer no se han esfumado. «Y hay una bolsa importante de deudas en alquileres y suministros que se han ido posponiendo y van a salir», advierte Sierra. «Cada día viene más gente», comenta Ricardo desde su sitio en la fila de la Cocina Económica. «Esto -el coronavirus- ha agravado las cosas y hay que agradecer esta ayuda». Ahora han organizado la espera formando una 'u' entre las fachadas laterales del edificio de las religiosas y el Casyc.
Fran Sierra | Cáritas
Hubo quejas de los vecinos. A partir de las once ya hay gente esperando. Unos -eso hacían ayer- buscaban un trozo de sombra y aguardan. «No hacen más que meter cizaña los unos con los otros», debatían este jueves de política en un corrillo montado en la cola. Otros, los más, merodean por el barrio hasta que, a las doce menos cinco, las hermanas salen para que todos se pongan la mascarilla y se laven las manos con gel. Hora del reparto. «Seremos como sesenta más que antes y gente que no venía nunca», explica Manuel, uno de los primeros que se lleva el menú caliente para comer y el desayuno y la cena que también va en la misma bolsa.
Francisco del Pozo | Banco de Alimentos
Es casi una paradoja. Andando se tarda cinco minutos en llegar desde allí al Palacete del Embarcadero. De la cola para comer al punto de recogida que han habilitado para el Banco de Alimentos. Y los dos lugares, en pleno centro de Santander, en plena fachada.
Sor Clara | Cocina Económica
Allí llega una mujer mayor y con problemas de movilidad y de habla. Con dificultades explica que no puede trasladar nada, que si le permiten dar dinero. Con toda la dulzura, una voluntaria le da un papel con números de cuenta. Eso o un pedido en el súper y que sean ellos quienes lo trasladen. La escena es emocionante. En el Palacete han recogido ya 25.000 kilos. «Sirve para intentar equilibrar lo que hubiéramos hecho en los centros comerciales con las operaciones kilo (serían unos 60.000 kilos)», explica Francisco del Pozo, del Banco de Alimentos. Tiran de donde pueden. Porque la crisis ha elevado el número de personas que solicita ayuda de 20.000 a 42.000. Escalofriante. Entre la ayuda del Ayuntamiento de Santander y de una larga lista de empresas, lo que tenían almacenado en Tanos y lo que sigue llegando han hecho «el primer reparto», lotes para un mes. «Salvar el golpazo». Pero falta. No suelen hacerlo, pero comprarán alimentos. Del Pozo destaca una donación del Gobierno de Cantabria. «Ellos han comprado alimentos a productores cántabros y los van a repartir entre nosotros y la Cocina Económica».
Beatriz Aldama| Cruz Roja
Soluciones de emergencia. En el aparcamiento de la Cruz Roja, en el Alisal, al lado de las motos de agua de salvamento marítimo hay apiladas dos torres de botes de Cola Cao. Se han reorganizado. «Nos habíamos planteado una intervención de emergencia de dos meses, pero ese tiempo ya ha pasado y seguimos en ello. Tenemos pensados proyectos hasta diciembre, aunque dándoles un enfoque más integral», explica Beatriz Aldama. En su lista de espera, que llegó a tener más de 2.000 personas, hay aún 1.463. «Desde este lunes han llamado 183 personas para pedir alimentos que no habían llamado nunca».
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