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Cuando a las siete y cinco de la tarde, una de las personas que estaba en la puerta les decía a los que aún seguían ... fuera que el aforo estaba «casi completo», nadie le hizo caso. «Falta una hora, hay sitio de sobra». Pero no. Sólo quince minutos después, las puertas se cerraron porque en la Sala Argenta no quedaba un hueco libre. Abarrotada. Hubo hasta cierto follón en el acceso porque cientos se quedaron en la calle. Y dentro, más de .600 personas eufóricas. Casi agitadas. Porque no era la primera vez que los pesos pesados de Vox visitaban Santander. Ya estuvieron en el Hotel Bahía o en el Paraninfo de la Universidad. Pero la de ayer era su puesta de largo 'grande'. La de verdad con unas elecciones por delante. Una demostración de fuerza y un aviso a navegantes. Y Santiago Abascal, a lo suyo. «A vosotros –dijo– no os ha convocado Vox, os ha convocado el amor a España».
Para calentar el ambiente, antes de empezar, pasodobles de Manolo Escobar o el himno de la legión. El 'Libre', de Nino Bravo, entre gritos puntuales de «¡viva España!» o «¡viva la Guardia Civil!». También pusieron el 'Santander la marinera' y a alguno se le escuchó comentar si sabían que su autor, Chema Puente, va en las listas del PSOE. Cuando Santiago Abascal irrumpió entre el público seguido por sus compañeros, la sala se vino abajo al grito de «presidente, presidente».
Emilio del valle | candidato al congreso
Ricardo Garrudo, el responsable de la formación en Cantabria, hizo de maestro de ceremonias. Empezó con el «bienvenidos a la resistencia» que suele utilizar Ortega Smith y dijo que «los cántabros nos sentimos, por encima de todo, españoles». Valoró «el esfuerzo de los afiliados» (aunque entre el público alguien le acusó de «falso» por las últimas polémicas internas del partido). Habló él y Emilio del Valle, el candidato al Congreso. «Creo que ha llegado el momento de dar la cara ante los peligros a los que se enfrenta la patria de la mano de socialistas, comunistas y separatistas». Dijo eso y cargó contra el «Estado de las autonomías tal y como lo conocemos». «Deficitario y deficiente».
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A Rocío Monasterio la presentaron como «la próxima alcaldesa de Madrid» y «el azote de las 'feminazis'». «Queremos que los padres españoles puedan escolarizar a sus hijos en cualquier rincón de España en español», «queremos hablar del derecho a nacer de todos»... «Defender a la familia –dijo– no es de derechas o de izquierdas. Es de sentido común. Algunos se han entregado al proyecto de la izquierda y por eso defienden los aquelarres que hemos visto el 8 de marzo». Monasterio criticó que «permitan a colectivos entrar en los colegios de nuestros hijos a adoctrinarles» y aseguró que no están «dispuestos a ver a una niña de doce años que se cubra con un velo y que nadie pueda preguntar por eso» (al tiempo que defienden la igualdad).
Rocío monasterio | candidata en madrid
Y luego salió Abascal (que, como su predecesora en la tribuna, presumió de raíces cántabras). Dijo que es «de sentido común» defender la patria y tiró de actualidad al asegurar que en su partido no se ponen «de rodillas ante López Obrador o cualquier cretino». Con eso levantó al público de los asientos por primera vez.
Abascal en los discursos coge carrerilla. Parece que va calmado, pero acelera cuando llega a los temas que tocan la fibra de los que piensan como él. Habló de «la dictadura de lo políticamente correcto». «Y no queréis que os digan si vais a los toros o a cazar que sois unos asesinos». Luego habló de inmigración. «En España entran quienes los españoles quieran que entre. Quien venga a vivir aquí será el que quiera hacerlo leal y honestamente». A su juicio, no son ni «xenófobos ni racistas», «pero queremos para nuestra patria la misma seguridad que el marqués de Galapagar en su casa, protegida por muros».
santiago abascal | presidente de vox
Se quejó porque «están todo el día con el feminismo supremacista a vueltas». «Yo ni soy feminista, ni supremacista, ni machista... Soy un hombre casado con una mujer que tiene que tener los mismos derechos que yo, pero todo lo que decimos lo retuercen». Eso lo repitió mucho. En la polémica de las armas o en su postura sobre Europa, por ejemplo. Ni salir de la UE ni del euro. «Lo que queremos es una España fuerte en una UE que respete la soberanía de los estados». Tras seguir con la crítica al Estado de las Autonomías (habló siempre de «provincia de Santander») y a las encuestas, tiró del recetario de «la veleta naranja» y «la derechita cobarde» y les criticó (a Cs y PP) por andar «repartiéndose puestos» en vez de afrontar el «golpe de estado del separatismo como el problema más grave y urgente». «Hablan de voto útil y ha sido inútil votarles».
Fue una de las últimas cosas que dijo. Antes de «un adelante españoles de la montaña» y de que sonara el himno de España.
En clave de política nacional y pocas horas después de que José María Aznar soltara un rotundo «a mí nadie me dice a la cara derechita cobarde», Santiago Abascal subió la apuesta y dijo que «además de cobarde, mentirosa». «Y bien que lo sentimos». Lo hizo porque acusó a los populares de incumplir sus acuerdos en Andalucía en torno a la Ley de Memoria Histórica y a la expulsión de 50.000 inmigrantes ilegales.
Entre banderas de España y de su formación –había una también con la Cruz de Borgoña entre las filas de la Sala Argenta–, el líder de Vox aseguró que todos los partidos están contra el suyo, aplicándole un «cordón sanitario». «Luego dicen que el enemigo es Pedro Sánchez, pero al que hay que atizar es a Vox con mentiras y con manipulación».
El acto, que duró algo más de una hora, transcurrió sin ningún tipo de incidente (ni fuera, aunque había circulado una convocatoria de protesta, ni dentro), más allá de las protestas de los que no pudieron entrar.
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