Colegio San Martín, cantera de poetas
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Tres alumnos de este centro educativo de Santander son galardonados en el certamen José Hierro de PoesíaMADA MARTÍNEZ
Sábado, 17 de septiembre 2022, 13:40
«Si les dejas espacio y no les cortas las alas, los adolescentes hacen cosas tan grandes como esta», dice Patricia Fernández mientras hojea el libro 'Avance grandioso con catástrofes', escrito por un grupo de alumnos del Colegio San Martín hace solo unos meses. Es un poemario lleno de pájaros, cielos plomizos, corazones agitados y galaxias sin estrellas. El libro lo inauguran un par de composiciones de Corina Gratii, estudiante de 2º de la ESO y, desde hace unas semanas, flamante ganadora del Premio José Hierro de Poesía para Jóvenes que convoca el Ayuntamiento de Santander. El primer verso de Gratii en ese libro dice así: «Verde y azul pero fenómenos atacan».
La poesía ha calado en este centro educativo de largos pasillos, aulas soleadas y jardines muy concurridos a última hora de la mañana. El libro y el certamen son solo dos muestras de lo comprometidos que están los chavales con la creación literaria. Con 13 años, Gratii se ha convertido en la ganadora más joven del certamen con la obra 'Comienzo de una etapa con locura', pero en el palmarés también figuran dos de sus compañeros: Kathia Magali Zorrilla, de 16 años, que presentó una obra sin título, y Joaquín Isaías Gutiérrez, de 18, que envió el poemario 'Alma relativa'.
¿Qué ha ocurrido en el Colegio San Martín para que se dé esta efervescencia? Kathia, Corina y Joaquín, sentados en unos banquitos del parque que linda con las aulas, señalan con rapidez a su profesora, Patricia Fernández, quien a su lado sigue hojeando el poemario publicado por la editorial El Desvelo gracias al apoyo de la Fundación Obra San Martín y la Fundación Gerardo Diego. Ella ha sido su referente, alguien que ha sabido «verlos».
Patricia Fernández
Profesora del Colegio S. Martín
Corina Gratii
Alumna y ganadora del certamen José Hierro
Patricia, que también es poeta, no esconde lo mucho que le entusiasma un proyecto que compromete a casi todo el centro y que sigue en construcción. «Esto comenzó como una cosa pequeña que ha ido creciendo y creciendo. Hay mucha motivación y se ha creado un ambiente creativo muy libre», expone.
El proyecto comenzó a tomar forma en las aulas de 1º de la ESO, en las que alumnos como Corina comenzaban a destapar su voz poética. Luego se expandió. «Poco a poco, empecé a ver que la poesía no era una rareza en el centro», explica Fernández, que también puso las miras en el resto de grupos a los que enseña Lengua y Literatura, e Inglés. Se dio cuenta de que el talento y la «electricidad» estaban ahí y, de manera muy natural, acabó surgiendo ese libro de autoría coral que tanto le conmueve y en el que se han revelado un buen puñado de vocaciones poéticas entre el alumnado del colegio; voces llenas de frescura, todas contaminadas por las canciones, las lecturas, las conversaciones y las noticias que les llegan, les tocan, les interesan.
Corina, Kathia, Joaquín y sus compañeros rompen, de algún modo, los juicios e ideas preconcebidas que alejan a los jóvenes de la poesía. «Cuando se escucha sobre la falta de interés de los adolescentes por la cultura, es inevitable no plantearnos si no será la cultura la que no les presta atención», reflexiona Fernández en el prólogo de 'Avance grandioso con catástrofes'. Y esa es la idea que esta profesora ha tratado de trasladar a las aulas del Colegio San Martín: las ha llenado de las lecturas y la música que inspira a sus alumnos -trap, reguetón, ballenato, entre otros-, creando un «ambiente» propicio para la escritura o, lo que es lo mismo, procurando un aprendizaje más vivencial de la poesía.
En las estadísticas, el género suele quedar reducido a porcentajes de un solo dígito. Según recoge el informe 'Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2020', a la pregunta '¿Cuál es la materia del último libro que ha leído?', solo un 1,3% de las personas que marcaron la casilla 'literatura' señalaron después la de 'poesía'. Sin embargo, a pie de aula, Patricia Fernández ha comprobado que la escritura «libre» y las lecturas improvisadas funcionan bien con sus alumnos. Tanto es así que seis de ellos decidieron presentarse al Certamen de Poesía José Hierro. «Al principio no quería participar [componer cien versos parecía una tarea «imposible»], pero Patricia me animó», admite Joaquín, un joven risueño, que ahora estudia un grado medio de Informática y a quien le emocionan las «letras profundas» de Canserbero. El premio también le conmovió. «Es la primera vez que gano algo».
Kathia tampoco tenía del todo claro si presentar o no sus poemas al concurso y por eso no daba crédito cuando una mañana, recién levantada, recibió esa llamada del Ayuntamiento que la acreditaba como una de las galardonadas. «Estaba muy emocionada y mi madre, muy orgullosa. Pensaba: no me puedo creer que haya ganado. Creía que los poemas no iban a ser suficientes», evoca la joven, que este curso estudia para convertirse en auxiliar de Enfermería. Ella ha volcado en sus versos «distintos sentimientos con los que se pueda identificar la gente», y no descarta escribir un libro en el futuro.
«Yo voy a seguir escribiendo con Patricia», interviene Corina. Su profesora también le animó a presentarse al certamen que ha acabado ganando. Corina ha escrito sus poemas en clase, arrullada por el ruido de las risas, las riñas o las conversaciones de sus compañeros, e inspirada «por todo lo que está a mi alrededor». En ocasiones, el ruido y el jaleo son tan acogedores como el silencio, y prueba de ello es el propio José Hierro, que armaba sus poemas entre zumbidos, chasquidos de loza y silbidos varios en bares y cafeterías.
«Estamos muy contentos y a ellos [por los alumnos] se les ve orgullosos de su trabajo. Ya con el libro, las familias ya estaban encantadas y los premios han sido una bomba. La verdad es que en el centro vimos el proyecto como algo positivo», dice Rocío Merino, directora del San Martín, que a esta hora de la mañana resuelve trámites y atiende llamadas en su despacho. Lleva un año al frente de un centro -sucede a Roberto Sánchez, que también dejó su huella en esta iniciativa poética- que cuenta con 230 alumnos entre Infantil, Primaria y ESO.
«Creo que al principio nadie pensaba que este proyecto lo iba a revolucionar todo. Y nosotros tampoco», admite Patricia. A su lado, sus alumnos asienten. Ahora sus versos, que evocan tardes de verano y fuertes terremotos, hablan por ellos.
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