El colegio Padre Apolinar cumple sesenta años de «compromiso» con la educación

El centro de Educación Especial está, por tanto, de aniversario y este miércoles convocó al Ejecutivo regional para celebrarlo. Con 132 alumnos de entre 4 y 25 años, la matriculación está al cien por cien y sus instalaciones del santanderino barrio de Valdenoja –inauguradas en 2019– son un espacio desde el que se procura formación en diferentes etapas: Infantil, Básica, los Programas de Transición a la Vida Adulta y los Específicos de FP Básica. Hay casi medio centenar de profesionales al cargo, entre docentes, orientadores, psicólogos, fisioterapeutas, trabajadores sociales y auxiliares. Los edificios tienen una única planta, pasillos anchos y grandes ventanales a ras de suelo. Es un centro «pionero» y un ejemplo de «inclusión» social y educativa, destacó Buruaga.

Además de Juan Fernández Armenteros, director de la Fundación Obra San Martín, de varios miembros del patronato y del claustro, en el vestíbulo del colegio esperaba a la comitiva Iván, alumno de 14 años que ejerció de cicerone. Apoyándose en un «sistema aumentativo y alternativo de comunicación» basado en pictogramas –según lo describió su tutora, Cristina Saiz–, Iván se presentó, conversó con la presidenta y luego condujo al grupo por los pasillos del centro.

La primera parada se hizo en el servicio de fisioterapia, una sala dotada de aparatos, pelotas de goma y colchonetas para trabajar la neurorrehabilitación. La segunda fue en la piscina. El agua, que procura una sensación de ligereza y libertad, es un medio adecuado para trabajar el desarrollo motor. Es un servicio «básico», apuntó Lorena Rivas, integrante de la jefatura de los Programas de Transición a la Vida Adulta. Así, entre chapoteos y brazadas, allí se realizan sesiones de fisioterapia y trabajo cognitivo.

Al otro lado del pasillo, alumnado de más edad recibía formación específica. En el taller de madera, Mario y Djamili hicieron un alto en el camino para contar que este tipo de aprendizajes les gustaban y les resultaban estimulantes. En el aula anexa, se celebraba una sesión del Programa Específico de Formación Profesional, en este caso sobre Operaciones Básicas de Pisos en Alojamientos.

La última parada fue en una sala donde Buruaga y Silva participaron en un coloquio con una veintena de alumnos de 12 a 20 años. En respuesta a sus preguntas, la presidenta reveló que, hoy en día, se convertiría en militar –cuando tuvo que decidir su carrera no era «habitual» que una mujer lo hiciera–, que escucha todo tipo de música –de U2 a Maluma, pasando por Aretha Franklin– y que le entusiasma bailar.

Buruaga aprovechó la visita para hacer un anuncio: un plan director de inclusión en el ámbito educativo que dé respuesta al «considerable aumento» del alumnado con necesidades especiales. El consejero Silva y su equipo, de hecho, ya trabajan en el documento con idea de aplicarlo el próximo curso.

La meta es avanzar hacia una «escuela inclusiva» y eso pasa por poner a disposición de los centros «más recursos de calidad para atender las nuevas necesidades». Este curso, recordó la presidenta, se han puesto en marcha ocho aulas de Educación Especial (en total hay 26) y se han reforzado las plantillas con 24 maestros de Pedagogía Terapéutica (PT) y de Audición y Lenguaje (AL), trece orientadores y cuatro profesores de Servicios a la Comunidad.