
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«Cantabria votó hace un mes, no hagan ustedes que los cántabros tengan que esperar más». María José Sáenz de Buruaga quiere acelerar los plazos ... todo lo posible para llegar a su futuro despacho en la planta noble de Peña Herbosa y poner en marcha cuanto antes el programa de gobierno que presentó el jueves en el Parlamento durante casi 70 minutos. Por eso la líder del PP y ganadora de las elecciones autonómicas hizo este viernes un último intento y se esforzó por tratar de convencer a los grupos de que apoyaran su candidatura. A Vox, principalmente. Con la abstención del PRC asegurada gracias al pacto de investidura –un acuerdo con cinco puntos de condiciones básicas que le garantizan que los ocho votos de los de Revilla no serán negativos–, hoy su única opción de salir elegida a la primera era la formación de Santiago Abascal. Formación que, lejos de dar su brazo a torcer, arremetió contra la futura jefa del Ejecutivo con dureza. «Empieza muy mal la legislatura. Lo que está haciendo es tapar la corrupción. Tendrá que explicarlo a sus votantes», lamentó la líder de Vox en la Cámara, Leticia Díaz, que calificó de «vergonzante» el acuerdo entre PP y PRC y recordó que Buruaga ha perdido la oportunidad de poner en marcha «un Gobierno de cambio, un Gobierno fuerte», con la mayoría absoluta que le darían sus cuatro escaños.
La líder popular, que en distintas ocasiones reclamó «generosidad» y ofreció también generosidad, por su parte, para escuchar y adaptar sus políticas a la de los grupos de la oposición en una legislatura que necesariamente tendrá que ser de diálogo, lo intentó. Lo intentó hasta con el PSOE. Los socialistas la acusaron de echarse en brazos de la extrema derecha antes incluso de cerrar ningún pacto con Vox por olvidarse en su discurso de las políticas de igualdad, de la diversidad y de la violencia de género, y la futura presidenta dio la vuelta a ese argumento y les animó a demostrar su compromiso con la igualdad apoyando la investidura de la que será la primera mujer en dirigir Cantabria en 40 años de historia de la autonomía.
«Nadie nos va a imponer una agenda ideológica, pero tampoco nadie nos va a impedir dialogar»
«Tengo la duda de si va a aguantar las presiones o pactará con Vox. Nosotros sí vamos a ser leales»
«Con ustedes no acaba la ideología y llega la gestión. Con ustedes llega otra ideología. No la oculten»
«Empieza muy mal la legislatura. Lo que está haciendo es tapar la corrupción del PRC»
«Que no nos vengan a decir con quién hablar y con quién no. Si el PSOE quiere, también con ellos»
Pero ni Vox, ni PSOE. Buruaga contó únicamente con los 15 votos a favor de su grupo y las ocho abstenciones comprometidas por el PRC, por lo que la investidura naufragó en el primer intento y, previsiblemente, saldrá adelante el lunes en el segundo, cuando el reglamento establece que ya no se requiere mayoría absoluta, sino mayoría simple. Es decir, tener más 'síes' que 'noes', algo que ya está asegurado gracias al pacto con los regionalistas. La postura de este grupo la defendió en la tribuna el propio Revilla.
Primero volvió a felicitar al PP por la evidente victoria electoral, después explicó por enésima vez los motivos para facilitar la investidura a cambio de un puñado de cosas, pero no de consejerías ni cargos. Además de que sigan adelante los proyectos que deja enfilados el bipartito y que servirán para que «a poco bien que lo haga el PP va a tener cuatro años extraordinarios» y de que siga reivindicando las obras el Estado después de una legislatura «en la que los cumplimientos que ha hecho el Gobierno de Madrid con Cantabria no tienen parangón», lo que pide Revilla es que Vox no entre en el Gobierno. De hecho, eso es lo que ha firmado Buruaga. No que no se dialogue con Vox para llegar a acuerdos puntuales, que eso sí es posible a tenor del documento, sino que no haya consejeros de Vox porque «podría suponer una involución para Cantabria».
Lo confirmó la futura inquilina de Peña Herbosa. «Yo no soy Vox, soy el PP. Tenemos nuestras ideas, nuestro modelo de región y nuestro programa de Gobierno», dijo Buruaga cuando echó en cara en Vox que no contribuya a materializa el mandato de los cántabros al obstaculiza la investidura por no haber alcanzado su «objetivo inamovible de entrar en el Gobierno». Utilizó distintas fórmulas la líder popular para decir que «querer un gobierno monocolor no quiere decir querer un gobierno que esté solo».«Prometí un gobierno en solitario, pero eso no quiere decir que no podamos llegar a acuerdos», insistió, aunque también subrayó que, de la misma forma que nadie le va a imponer su agenda ideológica, «tampoco nadie nos va a limitar nuestra capacidad de dialogar». Una frase para contestar a la vez a Vox y PSOE, que votaron lo mismo y acusaron a Buruaga, por un lado, de estar sometida a la extrema derecha de Vox, y por otro, de estar sometida a la corrupción del Partido Regionalista.
Leticia Díaz, que volvió a la tribuna del Parlamento después de ocho años –la última vez lo hizo como consejera en las filas del PP–, preguntó a Buruaga si cree posible con 15 diputados –la mayoría absoluta son 18– configurar un Ejecutivo estable. «Sabemos que los cántabros demandan un Gobierno fuerte que planifique y traiga inversión», sentenció Díaz. Si en campaña Buruaga decía que Revilla y Sánchez eran lo mismo, ahora Díaz dice que PP y PRC también son lo mismo. A ella la intentaron convencer de que votará 'sí' a Buruaga y ella intentó convencer de que la mejor opción era una coalición PP-Vox. Ahí sacó a relucir lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento en Extremadura y a lo que respondió directamente Buruaga en su réplica a los grupos:«No habrá inestabilidad a menos que alguien se dedique a bloquear y a hacer naufragar el cambio». En esa idea insistió el portavoz popular, Íñigo Fernández. ¿Va a votar en contra Vox a la bajada del IRPF, a la supresión del impuesto de Patrimonio, a la derogación de la Ley de Memoria Histórica, a las medidas contra los okupas...? Mientras Díaz lo negaba con la cabeza, Fernández daba por hecho que el PP podrá «contar con ustedes y con sus propuestas, y lo mismo me vale para el PRC, que en un voto de coherencia apoya la investidura».
Igual que la popular extremeña María Guardiola dijo que no gobernaría con Vox y lo ha hecho, Buruaga también ha dicho que quiere un Gobierno monocolor y podría 'rectificar'. Eso es lo que cree Revilla que puede pasar si Feijóo y Abascal pactan a nivel nacional. «Tiene usted que ser fuerte, pero tengo la duda de si va a guantar. Nosotros sí vamos a ser leales», garantizó el todavía presidente en funciones, que escenificó su entendimiento con la que será su sucesora. La vio «firme y segura de lo que va a hacer» y Buruaga agradeció la «responsabilidad» del PRC.
Si el jueves Buruaga dijo lo que quería hacer, hoy fue el turno del resto de partidos, que preguntaron cómo. Sobre todo, cómo bajar impuestos sin hacer recortes. Recortes que, según el PSOE, es lo que está a la vuelta de la esquina. Un PSOE capitaneado por Pablo Zuloaga que, después del acuerdo PP-PRC y pese a que los socialistas son tercera fuerza política –cierto que quedaron a solo 500 votos de los regionalistas–, defiende que él es el líder de la oposición. Este viernes ejerció de ello. Dio los habituales 100 días de cortesía a Buruaga para poner en marcha «este Gobierno con la extrema derecha», pero avisó de que su formación «no va a pasar ni una»: «Ni un recorte, ni una privatización y ni un copago».
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