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Luis Miguel Fernández sale del bar del Puerto de Santoña con un cigarro en la mano. Son las once de la mañana y, a pesar de la lluvia, el cielo está lleno de gaviotas que sobrevuelan los barcos amarrados. Es un vuelo inútil: no han salido a faenar. «Hay mala mar», dice Luis Miguel. Es un joven menudo, pero cuando habla su voz revela el tono necesario para estar en la cubierta de un barco manejando aparejos sobre olas de seis metros y vientos de cincuenta nudos. «Pues claro que es un oficio duro», dice, «pero se me da bien y lo hago desde niño». El cigarro parece un palillo entre sus dedos y se lo lleva a la boca esperando la pregunta; deseando contar por qué está ahí, amarrado él también ante la flota que es de otro, sin un barco en propiedad. Tiene 33 años y una fijación desde los 18: comprar su propia embarcación. Pero este año tampoco a va a ser posible.
«Hasta que no salió la ayuda no podíamos hacer frente a la compra porque los bancos no te prestaban el dinero. Así que cuando vimos que cumplíamos todos los requisitos, buscamos un barco que se adecuara a nuestras necesidades y lo encontramos en Suances. Pero cuando publicaron la orden (lunes día 14 en el BOC), descubrimos que el barco no está en equilibrio y no podíamos solicitar la ayuda para comprarlo». Ahí se acaba su explicación, en lo inesperado de la paradoja de apelar al equilibrio cuando todo se va al garete. ¿Qué es estar en equilibrio? «¡No lo sé! Algo que estipulan desde Madrid, algo que nos ha dejado sin opción de comprar el barco que necesito para establecerme por mi cuenta», dice, y tira el cigarro al suelo: «Es muy duro dedicarse a la pesca. Estás once meses fuera, y el mes que estás en casa, lo pasas en el muelle reparando el barco. Tengo un niño de cuatro años y una niña de dos, y a la niña la he visto este mes, y al niño, días sueltos». ¿Entonces, por qué sigue? «Se me da bien», dice, y sonríe mientras vuelve a encender otro pitillo.
Óscar BustamantePatrón | 24 años
En ese gesto está la entereza de un sector que el año pasado tenía 133 barcos en activo en Cantabria, mientras que diez años atrás la flota sumaba 171 embarcaciones. Para asegurar el porvenir, son determinantes las ayudas que concede el Fondo Europeo Marítimo de la Pesca, y que vehicula la Consejería de Ganadería y Pesca del Gobierno de Cantabria. Dichas ayudas han ido a distintos fines: renovar motores, modernizar las infraestructuras a bordo; también las ha habido para desguazar barcos viejos, como explica el secretario de la Federación de Cofradías, Enrique Paz: «La gente ha vuelto a la mar tras desinflarse la burbuja de la construcción donde muchos se marcharon, y aunque problemas de personal no tenemos, faltan nuevos armadores, gente que quiera comprar y mantener un barco». Sin embargo, entre que cada vez son menos los jóvenes que quieren dedicarse a ello, y que las condiciones pasan por desembolsos iniciales de entre 200.000 y 300.000 euros, las ayudas que se veían como una varita mágica para la pesca, en esta ocasión se han quedado en vara. «Estamos buscando un barco lo más económico aunque esté destrozado para repararlo y mejorarlo con el dinero de la mar, pero con los requisitos que ponen, mucho margen no te dejan para elegir, así no hay quien lo compre», dice Luis Miguel.
Cada barco se encuentra asignado a un segmento de la flota en función del arte que emplea y las especies que ha capturado. Se estipula un equilibrio, con el fin de asegurar el 'stock', con el cálculo de la situación de cada segmento de flota según indicadores económicos, técnicos y biológicos. Los listados de la situación de la flota y de los barcos que los componen los elabora la Secretaría General de Pesca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Los barcos grandes de cerco, cuyo coste supera el millón de euros, están la mayoría en equilibrio, pero los barcos de menos de 24 metros, que son los demandados por los jóvenes pescadores que quieren empezar, son los que presentan más problemas de equilibrio.
Aunque los fondos europeos se dirijan a apuntalar el sector, la limitación legal en nombre del 'stock' y la capacidad pesquera ha dejado a los jóvenes en un limbo: las ayudas a la compra del primer barco sólo se pueden dar a los buques que se encuentren en un segmento de flota en el que se demuestre que hay «equilibrio» entre la capacidad pesquera y las posibilidades de pesca, es decir, en función del arte que emplea y las especies que ha capturado. Los listados de la situación de cada uno de los barcos los elabora la Secretaría General de Pesca del Ministerio de Pesca, y los traslada a la comunidad autónoma: «Cuando llegó el listado, se trasladó de inmediato a la Federación de Cofradías dada la repercusión que tendría de cara a la concesión de ayudas, al ser necesario este dictamen», dice la directora general de Pesca, Marta López, y asegura que desde la Dirección General «se ha hecho una consulta a las comunidades vecinas para que nos trasladen ofertas de venta de barcos que se encuentren en equilibrio».
La ayuda publicada en el BOC asciende a 200.000 euros y aportaría hasta un 25 por ciento del coste de adquisición del buque pesquero, hasta un máximo de 75.000 euros. Los pescadores deben tener menos de 40 años y haber trabajado al menos cinco como pescadores o disponer del título de patrón; estar dado de alta en el régimen especial de la seguridad social de los trabajadores del mar y adquirir por primera vez la propiedad de un buque de menos de 24 metros de eslora y una antigüedad entre 5 y 30 años. «Todo eso lo cumplo, ¡todo!», dice Luis Miguel: «Desde los 18 años hemos intentado de todo; alquilar, comprar, juntarnos más socios, pero no ha habido manera. Los bancos no sueltan un duro a los jóvenes, pero ahora sí porque hay ayudas, así que necesitamos que supriman el requisito de estar en equilibrio», dice: «Nos comprometemos a ponerlo y mantenerlo en equilibrio el tiempo que sea necesario, pero que nos ayuden con eso».
34 barcos en Cantabria no están en equilibrio y los 94 restantes de la flota sí lo están, según datos de Pesca
El mismo problema afecta a los pescadores en la otra punta de la región. En San Vicente de la Barquera, el socio más joven de la cofradía se ha visto en la misma situación que Luis Miguel cuando ha descubierto que el barco que quería comprar no estaba en equilibrio: «Es como marginarnos, tanto a nosotros por querer comprarlos, como a los que se quieren jubilar», dice Óscar Bustamante. Tiene 24 años, y sale a faenar con su tío y su primo en el barco de la familia. «El que teníamos mirado era un barco de Colindres; se jubilaba el armador, pero nos hemos tenido que echar atrás», dice. ¿Y por qué no comprar otro barco, no hay más ofertas disponibles? La solución no es tan sencilla: «No hay muchos buques porque los armadores optaron por desguazar», señala, y entre los que quedan, «no están en venta o son más pequeños que los que estamos usando ahora».
Luis Miguel FernándezPatrón | 33 años
La Dirección General de Pesca aporta una explicación adicional: «En Cantabria, la flota de arrastre de entre 24 y 40 metros, y la de anzuelo de menos de 24 metros, son las más afectadas al encontrarse en desequilibrio por su alta dependencia de especies pertenecientes a 'stocks' sobrexplotados, como la caballa o la merluza», explica Marta López. En Cantabria, de los 133 barcos que estaban en activo, 34 no están en equilibrio y sí lo están 94, según cifras facilitadas por la Consejería. A nivel nacional, según el Plan de Acción de la Flota vigente, actualmente en España son 1.032 los buques que faenan en segmentos en desequilibrio, frente a 7.322 que lo haría en equilibrio. Óscar ya ha tomado la decisión de esperar a la siguiente convocatoria para tener su propio barco, y a pesar de la situación, asume su decisión de continuar con la profesión familiar como algo lógico: «Me encanta», dice, y sonríe demostrando su verdadera juventud de veinteañero. «A mi padre le gusta que haya seguido, pero ver lo que era la pesca hace 20 años a lo que es hoy en día...». ¿Tan distinto es? «Lo que más ha cambiado son las cuotas de pesca», dice mirando una y otra vez al barco de madera azul sobre el que tantas horas pasa en alta mar. «Antes podías dedicarte a lo que quisieras con ciertos topes, ahora tienes que estar más pendiente de pescar lo que te dejan y no de lo que puedas». Y vuelve a mirar su barco amarrado, tan quieto, tan limpio todo en un puerto callado.
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