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ABEL VERANO
Rasines
Lunes, 14 de marzo 2022, 07:11
Desde la cama que colocó en la planta baja de su vivienda, para evitar las goteras que entran por el tejado, se puede leer un cartel con las 'Normas de la casa', que entre otras son 'Enfadarse muy poco', 'Sonreír cada día' y 'Llorar sólo ... de emoción'. Mensajes que, en circunstancias normales, se pueden aplicar en el día a día. Pero cuando has tenido que abandonar tu deteriorada casa por el riesgo de derrumbe del tejado ruinoso de tus vecinos, con dos sentencias favorables, y con 25 años de hipoteca por delante, es muy complicado no coger un buen enfado, perder la sonrisa y llorar de rabia, impotencia y frustración.
A sus 34 años, Marta Castillo está viviendo un auténtico calvario y se encuentra en un callejón sin salida. En 2007, con 19 años, compró una vivienda en la localidad de Ojébar (Rasines) por la que pagó 145.000 euros y suscribió una hipoteca a 40 años. Inicialmente se alojó con sus padres en la vivienda, al tiempo que ella seguía formándose para poder abrir en Laredo, donde tiene familia, su propia peluquería.
Como se puede apreciar en la imagen principal que ilustra este reportaje, la vivienda colindante a la suya -propiedad de dos amigos- se encuentra en estado ruinoso, principalmente el tejado, que bordea al suyo e incluso sobresale por la carretera que cruza la localidad. Y con el paso de los años, y ante la falta de mantenimiento, la degradación de dicha vivienda ha ido en aumento. Hasta tal punto que en 2014 empezaron a entrar goteras en la vivienda de esta joven, que provocaron que su padre sufriera un accidente achicando agua. «El 28 de febrero de 2015 mi padre se rompió cuatro costillas sacando agua», recuerda con exactitud. Tanta que, un año después, interpuso su primera demanda, que fue estimada dos años después, condenando a sus vecinos a indemnizarla con 2.950 euros, más los intereses por los daños ocasionados como consecuencia del mal estado de su tejado.
«Con ese dinero realicé diversas reparaciones y encargué un informe pericial que concluye que se debe exigir la demolición de la cubierta y posterior reconstrucción a mis vecinos, ya que constituye un serio peligro para los usuarios, para mí y el vial público. Ante la falta de respuesta de los propietarios, el perito entendía que debía actuar el Ayuntamiento de forma subsidiaria y de manera urgente», cuenta Marta, que ni en ese momento ni ahora ha recibido una respuesta afirmativa por parte de sus vecinos o del Consistorio de Rasines.
Tras la reforma realizada en 2018, volvió a su casa, esta vez sola, aunque apenas permaneció en ella un año y medio puesto que el deterioro del tejado de sus vecinos provocó nuevas goteras, humedades -que a día de hoy se perciben al cruzar la puerta- y desperfectos en las vigas de madera de su vivienda. De nuevo recurrió al Juzgado y otra vez le dieron la razón, ordenando a los propietarios a indemnizarla con 6.575 euros y a acometer la rehabilitación de la cubierta. Pero ni lo primero, ni lo segundo. Porque ni han arreglado el tejado (de hecho tienen a la venta la casa por 55.000 euros), ni han indemnizado a esta mujer. «A uno le pude coger 2.750 euros, pero cuando se percató dejó de ingresar dinero en su cuenta», lamenta.
Con las dos sentencias a su favor, Marta Castillo se dirigió hace un par de años al actual alcalde de Rasines, Sergio Castro (PRC), al que le remitió, tal y como hizo al anterior regidor, el informe pericial en el que se indica la necesidad de rehabilitar el tejado con urgencia. «La respuesta que me dio es que, según los técnicos del Ayuntamiento, no hay riesgo de derrumbe, pero no me lo quieren dar por escrito. Me dicen que es un tema judicial y que no pueden intervenir», asegura.
Ante la postura del Consistorio, la mujer -que está «muy preocupada» porque el deterioro de su vivienda por el agua provoque algún accidente en la carretera que pasa junta a ella- ha optado por solicitar al Juzgado que le autorice -con el visto bueno que le ha dado uno de los dos vecinos- a realizar a su costa una intervención que le permita poder volver a su casa, a la espera de un arreglo integral del tejado colindante. «Me han comentado que con una inversión de 6.000 euros se podrían frenar las filtraciones de agua», indica.
Pero eso no le daría vía libre para volver a residir en su vivienda, ya que tendría que invertir «otros 50.000 euros» para reparar los daños provocados por el agua y las humedades. «Me compré una casa nueva y no vale para nada. Y no puedo acceder a otra vivienda, ni siquiera de alquiler», lamenta, al tiempo que dice que no se queja porque, «por lo menos», está viviendo junto a su madre. «Pero es muy injusto que se caiga mi casa con tantos años de hipoteca aún por pagar».
Ante esta dramática situación, el alcalde de Rasines asegura que el Ayuntamiento no puede acometer subsidiariamente una intervención «porque carecemos de una dotación económica». «Tenemos 50.000 euros de obras y casas por tirar en el municipio hay muchas. En este caso hay una sentencia judicial que obliga a los propietarios a reparar la cubierta y lo que tienen que hacer es ejecutarla», apunta el alcalde, que estima que el coste que supondría el derribo de ese tejado sería «muy elevado».
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