«Compré diez novillas y recibí sólo dos, por eso no pagué. No sabía nada de este tejemaneje»

Los hechos que han dado lugar a este pleito, cuyo juicio se celebra desde ayer en la Sección Primera de la Audiencia Provincial, tuvieron lugar en abril de 2016. Según sostiene la Fiscalía, uno de los acusados expresó al ganadero su interés por las novillas. Un día después, apareció junto a otro hombre, también acusado, en el domicilio de aquel para acordar la venta de diez reses.

Al tercer día, el segundo de los acusados se llevó las novillas y dio al ganadero una factura por importe de 4.764 euros a nombre de otra persona distinta, que también está acusada en este pleito. Junto a la factura, le entregó dos pagarés firmados por el hermano del hombre que figuraba en la factura, que también está acusado (estos dos hermanos son los propietarios de una ganadería de Logroño, que fue quien compró las reses).

La Fiscalía explica que cuando los pagarés fueron presentados al cobro, se devolvieron impagados y el ganadero nunca recibió el precio estipulado ni recuperó los animales vendidos. «Todos estos hechos fueron orquestados por los encausados, y determinaron, con la actuación descrita, una apariencia de compra que generó en el ganadero, con la entrega de los pagarés, una fundada creencia de que los mismos serían pagados a su vencimiento». Por ello, la fiscal califica los hechos como un delito de estafa y solicita una condena para cada uno de los acusados de dos años de prisión, así como el pago por parte de todos ellos de manera conjunta de una indemnización en concepto de responsabilidad civil de 4.764 euros.

En la sesión celebrada ayer (hoy está previsto que finalice el juicio) prestaron declaración los cuatro acusados -dos de manera presencial y los otros por vídeoconferencia-, que rechazaron los cargos.

El primero, que presuntamente fue el que inicialmente se interesó por las diez reses, contó que simplemente se limitó a acompañar a otro de los acusados (el intermediario entre el ganadero y la empresa de Logroño) para que realizara la compra. Después dice que acordó con el intermediario quedarse con cinco de las diez novillas «porque los dos socios de la ganadería de Logroño me habían dado unos pagarés que no pude cobrar». «Acordamos que yo me quedaba las cinco novillas y rompimos los pagarés», afirmó para insistir en varias ocasiones que el problema de este «rollo» viene porque se ha hecho mal la guía (el cambio de titular de los animales).

Y es ahí donde entra el relato del segundo acusado, el intermediario, que dijo que, por orden de los responsables de la empresa de Logroño, llevó las reses a la feria de Torrelavega «a ver si las vendía». «Vendí cuatro. Una se la llevó otro al que debía algún pagaré la empresa de Logroño y por otras dos saqué mil euros con los que compré otras reses. Al final fueron a La Rioja tres vacas, dos del denunciante».

Frente a esto, los dos socios (y hermanos) de la ganadería de Logroño negaron que autorizasen al intermediario a vender las vacas en Torrelavega. «Estábamos esperando a que llegasen las diez novillas y llegaron tres, dos de ellas del denunciante, que estamos dispuestos a pagar. No entiendo que los animales no llegasen directamente».