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Una condena de carrera
Leyendas de aquí ·
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El Interfacultativo se construyó sobre los planos de una cárcel o estaba proyectado para construirse en Andalucía, según la versiónEscobar no se había construido una cárcel, se construyo una fortaleza. Pero no importa cómo la decores, una jaula sigue siendo una jaula». La frase es del personaje de Steve Murphy en 'Narcos' y dice eso: que cárcel es una cárcel. Como diría el expresidente Rajoy, un plato es un plato. Y no se puede disimular. De ahí que con el cambio de siglo hubiera estudiantes de la UC convencidos de que el Edificio Interfacultativo que habitaban, con sus clases, sus ejercicios y sus exámenes era una cárcel. No en el sentido figurado, sino en el literal.
Y bueno; no es que las clases de algunos profesores y profesoras fueran como un fin de semana en un parque temático, pero tomárselas como una condena quizá resulte excesivo. Aun así, hacia el cambio de siglo se extendió esa leyenda urbana en la Facultad de Filosofía y Letras, en la que por cierto se imparte Historia y Geografía, pero no Filosofía –sí que lo hizo en su origen, antes de que los estudios se bifurcaran en esos dos grados–. ¿Más detalles sobre la leyenda? Ni los hay ni falta que hace: esa fachada enladrillada escoltada por el polideportivo y la Facultad de Ciencias en el Campus de Las Llamas, en cierto modo el corazón del Campus de Las Llamas, el mayor de la Universidad de Cantabria, está construido de acuerdo de los planos de una prisión. Algo que justificaría la estructura carcelaria del edificio; que la tiene.
Comenzado a edificar en 1984, aunque no fue hasta 1987 cuando entró en servicio, sus permanentes goteras y malos acabados, que obligaron a constantes parcheos y a la sustitución de la cubierta abovedada de la biblioteca, contribuyeron a crear leyenda sobre uno de los edificios con más trasiego y ebullición de la UC, que también acoge la Facultad de Educación. Según qué zona se mire la estructura del edifico sí que podría responder a esa morfología, aunque ya no se conserve esa bóveda original.Al menos sus galerías sí que lo evocan; eso no se puede discutir. Entrar en la Biblioteca Central de la Universidad de Cantabria es hacerlo, si no fuera por los libros y los pupitres, en el escenario de una película carcelaria. De ahí a identificarlas con las de una cárcel, los despachos como celdas y las aulas como quién sabe qué va un trecho, pero la explicación mítica siempre queda muy a mano y exige mucho menos esfuerzo que la verdadera.
Como siempre, la leyenda muta como un virus según quién la cuente. Que si se reciclaron y adaptaron unos planos de una prisión no construida; que si directamente se utilizaron los planos de una cárcel; quién sabe cuál y por qué.
Todo lo más, se puede decir que el boca oído se viralizó entre el alumnado de las facultades de Filosofía y Educación, pero se quedó dentro de ese ambiente –en especial a partir de finales de los noventa y durante la primera década del siglo XX–, sin salir al resto de la ciudad. Que además fueran los de historia merece un tirón de orejas, porque sobre el rigor histórico de la afirmación, por seguir por un clásico como Rajoy, ya tal.
En realidad elInterfacultativo se construyó sobre un proyecto de Domínguez y Gayarre destinado desde un principio a albergar la Facultad de Filosofía y Letras, acogida en sus primeros años en Ciencias después de que no se recibiera permiso para instalarla en Las Salesas, y la de Escuela Universitaria de Magisterio, transformada después en Facultad de Educación.
También circula otro rumor por Las Llamas: que el edificio estaba destinado a un campus enAndalucía, como lo demostrarían sus cubiertas planas y no a dos aguas, con las permanentes goteras que recuerdan generaciones enteras. Claro que también se dice que la que estaba proyectado para el sur, para Andalucía o Canarias, era la Facultad de Ciencias. Eso de los campus móviles no es nada nuevo. También el de la Universidad del País Vasco en Leioa, no mucho más antiguo que el de Santander, estaba construido de acuerdo con un proyecto destinado a Andalucía, según se decía en los noventa.
Que nadie se vuelva loco: la Universidad de Cantabria cuenta con un Servicio de Infraestructuras que tiene documentados todos sus edificios, máxime en una ciudad tan joven en la que el origen de todas sus construcciones es muy sencillo de rastrear. Pero a pesar de la tenaz realidad, las goteras, la estructura y los problemas del edificio gestaron la leyenda; cosas de las primeras calidades.
De todos modos, si algún día ven a un profesor titular de Historia delArte enredar en los despachos de Prehistoria en busca de un pico o un pequeño martillo para gemas, igual es que al final algo ocurre.
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