Nunca una directora general de Salud Pública del Gobierno de Cantabria ha tenido sobre sus hombros tanta responsabilidad. Desde que aparecieron los primeros casos, Paloma Navas, especialista en Medicina Preventiva y doctorada en Gestión Sanitaria, ha sido la encargada de monitorizar el avance del coronavirus en la comunidad autónoma. Confirma que todos los datos apuntan a que el peor momento ya ha pasado, pero avisa del peligro de bajar la guardia.
-¿En qué momento se encuentra la epidemia en Cantabria?
-La curva se está aplanando y empieza a descender, con el confinamiento baja la cercanía física entre personas y eso disminuye los contagios. Pero la epidemia no está superada. Resulta fundamental que no nos confiemos y mantengamos la alerta permanente sobre las medidas y recomendaciones de limitar las salidas a lo mínimo imprescindible. Tenemos que evitar por todos los medios poner en riesgo los beneficios obtenidos con tanto esfuerzo.
-La comunidad autónoma ya superó el pico de infecciones nuevas. ¿También el de hospitalizaciones, que según el consejero se daría esta semana? ¿Pueden producirse nuevos repuntes de contagios?
-Desde el comienzo se aplicó el principio de precaución y se manejaron modelos de máximos. El confinamiento ha servido para controlar los escenarios y tener uno benigno, pero no podemos afirmar que no vaya a haber otro pico de contagios y, por tanto, de hospitalizaciones. Esto podría darse al aumentar la frecuencia de contacto con otras personas provocando un aumento en la diseminación del virus. Es clave cambiar algunos hábitos: no hablo de lo más evidente como las mascarillas, me refiero a lavarnos las manos muy a menudo, a cubrir siempre el estornudo, a solo consumir comida bien tapada. Sería muy útil que, a raíz de esta pandemia, hiciéramos cambios culturales a mejor, cambios que nos ayudarán a prevenir todas las demás enfermedades infecciosas. A partir de ahora, en todos los lugares públicos de España debe ser posible lavarse correctamente las manos. Esto, que no se veía como algo prioritario hace cuatro semanas, hoy es indiscutible.
-El Gobierno recuerda que aquí la tasa de hospitalizados, de ingresados en UCI y de fallecidos es menor a la nacional. ¿Por qué?
-Teniendo muy presente a las personas que han fallecido, es cierto que debemos alegrarnos por las cifras de personas que sobreviven. Para lograrlo, el equipo es la clave: Transformación Digital está implantando tecnología de respuesta en tiempos imposibles; Ordenación Farmacéutica asegurando los tratamientos y gestionando las incapacidades temporales; Salud Pública trabaja con intensidad para la mitigación de la pandemia y la reducción de contagios. Todos, mano a mano con la atención sanitaria. Gracias al gran trabajo de los hospitales más pequeños, pero muy resolutivos, como Laredo y Sierrallana, que han ampliado capacidad en tiempo récord, se ha podido regular la demanda y nuestro hospital de referencia, Valdecilla, con servicios punteros como el de infecciosas e intensivos, se puede centrar en los casos más complejos consiguiendo muy buenos resultados. Además, en la base está la Atención Primaria: si España no tuviera un sistema de esta calidad tendríamos muchos más fallecidos.
-Teniendo en cuenta las primeras proyecciones de la Consejería, ¿se puede decir que las peores previsiones han estado lejos de cumplirse?
-De la primera ola, sí. De las siguientes hay que esperar a los estudios de seroprevalencia para proyectar cómo serán. Es preciso colocarse siempre en el peor escenario. Si estamos preparados para las proyecciones más adversas, nos resulta más sencillo adaptarnos a mejores escenarios.
«Se ha evidenciado que hay que invertir más en vigilancia epidemiológica y alerta rápida»
-Las residencias de mayores se quejan del trato que han recibido de Sanidad.¿La Consejería hace algún tipo de autocrítica?
-Se hace un esfuerzo enorme por las residencias de mayores. Un trabajador de una residencia tiene 30 veces más probabilidades que un trabajador de cualquier otro sector de Cantabria de haber recibido una prueba. Muchos trabajadores de hospitales de España no han tenido tanta suerte. Posiblemente se ha testado ya a un 30% de ese colectivo. Pero yo sí hago autocrítica: debía haber habido una interlocución directa con las residencias. Al principio de la pandemia nos repartimos el trabajo con Servicios Sociales e hicimos un protocolo en el que ellos tenían contacto directo con las residencias, evaluaban si había residentes o trabajadores enfermos y nos lo pasaban a nosotros, que poníamos en marcha la maquinaria de muestreo. Estuvimos tan centrados en el pragmatismo de solucionar problemas que, en mi caso, tuve que delegar la comunicación directa y eso es complicado. No solo deben saber que trabajamos para ellos sin descanso, también tienen que sentirse acompañados y en eso yo me he equivocado. Aunque es muy laborioso, estoy llamando personalmente a todos los directores y directoras. Son conversaciones motivadoras y enriquecedoras. Sabemos que estamos juntos en esto.
-¿Sería positivo un levantamiento asimétrico del confinamiento en función de la situación de cada comunidad autónoma?
-No hay hoja de ruta conocida hacia el levantamiento del confinamiento. Ninguno de los países de Europa ha estado en una situación similar. España tampoco.
-¿Cómo será ese proceso gradual de vuelta a la normalidad?
-La vuelta gradual a la normalidad... Creo que muchos y muchas nunca volveremos a la normalidad. Ha habido mucho dolor que tendrá que sanar. También estamos aprendiendo, a base de chocar con la realidad, de nuestra vulnerabilidad. Espero que esto nos haya hecho entender lo que es verdaderamente importante en la vida y lo fundamental que es estar unidos y respetarnos. Eso, lamentablemente, muchos no lo quieren entender porque se alimentan del conflicto y de la crispación. Cuanta mayor crispación, más complicado va a ser que tengamos la serenidad necesaria para levantar el confinamiento como es necesario: con mucho orden y prudencia, ampliando los movimientos, pero evitando aglomeraciones hasta que no tengamos un riesgo mínimo de brotes.
«La epidemia no está superada. Hay que mantener la alerta ante las medidas y recomendaciones»
-¿Puede asegurar que todos los muertos por coronavirus son los que aparecen en las estadísticas? ¿Cómo interpreta el aumento de casi un 50% en la mortalidad general en marzo?
-De momento, es pronto para interpretar la mortalidad. Ese análisis debe ser profundo y con todos los datos. Las defunciones a edades avanzadas tienen varias causas que confluyen y existe la posibilidad de que el Covid sea una de ellas, pero hay que esperar a los datos definitivos para saber si fue causa básica, inmediata, intermedia... Los registros de mortalidad se ven afectados por los nuevos diagnósticos y esto puede dar lugar a conclusiones erróneas. Por ejemplo, una persona con cáncer de pulmón que además se infecta de coronavirus y fallece, ¿cómo se codifica? En España tenemos un buen sistema de registro de mortalidad. Sin embargo, parece que a algunos sectores les interesa más que la ciudadanía desconfíe absolutamente de todo, incluido los sistemas de salud.
«Se ha hecho un gran esfuerzo, pero hago autocrítica: tuvo que haber más interlocución»
-¿Se podría haber hecho más para reducir la incidencia del Covid-19 en Cantabria? ¿Está ahora preparada ante un posible repunte en otoño?
-Un cambio profundo que se ha evidenciado es que hay que invertir más en los sistemas de vigilancia epidemiológica y de alerta rápida. Hoy es incontestable que tenemos que invertir más. Los sistemas de salud han ido enfocándose en las enfermedades crónicas e individuales, desarrollando tratamientos sofisticados con tecnologías punteras. Pero sus presupuestos no han crecido suficientemente. Esto se debe, por una parte, a que no había sensación de peligro de pandemia y, por otra parte, a que resultaba mucho más atractivo invertir en infraestructuras que en salud, especialmente en prevención.
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