

Secciones
Servicios
Destacamos
Ángela casado
SANTANDER.
Lunes, 10 de septiembre 2018, 07:08
«Soy capaz de hacer mucho más de lo que pensaba», expresa emocionada Paula -prefiere no utilizar su nombre real para preservar su identidad-. Tiene ... poco más de veinte años y, hasta hace dos meses, desconocía cuál era la profesión a la que le gustaría dedicarse. Es una circunstancia habitual entre personas de su edad pero, en su caso, se une al estigma de padecer una enfermedad mental. Cuando terminó la educación obligatoria, trabajó como dependienta y también cuidó de una anciana. En un periodo de inactividad, decidió acudir al centro de rehabilitación psicosocial de Padre Menni, donde realiza actividades para desarrollar sus habilidades sociales y sus capacidades.
El pasado marzo, la Fundación ONCE aportó una subvención -como organismo intermediario del Fondo Social Europeo- al centro cántabro bajo el nombre 'Insertamente', con el objetivo de mejorar la empleabilidad en personas con enfermedad mental. Los participantes debían cumplir tres requisitos: Tener entre 16 y 30 años, estar apuntados en Garantía Juvenil y tener un grado de discapacidad superior al 33%. Una vez seleccionados aquellos que formarían parte del proyecto -un total de seis personas-, se iniciaron unos talleres teórico-prácticos de nueve semanas en los que se impartieron competencias personales, laborales y prácticas. «Buscamos empresas colaboradoras afines a las preferencias de los integrantes del programa», explica el psicólogo de Padre Menni y uno de los responsables del programa, Sergio Saiz.
Paula no tenía claro a qué se quería dedicar. Para tener más posibilidades de encontrar un puesto a su gusto, decidieron dividir su periodo de prácticas entre dos actividades que consideraron adecuadas a su perfil. Pasó un mes en una farmacia y otro en un centro psicogeriátrico. Una vez terminadas ambas experiencias, la balanza se inclinó hacia la última ocupación. «Aunque he estado muy contenta en los dos, me gusta el contacto con personas que me necesitan. Es muy bonito, pero también muy duro», relata.
Su compañera María -también utiliza nombre ficticio- lo tenía más claro. Estudió un ciclo superior de auxiliar de enfermería y estuvo los dos meses en una mutua de accidentes de trabajo. Hacia el final del periodo, le ofrecieron un puesto en un hospital que no dudó en aceptar. «Intenté compaginarlo con las prácticas, pero era muy complicado y me decanté por el trabajo. ¡Quería dedicarle toda mi atención!». El programa de inserción, en su caso, cumplió con su objetivo.
Los talleres teóricos se dividieron en dos grandes bloques. El primero, enfocado a las competencias personales, estaba diseñado para enseñar a los participantes a ser asertivos en el trabajo y a manejar el estrés. El segundo estaba orientado a las competencias laborales: Alfabetización digital, búsqueda activa de empleo -tradicional y a través de internet- y formación en riesgos laborales. Una vez finalizadas las nueve semanas de talleres, comenzaron los dos meses de prácticas no laborales. Se organizaron de manera muy individualizada para diseñar cada una en función de las preferencias y necesidades de los participantes.
La colaboración entre la Fundación ONCE y Padre Menni ha tenido grandes resultados. Por ello, el centro ha decidido continuar con el programa, esta vez en solitario. La parte teórica se desarrollará en septiembre y octubre y, en el caso de que algún participante no pueda comenzar en esas fechas o necesite más formación, se alargará hasta noviembre y diciembre. Los cambios más sustanciales respecto al programa 'Insertamente' son que desaparecerá el límite de edad –antes sólo podían apuntarse menores de 30– y no será necesario tener más de un 33% de discapacidad. Además, serán 10 las personas seleccionadas. Las Unidades de Salud Mental (USM), el Emcam y el Programa Asistencial de las Fases Iniciales de Psicosis (Pafip) serán derivadores en esta segunda edición.
Finalmente, se eligió una peluquería, un taller, un servicio de mantenimiento -donde se destinaron a dos personas-, una farmacia, un centro psicogeriátrico y una mutua. Además, se hizo un seguimiento psicológico para asegurarse de que los jóvenes se sentían cómodos durante el progreso de la actividad.
Su futuro se presenta esperanzador. María continuará con su nuevo empleo y, de cara al futuro, le gustaría ir a la universidad. «Miraré las pruebas para mayores de 45 años, ¡aunque todavía queda mucho!». Dibuja su vida a largo plazo. Aunque nunca ha sido una estudiante «de sobresaliente», ha sido muy constante. Después de terminar Bachiller, hizo un grado superior de Obra Civil, un curso de Animador Turístico y, finalmente, Auxiliar de Enfermería, donde encontró su verdadera vocación. Aunque Paula no tiene tan claro qué le deparan los años, ha decidido que quiere volver a estudiar. Y que puede. Este mes va a empezar un curso de atención sociosanitaria porque ayudar a los demás es su máxima motivación. También acudirá a Padre Menni para continuar con las actividades que le proponen. «Lo más significativo que me llevo de las prácticas es ser consciente de que soy capaz de sacar adelante el trabajo». Los primeros días, se sentía perdida y cansada pero, con el paso del tiempo, realizaba sus tareas sin necesidad de ayuda. «Jamás pensé que lo lograría».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.