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La Dirección General de Montes y Biodiversidad de la Consejería de Desarrollo Rural convocará la Mesa de la Caza de forma urgente para estudiar las posibles soluciones a la superpoblación de jabalíes en Ribamontán al Mar y Escalante. Desde el Ejecutivo adelantan que «una de ... las alternativas existentes requeriría modificar algunos aspectos de la actual Ley de Caza», aunque no aclaran en qué consistiría este cambio ni con qué fin se realizaría. El objetivo es, si no erradicar, sí reducir la superpoblación de cerdos salvajes en estas dos zonas costeras de la región donde hasta ahora su presencia era testimonial. Nadie veía un jabalí cruzar la carretera, revolcarse por los campos de siembra –y destrozarlos– u hozar los jardines.
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Los residentes no se encontraban suidos en la puerta de casa al llegar de madrugada, como le pasó en una ocasión a María Luz Calvillo, propietaria de una casa rural en Ribamontán. Pero ahora sí. Ahora, los jabalíes son un problema. Y aquí cumple un papel más secundario que protagonista su depredador, el lobo, que ocupa cada vez más terreno. Por eso huye el jabalí, «que cuando llega a un lugar tranquilo como el litoral, con abundante vegetación, donde puede reproducirse, alimentarse y permanecer a resguardo, se queda», explica Rubén López, del Club Deportivo de Caza 'Los Ribamontanes', cuyos miembros han ofrecido su ayuda a la Consejería para realizar batidas en los alrededores de las urbanizaciones por las que se mueven. Vecinos, cazadores y ayuntamientos entonan, de hecho, una queja unánime por las molestias que ocasiona el animal. Una protesta que el Ejecutivo tendrá que gestionar. Y lo hará. Lo que se desconoce es cómo.
La normativa «impide disparar en zonas de seguridad –entornos urbanos y ejes de las autovías–», afirma Gerardo Merino, de la Asociación de Agentes del Medio Natural de Cantabria. Sin embargo, la Dirección General de Montespuede autorizar –y autoriza– que se realicen controles poblacionales en estas áreas cuando los jabalíes representen un peligro para la circulación. Se ha hecho en Maoño, Piélagos y se podría hacer en Loredo, el pueblo de Ribamontán al Mar donde ponen en jaque la seguridad de sus habitantes. Además de las batidas, «los clubes de caza pueden poner en práctica el 'perreo', que consiste en emplear perros de caza para echar a los jabalíes, o el trampeo», explica Rubén. Aunque estas parecen más medidas disuasorias que definitivas, y colocar trampas pondría en riesgo también a otras especies.
«Cuando llega a un lugar tranquilo donde encuentra comida y vegetación,el jabalí se queda»
«Hemos solicitado quenos autoricen a realizar batidas y nos ofrecemos a ayudar en lo que sea»
«La Consejería de Desarrollo Rural autoriza que se realicen controles cuando haya peligro»
Los cazadores son, por otro lado, responsables de sufragar la reparación de los daños que los cerdos salvajes provocan en sus cotos de caza. Por este motivo, y con el fin de garantizar la seguridad de los vecinos, «hace más de una década que se decidió retirar del coto a las urbanizaciones de Loredo», donde ahora sufren –literalmente– la presencia del jabalí, que aquí encuentra bosque sin mantener, plumeros y alimento abundante. Un paraíso que está haciendo suyo.
Para el presidente de la FederaciónCántabra de Caza, Ignacio Valle, la única solución viable pasa por «cazar a los jabalíes». Hacerlo, eso sí, «un día entre semana, en invierno –muchas son segundas residencias y están desocupadas en esta época del año–, a una hora en la que no se moleste a los residentes y advirtiendo a los conductores para que aumenten la precaución». Valle alerta a su vez de la gravedad de la situación. «Las poblaciones se han ido disparando y se necesita mucha actividad cinegética, lo que es complicado de gestionar en las zonas periurbanas».El presidente de los cazadores aporta un dato que puede parecer exagerado, «pero no lo es», insiste. «Que hay tantos jabalíes en el litoral como en la Reserva del Saja» y que, por eso, desde la Federación han planteado a la Consejería «realizar batidas todos los fines de semana, sobre todo si los animales se introducen en zonas urbanas como esta». O como Laredo o Noja, donde también se han topado con ellos.
«Es un animal listo, oportunista, que no tiene mucho miedo a las personas y vive en cualquier sitio donde haya comida y tranquilidad». Dicho así, a priori, no parece muy diferente a lo que puede desear cualquier ser humano. El problema es que la convivencia entre ambas especies salta por los aires cuando ocupan el mismo espacio.
Ahí es donde entra la Consejería. Antes de tomar una determinación, «analizaremos detalladamente los informes aportados por los agentes del Medio Natural, que realizarán un estudio y una valoración acerca de la presencia de jabalíes en la zona». Después se estudiará qué método puede resultar más efectivo. Desde la Consejería insistieron en que se trata de una demanda de «los ganaderos, los vecinos y los miembros del coto de caza», que han trasladado su malestar alEjecutivo en más de una ocasión. La situación es tan rocambolesca que «los cazadores solicitan que se rebaje el coto de caza en las zonas altas, donde cada vez hay menos jabalíes como consecuencia de los lobos». Parece el mundo al revés.
El desplazamiento de la fauna salvaje hacia la costa es una circunstancia con la que varios –cada vez más– cántabros tienen que lidiar todos los días. Unos porque el lobo se cuela en sus fincas y deja a muchos animales muertos y desmembrados. Otros por el peligro que corren al circular por una carretera donde cruzan jabalíes, con el riesgo de impactar con uno. En el mejor de los casos, quedará en un susto. En el peor, no podrán contarlo. El problema es ya de por sí difícil de solucionar, pero lo es más tratando de contentar a todas las partes. En el interior y en el litoral, no suele llover con la misma intensidad ni a gusto de todos.
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