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«Que un Gobierno como el de Cantabria, que se dice progresista, tenga trabajadores que no llegan ni a mileuristas...». Los conserjes de los ... centros educativos no aguantan más, están cansados de la situación de precariedad laboral en la que viven -malviven- cuando su tarea es «fundamental» para que funcione el complejo organigrama de una escuela. «Sin nosotros, no podría salir adelante», defienden.
Denuncian que sufren una «doble marginación»: la categoría -subalterno- en la que están incluidos dentro del convenio colectivo del personal laboral del Gobierno «es la peor tratada» y, a su vez, sus salarios son peores que las de otros subalternos de otras consejerías: cobran una media de 300 euros menos al mes. «Las diferencias estriban en los complementos que ellos sí reciben: por turnicidad, festividad, jornada prolongada... Nosotros sólo cobramos 1.083 euros brutos y los compañeros que vienen a sustituir una baja o no tienen antigüedad reciben 800 ó 900 euros», detallan Reyes Ruiz, Javier García, Luis Ángel Balbás, José Alberto García y Jesús Osorio, portavoces de la plataforma reivindicativa que han constituido 147 conserjes cántabros -tres cuartas partes del total- para exigir al Ejecutivo, de forma unificada, «soluciones que dignifiquen nuestros precarios salarios y mejoren las condiciones de trabajo».
Tras la última asamblea, han decidido priorizar dos reivindicaciones: el reconocimiento de la especial dedicación y el complemento singular de puesto. Demandas que el Comité de Empresa se ha comprometido a defender ante la Administración, a quien ha solicitado una reunión a tal efecto.
El colectivo critica que desde que se efectuaron las transferencias de las competencias educativas a las comunidades autónomas, hace casi 20 años, se han convertido en «los grandes olvidados, casi invisibles, para los diferentes responsables que ha tenido la Consejería de Educación y el Gobierno de Cantabria». Relatan que, desde entonces, aparte de las funciones que ya venían realizando como conserjes cuando dependían de la Administración del Estado, se han añadido otras nuevas y se ha incrementado su jornada laboral a raíz de la ampliación de la apertura de los centros de enseñanza provocada por la incorporación de más ciclos formativos -Bachillerato internacional, Escuelas de adultos...-. Cambios que han repercutido en sus condiciones de trabajo, que se han visto «notablemente empeoradas» mientras su revisión retributiva quedó congelada. Ni un euro más que hace dos décadas. «Desde 1999, los docentes, con quienes compartimos centro, han tenido tres actualizaciones retributivas; nosotros, ninguna», critican.
La frustración se multiplica cuando miran al exterior y ven que, en el ámbito en el que conviven, distintos tipos de personal, funcionarios, empleados de empresas privadas, han visto «justamente reconocidas» sus reivindicaciones salariales y de condiciones de trabajo y han suscrito acuerdos «de mejora o modernización». Y a su lado, han visto como otros compañeros laborales -operarios de carreteras, de montes...- que «trabajan para el mismo Gobierno, con la masa salarial que nos pertenece a todos y contra los que no tenemos nada que objetar, han firmado acuerdos de mejora de sus condiciones salariales».
Los conserjes añaden que los horarios que se acuerdan cada año con la Consejería de Educación incluyen «cada vez más» modificaciones de la jornada, prestación de turnos en horarios distintos a los pactados con carácter general para el resto de trabajadores laborales del Gobierno y la cobertura de la mayoría de necesidades de servicio, permisos y similares con los efectivos presentes, sin refuerzos, «comprometiendo» todo ello la conciliación de la vida familiar y laboral de los subalternos, sometiéndoles a «una disponibilidad absoluta no reconocida».
Así, la plataforma destaca que, además de lo pactado en convenio, realizan otra serie de tareas específicas que «no están reconocidas ni económica ni normativamente». Un interminable listado: atender a padres o tutores de alumnos vía telefónica o de manera presencial, informar al equipo directivo del centro de la presencia de padres cuando éstos lo requieren, llevar el control del material, atender a representantes de las distintas empresas suministradores de productos, ejercer de auxiliar administrativo, reponer botiquines, curar heridas y quemaduras a los escolares, realizar reparaciones en las instalaciones de mayor de calado que las exigibles, el montaje de medios audiovisuales, el manejo de fondos económicos... Y destacan que, incluso, colaboran en labores para-docentes, tales como el control del alumnado en los recreos, pasillos, aulas y en la entrada y salida del centro o la realización de controles auxiliares con la Jefatura de Estudios informando de los retrasos y salidas no autorizadas de los estudiantes, entre otras.
Los conserjes reprochan que la falta de sensibilidad con su trabajo es «aún más grave» teniendo en cuenta que los puestos de subalterno son el destino de «la mayoría» de los trabajadores laborales del Gobierno con problemas de salud y que el porcentaje de mujeres es elevado, por lo que se trata de un «colectivo vulnerable que, en ningún caso, debiera ser objeto de más discriminación laboral, teniendo que ser una obligación moral el reconocimiento de sus condiciones de trabajo».
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