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En el Servicio de Neumología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla todo el personal está consternado. Nadie entiende cómo Mikel Zabaleta, médico y compañero de 61 años, pudo fallecer el domingo cuando practicaba piragüismo en la bahía de Santander. «Era un hombre deportista, ... no hay explicación para lo que le ha sucedido. No entendemos nada», confesaba ayer José Cifrián, jefe del Servicio en el hospital. «Estamos todos destrozados. Era un neumólogo con mayúsculas, un gran profesional, conocido en todo el hospital».
Zabaleta se había convertido en un referente en cáncer de pulmón y era también un gran divulgador que compartía sus conocimientos en simposios y charlas. Hace tan solo unos días estuvo hablando en Televisión Española sobre su ámbito médico.
Ayer, por los pasillos de Valdecilla se escuchaba una y otra vez su nombre y en todos los casos la pregunta era siempre la misma: ¿qué es lo que le sucedió realmente?
El domingo amaneció con cielos despejados, buena temperatura y el mar calmado. Hacia las doce del mediodía, varios paseantes en la playa de Somo contemplaron desde el arenal a Zabaleta y observaron que algo iba mal; se metieron al agua y le sacaron. Fueron los primeros en socorrerle porque se encontraba en parada cardíaca. De inmediato llamaron a los servicios de emergencias del 112, pero cuando llegaron, los bomberos y los sanitarios del 061 no pudieron hacer nada para salvarle la vida.
Mikel Zabaleta era deportista. Estaba acostumbrado al esfuerzo físico: «Le gustaba mucho la naturaleza. Salía a la montaña y hacía mucho senderismo». Con el piragüismo había comenzado hacía un año. Guardaba la piragua en el Club de Tiro Olímpico de Santander, como otros muchos federados en la capital cántabra. Allí lo conocía bien José Martín, uno de los más veteranos de la entidad. «No hacía mucho que había comenzado a salir; pero era un hombre muy prudente y sabía muy bien lo que hacía. Había completado los cursos y le gustaba mucho practicar este deporte», recuerda.
Este pasado domingo, las condiciones climatológicas y del mar eran las idóneas para quien está empezando. «No ha hecho nada mal, pero algo ha sucedido y le ha pasado lo que le ha pasado. Es una fatalidad porque era un tipo muy agradable. Aquí tenía muchos amigos», añade Martín.
Zabaleta había desarrollado el grueso de su actividad profesional en el Hospital de Laredo, pero hacía diez años había recalado en Valdecilla, donde se había convertido en un referente absoluto en el tratamiento de pacientes con cáncer de pulmón. «Atendía tanto a los ya diagnosticados como a los que estaban pendientes de diagnóstico», explica Cifrián, que ayer apenas tenía fuerzas para trabajar. «Estamos cumpliendo con nuestras obligaciones como todos los días, pero es lógico que no tengamos ánimos para nada. Estamos destrozados», confirmaba.
En lo personal, Mikel Zabaleta era también un ejemplo a seguir. «Era muy conocido en todo el hospital por su calidad como médico. Tampoco era un hombre muy extrovertido, más bien era prudente y discreto, pero en todo caso era muy querido», destacan sus compañeros.
Vivía en Piélagos con su mujer, Pilar, enfermera en el Hospital Sierrallana, en Torrelavega, y con sus cuatro hijas, dos de las cuales han seguido sus pasos y son estudiantes de Medicina.
Tras el rescate, el cuerpo fue trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde se le realizará la autopsia para descubrir la causa de la muerte.
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