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Madera, ladrillo, aluminio, asfalto, cemento... No hay material de construcción que escape a la escalada de precios que viene alimentándose desde hace más de un año y que ha encontrado el último acicate en el estallido de la invasión de Ucrania y la huelga de ... los transportistas. Lo sufre por igual la obra pública como la privada:construcciones paralizadas y otras cuya licitación, directamente, ha quedado desierta, porque las empresas no cuadran cuentas si los costes continúan subiendo casi a diario. «No podemos continuar así. Entre la carestía de los materiales y la crisis de suministros, estamos todos absolutamente parados en estos momentos y las obras que están iniciadas se han ralentizado mucho». Es el panorama desolador que plantea Javier Palomera, presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria.
Consejero de Obras Públicas
Colegio de Arquitectos
Copsesa
La escalada de costes alcanza en el peor de los casos un 300% respecto al pasado año, y a veces esos incrementos se dan en semanas, o incluso en días:«Suben el ladrillo o la madera, pero también los derivados, porque todos los productos industriales electrointensivos han tenido que repercutir en el precio final la carestía de la energía». Por eso una ventana de aluminio, por poner sólo un ejemplo, puede costar hoy dos o tres veces más de lo que costaba en 2021.
300%se ha incrementado el precio en algunos productos de construcción
¿A qué se debe este incremento desbocado de costes? La guerra o la huelga de transportistas son los últimos golpes sufridos por esta industria, pero todos los profesionales del sector coinciden en que el problema viene de lejos. «La salida de la pandemia ha dado lugar a un periodo expansivo que ha traído cierta especulación, sobre todo, con la llegada de los fondos europeos de recuperación», opina el representante de los constructores cántabros.
A ello se suma ahora la crisis en Ucrania, que está afectando al suministro de manufacturados importados del país o cuyo proceso de fabricación depende en algún sentido de aquella industria. «Los materiales porcelánicos son un ejemplo de ello porque dependen para su elaboración de los áridos que se importan de Ucrania», detalla Raquel Gómez, vocal del Colegio de Arquitectos de Cantabria. Yla huelga del transporte, que ha afectado a buena parte de la logística estatal durante dos semanas y media, ha causado también estragos. Ha habido menos material y el que llegaba, era más caro. Por no hablar de la paralización de la actividad en ciertas factorías esenciales, como Cementos Alfa, en Mataporquera.
Para atajar toda esta secuencia de despropósitos se trabaja desde hace semanas en la Consejería de Obras Públicas, que tiene ya dos grandes proyectos cuyos contratos están rescindidos por la incapacidad de las constructoras para asumir los incrementos de precios sobrevenidos en los últimos meses. Uno, la conexión del polígono de Morero con la S-30 (Ronda de la Bahía), que contaba con un presupuesto de ocho millones de euros;y el correspondiente a un edificio de almacenamiento de productos químicos en Alfoz de Lloredo. «La carestía de los materiales está haciendo imposible que se continúe con las obras tal y como se plantearon hace tiempo», aclara el consejero del ramo, José Luis Gochicoa, que estudia ya ampliar tres meses los actuales planes de licitación y lanzar un programa de ayudas para que las constructoras puedan cuadrar sus balances con las obras ya iniciadas. Unas cuantías, estas últimas, que irían dirigidas especialmente a los consistorios, para que puedan hacer frente a esta situación adversa de cara a sacar adelante todos los proyectos contemplados en el plan de subvenciones municipales.
Muchas pequeñas obras
«Son pequeñas obras, pero son muchas pequeñas obras. Un parque infantil, la reparación de una acera, la reforma de un edificio municipal...», detalla Pablo Diestro, presidente de la Federación de Municipios. «Pero todas resultan necesarias porque mejoran en gran medida la calidad de vida de los ciudadanos». Se caracterizan por ser contratos de menos de 40.000 euros más el IVA, cuya licitación es más ágil, pero donde los precios cambian dando al traste con los márgenes ínfimos que manejan las constructoras.
Respecto a la otra medida, tres meses más en el proceso de licitación permitiría, por ejemplo, sacar una modificación del proyecto que incluyera la actualización de precios para el caso de las obras que resulten desiertas.
Son medidas que pretenden hacer tiempo hasta que el Gobierno central publique el Real Decreto –ya anunciado hace tiempo– que permitirá la revisión de precios en la obra pública de acuerdo con la actualización de costes que se publica de forma periódica en el Boletín Oficial de España (BOE). «Es algo que necesitamos para que se genere cierta confianza entre las empresas que concurran a un concurso público y que esperamos que esté listo pronto», desea Gochicoa.
Toda la problemática planteada a lo largo de estas líneas se agudiza en estas obras menores porque incrementan mucho la oferta para las empresas, que en estas circunstancias de dificultades seleccionan mucho más los proyectos y dejan muchos de ellos desiertos.
«Yla ausencia de stock está trayendo también muchos problemas», revela Diestro, también alcalde de Reocín. «Para hacernos una idea, yo pedí una canastilla para un columpio para un parque infantil del municipio que me solicitó una abuela el día de Reyes. Pues no he podido ponerla hasta esta semana porque no había llegado».
En las comunidades limítrofes las soluciones ya se han activado. Por poner sólo un ejemplo, las empresas que realizan obras para el Gobierno de Vitoria, las diputaciones o los ayuntamientos vascos podrán plantear un incremento en la cantidad a cobrar de hasta un 20%. Pero todas las comunidades esperan con ganas la publicación del Real Decreto estatal que permita la revisión de precios con el BOC sin límites temporales y de productos en toda la obra pública.
Entre tanto, decenas de empresas buscan la manera de mantenerse en superficie con paros, y expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Y lo peor de todo es que nadie ve la luz al final del túnel. No al menos los constructores, salvo que cambie este marco legal:«Las alteraciones de los precios de la energía y combustibles vienen para quedarse. Creo que estamos comenzando la 'década del megavatio'. Esto nos llevará a las empresas a tener que tomar decisiones mas ágiles y acostumbrarnos a trabajar en esta volatilidad e incertidumbre. Pero para ello necesitamos una regulación que nos permita esta flexibilidad con nuestros clientes, ya sean públicos y privados», indica Fernando Garzo, responsable de negocio de Copsesa.
La norma que permita la revisión de precios de la obra pública, la estabilización del coste de la energía y el fin del conflicto en Ucrania se presentan claves de cara a enfilar un principio de solución a toda esta problemática.
La sorpresa de muchos futuros compradores está llegando cuando los agentes inmobiliarios explican la subida de precios. «La vivienda que hace unos meses estaba en los 1.200 euros el metro cuadrado, se sitúa ahora en los 1.900», explica Raquel Gómez, vocal del Colegio de Arquitectos de Cantabria. «Son subidas que están reflejándose mucho en el precio de las casas y al final esto está perjudicando a todos los futuros compradores, que se habían hecho una idea de los precios y que ahora, a la hora de firmar, se están dando cuenta de que el contexto ha cambiado». Sucede lo mismo con las reformas. «Muchos profesionales y constructoras hicieron acopio de materiales hace unos meses porque ya se atisbaba esta subida de los costes», cuenta Gómez.
En esta tesitura muchas familias lo tendrán aún más complicado para hacerse con una vivienda nueva y Cantabria es una de las comunidades donde menos stock hay, si es que se puede decir que exista.
El panorama no es halagüeño para nadie. «El comprador tiene un poder adquisitivo y ahorros limitados que hace que un aumento excesivo del precio del producto se escape de su cesta de consumo (en este caso de inversión). Todo ello conduce a una caída de la demanda en el corto plazo y esperemos que de forma coyuntural. Esto sin incluir en el análisis variables como la alta inflación, que hace que las familias pierdan poder adquisitivo», explica Fernando Garzo, de Copsesa. Muchos de los constructores dedicados a la edificación confían en que los precios se estabilicen pronto.
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