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El 71,9% de los jóvenes cántabros de entre 14 y 18 años reconoce haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida, un porcentaje que supone un descenso de seis puntos con respecto al último dato de 2019, previo a la pandemia, que ... se situaba en el 77,4%. Así se desprende de la última encuesta 'Estudes', un estudio de carácter bianual que realiza el Ministerio de Sanidad sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en España, y que sitúa el consumo de alcohol a nivel nacional en el 73,9%, cuatro puntos porcentuales menos que en 2019 (cuando se acercó al 80%).
¿Beben menos por la pandemia o ha cambiado los usos de drogas el confinamiento? El 70,1% de los jóvenes cántabros ha consumido alcohol en el último año y el 56,6% durante el último mes, confirmando en ambos casos un descenso en comparación con la anterior edición de la encuesta. «Hemos atendido menos intoxicaciones etílicas este año quizá por la suspensión de fiestas multitudinarias», dice María Jesús Cabero, jefa de servicio de Pediatría del Hospital Valdecilla, que advierte no obstante de que «el consumo se inicia cada año más precozmente, ligado en muchas ocasiones al uso recreativo, y sigue llamando la atención el acceso de menores a la compra, ellos manifiestan tener facilidad para la adquisición y esto es un fracaso de la sociedad».
13,9 años es la edad de inicio en el consumo de alcohol en Cantabria, la misma que en 2019
51,1%de las chicas encuestadas se ha emborrachado el último año frente al 39% de los chicos
32%de los menores ha fumado tabaco en los últimos doce meses: empiezan a los 14 años
27,4de menores de Cantabria han fumado cannabis y la edad media de inicio es 14,9 años
A diferencia de la del 2019, la encuesta de este año sí diferencia los consumos por sexos, y revela una problemática aguda en cuanto al género: las mujeres muestran porcentajes de ingesta más altos que los hombres, un desequilibrio que, según el estudio, se ceba especialmente en Cantabria, donde si el 64,9% de los varones de entre 14 y 18 años había tomado alcohol alguna vez en la vida, en las chicas ese valor sube al 78,7%. Lo mismo sucede cuando la pregunta de la encuesta se centra en las borracheras: el 51,1% de las chicas se ha emborrachado en los últimos doce meses, frente al 39% de los chicos. «Durante la adolescencia el mundo se expande para los niños, pero para muchas niñas se contrae y pasan a estar casi únicamente preocupadas por aspectos físicos y de reafirmación, sufren más presión y utilizan la borrachera para minimizar la inseguridad», dice Cabero, que lanza una advertencia: «Como sociedad nos tendríamos que preguntar por qué más del 90% de las niñas y adolescentes que han ingresado en el hospital con problemas de trastorno del comportamiento alimentario o intentos autolíticos son chicas».
Desde la Asociación AMAT, que centra su actividad en la lucha contra las adicciones, añaden otra idea: «Tradicionalmente los hombres acceden a sustancias clasificadas como ilegales en mayor medida que las mujeres, como sucede con el cannabis o la cocaína», explica el psicólogo y gerente de la entidad, Alberto Marchante. «En el caso de las legales, con una connotación psicológica de 'permitidas por ley', parece que otorga una menor resistencia en el género femenino, menos transgresor de las normas que los varones adolescentes», añade.
¿Y cómo se percibe esta problemática en las aulas? Según Arancha Martín, jefa de la Unidad técnica de la atención a la diversidad y convivencia, «hay un correlato entre la realidad que percibimos y los datos que se recogen en la encuesta, y aunque la causa es difícil de precisar», introduce la idea de la «exigencia», tanto propia como ajena: «En estos periodos madurativos, las expectativas que ponemos inconscientemente desde el ámbito familiar o social generan una presión extra sobre ellas, y también autoejercida por ellas mismas. Desde los centros educativos garantizamos la igualdad, la trabajamos desde las aulas y esa diferenciación está superada, pero esa presión las lleva a desplegar esos comportamientos como el consumo de alcohol o de otras sustancias, y esto es algo que se ha de corregir».
¿Cuándo se emborrachan por primera vez los jóvenes? Según 'Estudes', la edad media en la que se produce la primera intoxicación etílica aguda de los estudiantes es de 14,7 años, una cifra que apenas varía si se compara con la del año 2019 (14,8 años); eso sí, a medida que crecen, el porcentaje de consumo aumenta, y si bien uno de cada cuatro jóvenes de 14 años afirma haberse emborrachado, el porcentaje supera el 71% cuando los encuestados están en la franja de los 18 años. En cuanto al 'binge drinking', o atracones de alcohol, Cantabria se sitúa muy por encima de la media del país: el 32% de los menores afirma haberlo hecho, frente al 27,9% del la media nacional. En este caso, la brecha de género se mantiene: el 31,3% de chicos y el 32,6% de chicas, así como en el botellón, el 50,4% de chicas y el 44,1% de chicos. Esa brecha, no obstante, se 'corrige' con la edad y en los 18 años, el porcentaje es superior en hombres (43,2%) que en mujeres (42,2%).
María Jesús Cabero - Jefa de servicio de Pediatría del Hospital Valdecilla
Alberto Marchante - Psicólogo y gerente de AMAT
Arancha Martín - Jefa de la Unidad de convivencia educativa
¿Se consume más? «En los últimos años hay una sensibilidad en los centros educativos, con programas que se traducen en acciones concretas. Tenemos el foco sobre el problema y eso ha hecho también que la detección de las casuísticas sea mayor», expone Arancha Martín. Una vez más, el alcohol se posiciona como la droga más consumida por los menores, pero no la única. «Tenemos una creciente demanda de atención de casos cada vez más jóvenes que nos piden ayuda por cuestiones relacionadas con las sustancias, pero que van más allá del consumo, con problemas integrales, con conflictividad familiar, apatía, desmotivación, conductas disruptivas, infracciones, bajo rendimiento académico», indica Alberto Marchante.
¿Cuánto más? «Hemos visto incrementadas las demandas de ayuda en intervención con jóvenes hasta en un 30% respecto al año anterior a la pandemia». De hecho, añade, la asociación ha establecido junto a Sanidad un programa específico para jóvenes «dado el volumen y la preocupación que tenemos con los patrones de abuso con y sin sustancia», afirma. «La pandemia ha influido en su capacidad de interacción entre iguales, en la socialización, en el ocio, en su salud mental, y las sustancias ahí se abren un camino muy fácil y muy peligroso».
Lo mismo sugieren desde el ámbito educativo: «En los últimos años hemos detectado un crecimiento exponencial en el consumo del cannabis de los 12 a los 16 años y la detección de esos consumos es cada vez más temprana», dice Martín (la encuesta 'Estudes' marca el inicio en 14,9 años de media en la región). El consumo de cannabis (el 27,4% de los menores cántabros lo han consumido en los últimos doce meses) está ligeramente por debajo de la media del país (28,6%), y a diferencia del alcohol, lo consumen más los chicos (28,7%) que las chicas (26,1%).
¿Y el tabaco? Después del alcohol, es la segunda sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo entre los alumnos de 14 a 18 años. Los datos registrados por la encuesta presentan, no obstante, un descenso respecto al año pasado. En cuanto a la primera vez que un menor se pone una cigarro en los labios, sucede, de media, a los 14,1 años, la misma edad desde 2016. Además, el 39,1% de los alumnos reconoce que viven en domicilios con otras personas que fuman a diario.
Como advierte la jefa de Pediatría, María Jesús Cabero, la sensación de facilidad de acceso a las diferentes sustancias destaca en el estudio. De hecho, más del 90% de los alumnos piensa que les sería relativamente fácil o muy fácil conseguir bebidas alcohólicas o tabaco, una percepción que no ha variado con el paso de los años. En cuanto al cannabis, aproximadamente seis de cada diez estudiantes piensan que es fácil o muy fácil adquirirlo. Respecto a 2019, esta percepción desciende y se sitúa en niveles de 1998. También baja, en comparación al año anterior, el porcentaje de estudiantes que opina que puede conseguir cocaína sin problemas (26,8% frente a 32,8% de 2019). «Las instituciones públicas deberían hacer un verdadero programa que aborde una protección real al menor», admite la pediatra.
Una idea en la que coinciden desde Educación: «es un trabajo multidisciplinar que incluye no solo lo que hacemos desde los centros e incluso en el propio currículum, sino a las familias y la sociedad en general».
Alcohol en femenino
«Quién se dé un paseo a las puertas de una discoteca puede ver a muchos adolescentes varones con sudaderas y zapatillas riendo y hablando de fútbol mientras ellas pasan frío muy arregladas para la ocasión y están pendientes de las redes, de los selfies», afirma la jefa de Pediatría de Valdecilla, María Jesús Cabero, que lanza una advertencia ante las cifras, no solo del informe 'Estudes' sino de la realidad que ven tras las puertas del hospital. Si bien este año se han atendido «menos intoxicaciones etílicas», dice, «como sociedad nos tendríamos que preguntar por qué más del 90% de las niñas y adolescentes que han ingresado en el hospital con problemas de trastorno del comportamiento alimentario o intentos autolíticos son chicas». Una cuestión de género que habla de «exigencia desigual» entre chicos y chicas y que se agrava, además, por el efecto de las redes sociales, sobre todo tras la pandemia, ya que «ha influido en su capacidad de interacción, en la socialización, en el ocio y su salud mental», como advierte Marchante, de AMAT.
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