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Los controles de las policías locales y la Guardia Civil han sido férreos en el estado de alarma, pero es imposible estar en todas las carreteras, en todos los accesos y caminos que sirven para atravesar las fronteras entre comunidades. Por eso son muchos ... los vecinos de otras provincias que llegaron hace semanas a Cantabria para ocupar sus segundas residencias, muchas de ellas con jardines y mejor preparadas para el confinamiento. Algunos fueron previsores y lo hicieron cuando aún era legal, poco antes del día 15, en que se decretó el estado de alarma. Otros lograron hacerlo después, burlando la vigilancia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y ante la dificultad de poner cifras a este hecho, sólo queda la prueba que nunca miente: el consumo de agua revela una fotografía fidedigna del nivel de ocupación de un municipio. Y su comparativa con el pasado año, en que la vida transcurrió con total normalidad, puede alumbrar bastantes respuestas.
Ribamontán al Mar, +58% Se incrementó el consumo de agua en un municipio con segundas residencias ocupadas sobre todo por santanderinos y vecinos del País Vasco.
Arnuero, +12% Se incrementó la factura del consumo debido a todos los vecinos que decidieron acudir a sus apartamentos y chalés para el confinamiento.
Noja, -24% Descendió el consumo de agua porque ha existido mucho control de la Policía Local y la Guardia Civil para vigilar a quienes viajaban sin permiso.
Comillas, -8% Descendió la cuantía del agua utilizada porque los propietarios de las segundas residencias son eminentemente madrileños y vallisoletanos.
San Vicente de la barquera, -20% Descendió el consumo porque las fronteras entre comunidades han estado muy vigiladas y los foráneos llegan a este municipio desde el centro del país.
Consultados varios consistorios costeros de la región, donde existe mayor presencia de segundas residencias, se percibe un incremento en algunos de ellos, especialmente en los que tienen un veraneante tipo que proviene de la región o de las provincias limítrofes, sobre todo del País Vasco.
Araceli Colina | Concejala de Ribamontán al Mar
José Manuel Igual | Alcalde de Arnuero
Miguel Ángel Ruiz | Alcalde de Noja
Es el caso de Ribamontán al Mar. De media, en el tiempo en que lleva funcionando el estado de alarma se ha cuantificado un incremento del 58% del consumo de agua. «Es algo que sólo se puede explicar si se tiene en cuenta la ocupación de estas segundas residencias», aclara Araceli Colina (PRC), primera teniente de alcalde. «No quiere esto decir que se trate de personas que han venido de forma ilegal, que las habrá, como en todas partes, sino que tenemos conocimiento de que muchas familias, sobre todo venidas de Madrid, Palencia y Valladolid, llegaron poco antes de que se decretara el confinamiento», acredita la responsable del consistorio.
Otro grueso de propietarios de apartamentos en Somo y Loredo son santanderinos y torrelaveguenses. Ellos han tenido más fácil llegar porque no tenían que atravesar la frontera entre comunidades, precisamente donde existía más vigilancia. Además, todos estos incrementos de uso en hogares serán aún mayores porque hay que tener en cuenta que la hostelería ha estado clausurada y eso ha tenido que hacerse notar en los contadores.
En Arnuero, la situación no ha sido tan extraordinaria, pero ha seguido una tónica parecida. «Ha habido mucha gente que ha venido avisando y cuando se podía. Son personas que vienen del País Vasco o de Madrid, por ejemplo, y que tienen aquí un chalé o un apartamento con terraza o jardín. Otros lo han hecho de manera ilegal y en el balance desde el Ayuntamiento hemos cuantificado que el consumo del agua ha subido estos meses de estado de alarma hasta un 12% respecto al mismo periodo del año anterior», aclara el alcalde, José Manuel Igual (PP).
Curiosamente, la zona occidental de Cantabria presenta un panorama completamente opuesto. En municipios como San Vicente de la Barquera o Comillas, con un propietario de segundas residencias eminentemente llegado del centro del país, el consumo de agua ha bajado en estas semanas. «Aquí se ha notado un descenso del 20% y es que es más complicado llegar desde Madrid que venir del País Vasco, claro», opina el alcalde, Dionisio Luguera (PSOE). Igual que en Comillas: «La gente que veranea aquí llega de Madrid, Valladolid, Palencia... Vienen en Semana Santa y en verano, y este año ha sido precisamente en Semana Santa cuando las opciones de viaje se redujeron a la mínima posibilidad. De ahí que se haya consumido de media un 8% menos», recuerda la alcaldesa, Teresa Noceda (PRC).
Sólo Noja es la excepción a la regla. Con una oscilación de población que pasa de los 2.500 vecinos en verano a los 80.000 en agosto, era el lugar perfecto para haber sido paradigma de este fenómeno, pero por el contrario el consumo del líquido elemento descendió estas semanas en un 24%. «Aquí ha habido mucha vigilancia porque ya se sabe que es un municipio con mucha segunda residencia y además el parón de la hostelería se ha notado mucho», explica su regidor, Miguel Ángel Ruiz (PRC).
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