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Los municipios de la costa oriental, del arco de la bahía y del corredor del Besaya, poblaciones densamente ocupadas y con un flujo de movilidad más intensa, «son los que se repiten en las sucesivas olas como puntos calientes de covid». «El ajuste es asombroso. ... El 93% de los más de 6.000 contagios detectados desde el 22 de noviembre se ubican en las mismas zonas que ya teníamos identificadas como de riesgo. Sólo un 7% se produjo fuera de las áreas que tenemos modalizadas. Hemos podido comprobar estadísticamente que la distribución del virus no es aleatoria», destaca la investigadora Olga de Cos, del Departamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio de la UC, miembro del equipo que ha desarrollado la aplicación Sitar (Sistema de Información Territorial de Acción Rápida), que geolocaliza los contagios, teniendo en cuenta múltiples variables asociadas, y ofrece información sobre el comportamiento espacial del virus que puede ayuda a las autoridades sanitarias en la toma de decisiones.
El análisis de la movilidad con respecto a la época previa a la pandemia permite observar en qué medida se están cumpliendo las restricciones impuestas para reducir la interacción social y, con ello, la propagación del virus. Así, se ha determinado, por ejemplo, que el domingo pasado esa movilidad fue un 40% inferior, «señal de que la población atiende a las recomendaciones y reduce sus salidas del hogar», explica la investigadora. Enfocado hacia los sectores en los que más repercute, el estudio apunta que «la presencia en supermercados es muy similar, pero sin embargo en las tiendas cae entre un 40 y un 44%; se reduce un 20% en los lugares de trabajo -ahí se refleja el peso del teletrabajo- y sube un 10% en las zonas residenciales». Son algunas de las conclusiones que llevan al grupo de investigación UC-Idival de Economía en la Salud a afirmar que «estamos siendo obedientes», que es una de las bases fundamentales que contribuyen a cortar las patas de este enemigo invisible y a reducir su capacidad de propagación.
En este sentido, De Cos señala que «en los estudios que estamos haciendo nos damos cuenta de que el territorio juega un papel importante. La trayectoria desde marzo de la pandemia nos indica que se mantiene ese patrón de repetición espacial en cada ola. Cuando analizas los municipios que están más afectados, la cartografía da mucho detalle, pero es importante no perder de vista la perspectiva temporal. Y así se detectan áreas muy concretas donde se ven esos patrones de repetición constante, diferenciando esos focos recurrentes de los que surgen de forma esporádica. Incluso dentro de municipios confinados se localizan zonas que vuelven a tener más incidencia». Este cruce de información con la Consejería de Sanidad, que demuestra «su confianza en las aportaciones científicas», es otra de las virtudes que destaca el profesor de la UC David Cantarero en la gestión de esta crisis sanitaria.
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