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Tan candente ha estado en los últimos años el debate público para restringir el acceso a las salas de juego en la región que algunas de las medidas de control contenidas en la nueva ley que regula estos negocios se pusieron en marcha mucho antes ... de su aprobación el pasado 13 de junio.
El incremento de la vigilancia ha sido uno de los caballos de batalla de este nuevo planteamiento. Hasta el punto de que el Gobierno no ha esperado a la publicación de la norma para empezar a tomar medidas. A inicios de año engrosó el cuerpo de inspectores -pasó de dos a catorce- y como resultado se han multiplicado los controles: 2.053 se acumularon en los seis primeros meses de este año. Una media de diez al día, de los cuales 191 se tradujeron en informes de revisión. Sumaron más del triple de las realizadas en todo 2021 (611), teniendo en cuenta que fue un año con restricciones por la pandemia. Pero también superaron los 1.188 controles contabilizados en 2019. Salas de bingo, locales de juego, de apuestas y establecimientos de hostelería que cuentan con máquinas recreativas están en el punto de mira.
«Lo que buscamos es que se realice un consumo responsable de este tipo de ocio», explica la consejera de Presidencia, Paula Fernández, que ayer comprobó las restricciones que se han implantado de cara al cumplimiento de la nueva ley en uno de estos negocios en la capital cántabra. Registro de acceso al local que se coteja con una base de datos digital; veto a morosos y a personas con patologías relacionadas con el juego y la prohibición de entrada a menores de edad. Cuestiones que tienen que ver con la restricción de la publicidad en los medios de comunicación o en la calle, la limitación del número de licencias permitidas en la Comunidad o la distancia mínima que tienen que tener estos negocios ente ellos o respecto a un centro educativo -un mínimo de 500 metros- son otros asuntos contenidos en la nueva norma.
«Este texto surge del consenso entre los empresarios y el Gobierno porque somos nosotros los primeros interesados en que este servicio funcione con todas las garantías», explica José Ramón Sainz, presidente de las Asociación Cántabra de Empresas Operadores de Juego. Un sector que crea 300 puestos de trabajo directos en la región.
El acceso a cualquiera de estos locales es ahora mucho más limitado. Una máquina registra el carné de identidad y coteja la información con una base de datos donde figuran morosos, personas con problemas con la ludopatía, etc. «Todos ellos están vetados», informa Sainz. Luego se registra la huella dactilar y una fotografía del cliente. «Nadie va a entrar si no tiene permitido el acceso», insiste el empresario en uno de sus locales, 'As de picas'. en la santanderina calle Floranes. En Cantabria hay actualmente 43 salones de juego, cinco salas de bingo, otras cinco salas de apuestas y un casino. A ello habría que sumar los locales de hostelería que cuentan con máquinas de juego.
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