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La imagen icónica de Cobh, con las casas de colores conocidas como 'la baraja de cartas' y la catedral de San Colmán.

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La imagen icónica de Cobh, con las casas de colores conocidas como 'la baraja de cartas' y la catedral de San Colmán. Á.M

Cork busca turistas en el norte de España

La región irlandesa se promociona como destino gracias a las diferentes conexiones aéreas y marítimas

Martes, 27 de mayo 2025

En The Gables unos tipos sentados a la mesa tocan canciones irlandesas. En la pared del local hay escrita una frase en gaélico, 'Céad Míle Fáilte'. Algo así como cien mil bienvenidas. No está muy lleno y los músicos son ya mayores, pero, cuando arrancan, los años se les caen de encima. Tocan ellos y un hombre con pinta de llevar sentado en el mismo asiento cada noche toda su vida. Les acompaña haciendo chasquear dos cucharas con el mismo estilo que el violinista de una filarmónica. El día que falte, posiblemente, los músicos seguirán tocando y el dueño del pub pondrá su nombre en un taburete en el que nadie volverá a sentarse. Después de unas pintas en este lugar, el viajero regresará a su hotel pensando que cada pub al que no entre en su paseo por Cork es una ocasión perdida.

Las claves

  • Entre las visitas El castillo de Blarney y la piedra de la elocuencia o Kinsale, capital gastronómica del país

  • Atracciones Cobh fue el último puerto en el que hizo escala el Titanic y un museo recuerda su historia

El primer párrafo de este reportaje es una licencia tras regresar de un país en el que uno da una patada y salen cuatro músicos y tres escritores. Todos buenos. La noticia que justifica esta página es que la región de Cork, en Irlanda, busca turistas en Cantabria. En todo el norte de España, en realidad. Quieren aprovechar, entre otras, la conexión de Ryanair con Dublín desde el Seve Ballesteros o la que Aer Lingus acaba de inaugurar directamente con Cork desde Bilbao. Eso y el ferri, ese que en su día viajaba allí desde Santander, pero que se mudó al puerto vizcaíno y ahora desembarca en Rosslare.

¿Por qué visitar esta zona? Hay muchos motivos. Porque el verde del paisaje que está siempre al alcance de la vista recuerda al de casa, porque aún se puede viajar a lugares que no están abarrotados, porque esta región es el principal proveedor gastronómico del país (carnes, pescados y mariscos, cerveza, mantequilla, whiskey –con 'e' para distinguirse del escocés–, chocolate...), por los vínculos con los españoles (la batalla de Kinsale es un ejemplo)... Pero, sobre todo, porque se está bien, a gusto.

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La vista de Cork desde la terraza del hotel The Montenotte.

Música tradicional irlandesa en el pub The Gables.

AUX STEP FOR JS

Esa es justo la sensación en la ciudad de Cork. Si hay ciudades para ver y otras para estar, esta es de las segundas. Claro que se puede ir a ver la fortaleza de Isabel I, la Catedral o la torre del reloj 'mentiroso' de Santa Ana (los vientos hacen que dé una hora distinta en cada cara de la torre). Pero lo mejor es pasear por el English Market, cruzar los puentes sobre el río Lee, cenar en algún restaurante y visitar los pubs de la calle Oliver Plunkett o subir a tomar algo a la terraza del hotel The Montenotte.

La ciudad es una buena base para las excursiones. Para acercarse al Castillo de Blarney y besar la piedra de la elocuencia. Prepárese: tendrá que tumbarse en el suelo en lo alto de una torre y, haciendo un escorzo, echar la cabeza hacia atrás mientras un tipo le sujeta el torso. También podrá ir hasta Midleton y visitar la destilería del whiskey Jameson, o sentirse un aristócrata de 'Downton Abbey' con un 'Afternoon Tea' en el lujoso Hayfield Manor Hotel (puede sustituirlo por la comida, saldrá lleno de sobra).

Será una obligación que viaje hasta Cobh. Por pintoresco –la foto de las casas de colores con la Catedral de fondo que acompaña esta página es de primero de Instagram– y, sobre todo, por histórico. Con decir que esta fue la última parada del Titanic (aquí se subieron los viajeros que completaron el pasaje) bastaría. Hay un pequeño museo que recrea esa escala y en el que, como entrada, le entregarán un billete con nombre y apellidos de pasajero real (al final tendrá que ver cuál fue su desenlace). Pero también por la Isla de Spike –conocida como la 'Alcatraz de Irlanda'–, las historias de la Gran Hambruna y la emigración masiva a América o las de los naufragios en acantilados que parecen tapizados con una moqueta verde. Se lo explicarán todo en las excursiones marítimas que se ofrecen en la zona, como la del faro de Ballycotton, entre vuelos rasantes de gaviotas y miradas de los cormoranes.

No debería regresar sin visitar la localidad de Kinsale, con su recogido puerto, una historia pasada de batallas y conflictos, y una más reciente como capital gastronómica del país. Es un pueblo acogedor de fachadas de colores y olor a salitre. Un lugar para despedirse de Irlanda con ganas de volver. Para la última noche –ya que estamos– una recomendación. Una pinta en The Spaniard (por el español Juan de Águila). Pida una Beamish. Es de Cork y es la cerveza que bebía uno de los músicos en The Gables. Ese hombre sabía cosas.

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