Secciones
Servicios
Destacamos
Lucía Alcolea, Pedro Álvarez, Elena Tresgallo e Irene Bajo
Cabezón de la Sal | Potes
Lunes, 21 de septiembre 2020, 07:11
RUILOBA - 740 HABITANTES
Responsabilidad por parte de los vecinos, cumplimiento de las medidas a rajatabla y un innegable porcentaje de suerte. Son los factores que han determinado que Ruiloba sea uno de los pocos ayuntamientos afortunados que se suma a la exigua lista de municipios libres de covid en Cantabria. Allí los vecinos, «de momento», respiran tranquilos. Pero con cautela. La alegría no es desmesurada, ni mucho menos, «porque los datos pueden cambiar en cualquier momento», afirma el propietario del café bar Ruiloba, situado en el barrio de La Iglesia. Saben que el virus no llama a la puerta, pero qué tranquilidad que de momento no haya podido traspasar las fronteras de este pequeño pueblo.
Ruiloba es uno de los municipios de la costa occidental donde los veraneantes fijos tienen sus segundas residencias. Siempre cuentan con que aumente la población en verano. Sin embargo, la alcaldesa, Sara Portilla, no recuerda una época estival con tanta gente como esta. ¿Paradójico? «Sí y no, porque los vecinos han sido muy responsables desde el inicio del confinamiento y cuando han visto que había tanta afluencia este verano también han optado por ser prudentes y no salir tanto a la calle», explica Portilla.
Pero los turistas sí salían, a veces de forma indebida. «Este verano tuvimos que colocar bandos advirtiendo a la gente de que había que respetar las normas o sería sancionada, porque hemos visto que jóvenes de fuera –la alcaldesa asegura que eran identificados por la Guardia Civil– han realizado botellón en diferentes puntos del pueblo». Portilla critica que además «dejaban todo bastante sucio». A pesar de todo, el covid se ha mantenido a raya. «Y sí, es raro, porque ha habido mucha afluencia durante los meses de julio y agosto», señala Íñigo Aguilar, vecino de la localidad.
En el camping 'El Helguero' el aforo ha estado completo, asegura su propietario, que ve como los vecinos presumen de los buenos datos en la barra del bar. «Hemos pasado una etapa, veremos qué sucede ahora», señala. «Esperemos que siga igual», comenta Íñigo. La alcaldesa confía en que estos buenos datos «nos duren mucho». «Si es que somos muy buena gente», medio bromea Juan Ignacio Martínez en el bar del camping mientras compra un décimo de lotería. A ver si hay la misma suerte.
ARREDONDO - 479 HABITANTES
También en Arredondo han conseguido esquivar al virus durante estos seis meses de pandemia. Los vecinos cruzan los dedos para que el covid-19 no entre en el municipio, después de superar la fase crítica del verano por la afluencia de visitantes. Con una población envejecida y un turismo «exagerado», la cautela ha sido el telón de fondo de la época estival en la llamada 'capital del mundo'. Es lo que su alcalde, Leoncio Carrascal, cree que ha podido evitar que el virus haya pasado las fronteras de este municipio del Alto Asón.
«Hemos gastado más de 80.000 litros en desinfectante y hemos adoptado todas las medidas de seguridad», afirma el regidor, que no duda en alabar el papel de los voluntarios de Protección Civil desinfectando el pueblo, llevando medicamentos, acercando a los vecinos al médico, llevándoles la compra y «procurando que se desplazaran lo menos posible». 600 horas de su tiempo han invertido Gonzalo, María Ángeles, Miguel, Paulo y Emilio, voluntarios de Protección Civil de Arredondo, en minimizar allí el riesgo de contagio.
Así es como se ha hecho frente al virus, complementando estas acciones con el «ejemplar» comportamiento que, según Carrascal, han tenido los vecinos. Gonzalo Jover, coordinador jefe de Protección Civil, coincide con el alcalde en que los vecinos han sido «muy cumplidores», pero «ha sido llegar junio, abrir las fronteras y un auténtico caos», por lo que cree que la suerte ha jugado también su papel en la ausencia de casos positivos.
Y los negocios han hecho también su parte, desinfectando mesas y sillas después de cada uso, facilitando gel para los clientes, distanciando las mesas... «Lo hemos hecho con mucha precaución y con todas las medidas que hemos podido poner», relata Margari Fernández, del restaurante Coventosa. La llegada de turistas se vivió «al principio con cierta preocupación, hasta ver qué pasaba», pero «al final hemos librado». Como en todo el territorio nacional, la hostelería de Arredondo ha sufrido un revés durante el tiempo que han estado cerrados, que ha afectado a una de las mejores épocas del año en el municipio; la de la primavera y los perrechicos. No se ha conseguido compensar con la gran afluencia turística, pero «aunque comiese menos gente, lo que me importaba es que lo hicieran tranquilos», señala Margari.
CABEZÓN DE LIÉBANA - 616 HABITANTES
Cabezón de Liébana, junto a Vega de Liébana y Tresviso, son los tres municipios lebaniegos, sin ningún caso positivo de covid. Jesús Fuente, alcalde del municipio, que cuenta con una población de 616 habitantes, afirma que «es un orgullo y una satisfacción que seamos actualmente uno de los pocos municipios de Cantabria que no tenemos ningún caso de covid, gracias al buen hacer de todos los vecinos, que han tomado las medidas sanitarias muy en serio y las llevan a rajatabla».
Fuente resalta que «nuestro compromiso desde el inicio de la pandemia, ha sido dotar a los habitantes del municipio de todo aquello que estaba a nuestro alcance para evitar la propagación del covid, porque somos conscientes de que tenemos una población muy envejecida y los efectos pueden ser muy negativos. La gente ha colaborado muy bien, por lo que les tengo que felicitar».
Finalmente, el alcalde considera que «no han existido aglomeraciones y hemos suspendido todos los actos festivos, especialmente, los que celebramos en honor de la Virgen de la Luz. Éramos conscientes que al inicio del verano iba a haber un aumento muy grande del turismo nacional en toda Liébana, pero los visitantes han cumplido en general con las medidas preventivas».
Gema Guardo, responsable con su esposo, José Manuel Arca, del complejo rural 'Peña Sagra', en Cahecho, se siente feliz porque «hemos tenido un verano de gran número de turistas, muchos de ellos que nunca habían venido hasta aquí, que han concluido sus vacaciones gratamente sorprendidos por el paisaje de esta comarca, su gastronomía y por poder gozar de una temperatura ideal veraniega, especialmente, durante las noches». En relación con el restaurante que dirige señala que «hemos trabajado con mucho cuidado, nunca con miedo, muy obsesionados con la separación de las mesas, con la desinfección, y ha resultado efectivo, no ha habido nunca problema, porque casi el 100 % de los clientes han venido con reservas».
José Manuel Arcas y Félix Sánchez son tres de los veinticuatro vecinos que viven en Cahecho, y también reconocen que «vimos desde el primer día la necesidad de cumplir las normas y ser respetuosos, para evitar así que el covid entrase en la población». Respeto al turista que ha llegado al pueblo, agregan que «se han comportado muy correctamente».
PESQUERA - 79 HABITANTES
Pesquera es uno de esos sitios con «mucha suerte», según reconoce su alcalde, Rubén Ruiz, que toca madera para seguir así. El bicho del covid no les ha visitado «de momento» pero hay que seguir vigilantes para mantener la estadística. Sus casi ochenta habitantes censados (fueron unos cuarenta durante el confinamiento) han hecho las cosas bien. «Se ha mantenido el orden y la limpieza y ha habido mucho control. Aquí ya teníamos esa burbuja de la que ahora hablan en los colegios, la nuestra ha sido una natural», define Eusebio García, propietario del único mesón que hay en el pueblo de Ventorrillo.
Tanto en esta localidad como en Pesquera la población es de elevada edad, a la que más hay que proteger de la infección. «Aquí los jóvenes los podemos contar con los dedos de una mano», dice Raquel Quijano, la administrativo municipal. De hecho, se sabe de memoria los nombres de los «tres» chavales del pueblo. «Lo hemos hecho con suerte y poniendo mucho cuidado, el ser pocos ha sido una ventaja en este caso», añade el alcalde de un pueblo que se ha comunicado 'puerta a puerta' con sus vecinos durante el encierro. «Si teníamos que subir a hacer compras a Reinosa o a la farmacia nos avisábamos», incide.
Pero no todo ha ido sobre ruedas en el pueblo 'burbuja' de Pesquera durante esta pandemia. Eusebio –el mesonero de Ventorrillo– recuerda con tristeza que han tenido que hacer sacrificios como suspender la Feria del Queso. Además, el verano ha sido intenso en esta bella localidad famosa por su calzada romana y sus molinos harineros. «Este verano ha habido mucha más gente, pero eso es un cuchillo de doble filo ya que ha habido momentos en que no podíamos dar de comer a más personas y sólo hemos podido atender a la mitad por el aforo y las distancias», explica el mesonero de Ventorrillo en relación a su negocio.
Los vecinos de Pesquera son prácticamente del tamaño de una familia numerosa que ha crecido también un poco en la era coronavirus. «Ha venido gente que tiene aquí su segunda casa y se ha quedado a vivir tras el verano», relatan. Lo cierto es que es todo un lujo pasear por uno de los pueblos con más encanto del sur de Cantabria. Sus viviendas, bien mantenidas, son propiedad de vecinos que emigraron y que regresan por vacaciones o que, ahora, han retornado al viejo hogar. Por ello, «no es tan fácil comprar una casa, no te creas», afirman.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.