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El pasado 31 de diciembre China advertía de la aparición en la ciudad de Wuhan de una serie de casos de neumonía de origen desconocido. Días después, el 11 de enero, las autoridades sanitarias del gigante asiático comunicaron la primera víctima mortal, un hombre de ... 61 años, de lo que se creía era una nueva cepa de la familia del SARS. Era la presentación mundial del Covid-19, el coronavirus, y su expansión planetaria ha provocado un parón económico y productivo para tratar de frenar la propagación de la epidemia. En aquellos días -ahora parecen lejanos- Cantabria discutía sobre las tribulaciones de la industria, que en el último tramo de 2019 anunció una catarata de recortes en los buques insignia del sector -Global Steel Wire, SEG Automotive, Sniace, Ferroatlántica...- debido a la escalada de costes energéticos y la parálisis de la automoción. Ahora esas mismas compañías -Sniace, desgraciadamente, ya encara la liquidación-, meditan si frenar sus factorías, pero por los riesgos de contagio. Un virus que tendrá un impacto inmenso en la riqueza autonómica y que, de entrada, pone en riesgo más de 55.000 empleos sólo en hostelería y comercio.
La cifra es una media aproximada de las afiliaciones a la Seguridad Social en ambos sectores del año pasado en el periodo comprendido entre marzo y mayo, el que se prevé que, por el momento, pueda durar la afección. Las estadísticas recogen tanto cotizantes en el régimen general como los de carácter autónomo. Los últimos datos de negocios en estos ámbitos que tiene el Instituto Cántabro de Estadística (Icane) presentaban en 2017 más de 12.300 establecimientos, tanto con asalariados como sin ellos.
Es una primera aproximación, porque la profundidad de la sima aún está por concretar. Comercio y hostelería han sido las primeras actividades golpeadas sin miramiento por la crisis sanitaria y las necesarias medidas de restricción social que ha llevado aparejadas, entre ellas el cierre de bares, restaurantes, hoteles y, con el confinamiento, la amplia mayoría de establecimientos comerciales, salvo los considerados esenciales.
Enrique CondeCEOE-Cepyme
Pero habrá más. Mucho más. Por poner ejemplos, Natalia de los Arcos, presidenta de la Asociación de Concesionarios Oficiales de Vehículos de Cantabria (Asecove) contabiliza en 1.000 personas las que trabajan en este sector en la Comunidad. Todos cerrarán.
Aquí es donde llega la otra palabra que va ligada de forma intrínseca al Covid-19: ERTE o expediente de regulación temporal de empleo. La simplificación por parte del Gobierno nacional de esta herramienta está disparando, e irá a más en los próximos días, los casos ante la necesidad empresarial de parar de forma transitoria su actividad y mandar al personal a casa durante unas semanas. La actualización más reciente ofrecida por la Dirección General de Trabajo el jueves recogía 127 expedientes.
Paloma Fernández - Empresa Familiar
Y falta la gran industria. Son varias las grandes compañías que negocian o directamente ya han acordado una parada hasta que escampe el temporal, bien sea por riesgo de contagio, bien por falta de mercado, bien por problemas de suministros. Hitachi Automotive, antigua Chassis Brakes, parará mañana su planta de San Felices de Buelna; Textil Santanderina quiere hacer lo propio en Cabezón de la Sal y dejar en funcionamiento únicamente la producción de mascarillas; Bridgestone ya ha pactado un ERTE en Puente San Miguel; SEG Automotive y Global Steel Wire quieren acelerar los trámites la próxima semana. Nissan anunció la suspensión la noche del viernes en Los Corrales... Son sólo unos nombres que pueden ir a más en función del tiempo que dure la crisis, pero que sólo con este ramillete de fábricas, que irán creciendo, suman cerca de 3.000 obreros. Con lo poco que se conoce ahora, el virus ya afecta en Cantabria a cerca de 60.000 empleos, como poco.
Modesto Piñeiro - Cámara de Comercio
Por ello, desde el Gobierno regional no se atreven todavía a poner sobre la mesa cifras sobre la penalización que sufrirá el Producto Interior Bruto (PIB) de Cantabria. Es pronto, sostienen, y dependerá de diversos factores, que convergen en uno nuclear. El tiempo que dure la cuarentena, el parón y el camino que posteriormente haya que recuperar.
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Desde la óptica empresarial, Enrique Conde, presidente de CEOE-Cepyme Cantabria, sostiene que «ponerle cifras al impacto económico real en Cantabria de una situación sin precedentes, que afecta al mundo entero y que no sabemos cuánto tiempo va a durar, sería poco sensato ahora. Lo que parece claro es que sectores clave en Cantabria, como hostelería, comercio, empresas de viajes y de transportes de viajeros, van a ver frenada su actividad en un periodo clave como es Semana Santa sin saber aún qué ocurrirá en verano. El impacto en la economía de estos negocios y sobre el empleo que sostienen es preocupante».
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Para el portavoz de la patronal «hay razones para confiar en que sectores tractores como la industria, que ya han llegado 'tocados' a esta crisis, van ser capaces de remontar en el medio plazo. Lo mismo ocurrirá con la construcción y es importante porque se trata de dos sectores vitales para el empleo en Cantabria», razona. Además, «aunque este bache afecta a toda la economía, el sector TIC saldrá sin duda reforzado de esta 'digitalización exprés' a la que está siendo sometida la sociedad española. Otras empresas, como las agroalimentarias, van a encontrar nuevas opciones en el mercado a raíz de esta crisis», concluye Conde.
José Luis Quintanilla - Cámara de Torrelavega
La Asociación Cántabra de la Empresa Familiar también tiene mucho que decir. Su presidenta, Paloma Fernández, afirma que «la perspectiva es que las consecuencias pueden ser muy graves porque se trata de un hecho global, que afecta a países que son nuestros socios comerciales, y que se ceba sobre una parte del tejido empresarial que aún no está lo suficientemente fortalecido. Es absolutamente necesario actuar ya haciendo fluir crédito de manera rápida y eficaz para no convertir una crisis temporal en una muy duradera; no convertir una crisis de liquidez en una crisis de solvencia». En paralelo, recuerda que «como familias empresarias, centenarias en algunos casos, hemos vivido ya muchas crisis y tenemos la convicción de que podremos salir adelante de ésta con esfuerzo, audacia y resiliencia. Sólo es necesario que cada uno haga su parte». aconseja.
Más cautos se muestran en la Cámara de Comercio. Su responsable, Modesto Piñeiro, subraya que «actualmente, con un escenario tan incierto y cambiante tanto en las acciones de amortiguación del impacto que están acometiendo las empresas como en el plan de choque al coronavirus que está desarrollando el Estado, es muy difícil pronosticar los acontecimientos económicos que puedan generarse en nuestra región. Preferimos ser prudentes en este sentido y no dar cifras o porcentajes estimativos, sino acompañar y apoyar a las empresas y autónomos en este duro proceso, de forma coordinada con el resto de Cámaras españolas».
La Cámara de Comercio de Torrelavega sí profundiza más en la materia. Su presidente, José Luis Quintanilla, subraya que «la magnitud del impacto económico dependerá de cómo evolucione el brote. Esto supone una gran incertidumbre. En lugar de centrarse en una sola estimación, es importante explorar una variedad de escenarios». Pese a todo, la entidad sí que ha hecho cálculos. «La variedad de escenarios que manejamos sugieren un impacto global de un 0,1 a un 0,4 por ciento del PIB regional, con una estimación moderada del 0,2 por ciento del PIB, a la espera del calado real de las medidas aportadas a nivel regional y nacional», agrega.
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La otra gran víctima de esta crisis son los trabajadores. El secretario general de UGT, Mariano Carmona, opina que «no cabe duda de que esta crisis sanitaria y social propiciada por el coronavirus ya está teniendo un enorme impacto en la economía y en el empleo, con numerosas empresas cerradas, expedientes de regulación de empleo y miles de trabajadores que no saben siquiera cuándo van a cobrar». A su juicio, «es evidente que lo primero son las personas y su salud, y solucionar cuanto antes y de la mejor manera posible esta crisis sanitaria, aunque ya hay que empezar a trabajar en la crisis económica y del mercado de trabajo que ha generado, y siempre con el objetivo de que no suceda lo que ocurrió en 2008, cuando la crisis la pagaron y la sufrieron exclusivamente los trabajadores», asevera.
Su homólogo de CC OO, Carlos Sánchez, aún no ha echado cuentas de manera detallada. «Tenemos una valoración que hace la Unión Europea, que prevé una caída de más del 2% en la Eurozona. Cantabria, que tenía una expectativa de cerrar 2020 con un aumento del PIB del 2%, es posible que se vaya también a negativo, a una ligera recesión», comienza.
Sobre el empleo, «el recorte puede ser del entorno del 20 al 25 por ciento de los asalariados de la última Encuesta de Población Activa, entre 50 y 60 mil personas, pero hay que trabajar para que sólo sean suspensiones temporales».
Desde USO, su secretaria general, Mercedes Martínez, opina que «nuestra región puede llegar a tener uno de cada tres trabajadores del sector privado afectado por un ERTE durante el periodo de alarma sanitaria, cerca de 40.000 empleos. Todo ello sin contar la afectación de los 41.000 trabajadores autónomos registrados que va a ser numerosa y muy lesiva. Si la inactividad se prolonga por tres meses, todo apunta que el PIB pueda caer un 1,5%» señala Martínez.
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