
Secciones
Servicios
Destacamos
«Somos unos doce o catorce habitantes». El recuento lo hacen rápidamente dos vecinos del pueblo de Correpoco que se encargan de poner nombres y ... apodos a las personas que llenan esa lista. Les sobran los dedos. Allí, además de ser pocos, ninguno ha querido presentarse este año las segundas elecciones del concejo que se celebraron el pasado 17 de noviembre en nueve pueblos de Cantabria. Agotadas las convocatorias, el puesto de alcalde pedáneo se ha quedado desierto en la localidad.
En este pueblo del municipio de Los Tojos -uno de los tres que forman el Valle de Cabuérniga- ha sido imposible encontrar a alguien que quisiera dar su nombre para la candidatura y ocupar ese puesto. Tan solo hay una localidad que empata en resultado. Abaño, en el municipio de San Vicente de la Barquera, tampoco pudo elegir representante por la falta de candidaturas. Ahora, en ambas, el concejo entrará en un proceso de disolución.
Justo es vecino de Correpoco y está jubilado. Después de trabajar fuera, ahora está de vuelta en el pueblo que le vio crecer. Dice que le propusieron que se presentara. Y aunque reconoce que el lugar está descuidado y «hecho una ruina» no quiso dar un paso al frente porque «paso de líos», cuenta. Los líos a los que se refiere son varios. Por un lado están las rencillas internas entre los propios vecinos de la localidad que hacen que, a veces, no coincidan en qué es lo que beneficia más o menos al lugar. Ser pocos no garantiza el éxito y allí lo saben. Y por otro lado la sensación de no conseguir que «te hagan caso» desde el Ayuntamiento. Si no fuera por eso quizá se lo pensaría porque para Justo la figura del pedáneo «es necesaria» y el tiempo que requiere el cargo no sería un inconveniente.
Belén Ceballos | Alcaldesa de Los Tojos
Lo cierto es que él no es el único con la percepción de que el pueblo está olvidado. «Correpoco no interesa», dice Abelina antes de llamar a los dos perros con los que pasea para que entren en casa. También alega que la localidad está descuidada algo que, a la vez, provoca que quienes se han marchado de allí en busca de trabajo, no compren un billete de vuelta. «La gente se ha ido y ya nadie vuelve. Es normal, aquí no hay futuro».
El concejo de Abaño, en el municipio de San Vicente de la Barquera, entró en proceso de disolución la pasada legislatura, cuando en las elecciones de 2015 ningún vecino quiso presentarse como candidato a ocupar el puesto de alcalde y quedo desierto. Como el proceso de disolución es largo y complejo, ha dado tiempo a que lleguen de nuevo las elecciones, con el mismo resultado. Abaño era uno de los nueve pueblos que el pasado domingo 17 de noviembre estaba llamado a las urnas. Como ya ocurrió hace cuatro años, no hubo candidatura.
La alcaldesa del municipio también trató de convencerla para que presentara su candidatura. Otro rechazo. Hilaria cuenta que, como en cualquier pueblo, por allí pasan los obreros del Consistorio pero «no se esmeran en el trabajo». Ella tampoco quiso ofrecerse a ocupar el cargo a pesar de que Abelina le animó porque «habla muy bien», dice. Miguel Barreda ya fue pedáneo hace más de una década y no repetiría. Para él el problema es que «nadie quiere responsabilidades», aunque es una figura que «necesitamos».
Mariano Bardón fue pedáneo durante cuatro legislaturas, del año 2000 al 2012. Cuenta que cuando él ocupaba el puesto, algunas de las obras que realizó generaron debate porque los vecinos «creen que lo haces en tu propio beneficio». Una situación que hizo que tuviera ganas de dejarlo y no quisiera volver a presentarse. Bardón señala que en realidad «a nadie le importa». También dice que la alcaldesa trabaja y «hace lo que puede» dentro de los recursos económicos con los que cuenta.
Justo | Vecino
La alcaldesa de Los Tojos, Belén Ceballos , está «muy disgustada» con el hecho de que este año Correpoco se vaya a quedar sin representante. «Siempre presento una candidatura», cuenta la regidora, pero esta vez nadie quiso subirse a ese tren. «Hablé con los vecinos para intentar que alguno se animara». Algo que fue imposible. «He hecho todo lo posible porque soy una gran defensora de las juntas vecinales», añade. Su sensación es que los vecinos creen que «no vale para nada», pero en su opinión no es así, a lo que añade que «el pueblo no está descuidado ni olvidado».
Uno de los mayores quebraderos de cabeza de los vecinos es «la pared del cementerio que está caída desde hace tiempo y nadie la arregla». Ceballos explica que ya ha intentado que el obispado lo solucionara. «No puedo hacer más». A pesar de la situación se muestra optimista de que la próxima legislatura llegue sin el concejo disuelto y que, entonces, algún vecino dé un paso al frente y vuelva a tener representante.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.