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Unas enigmáticas marcas halladas en la mandíbula de un niño de unos cinco años encontrada en la cueva El Castillo (Puente Viesgo) han reavivado un misterio paleontológico que dura ya más de un siglo. Las hendiduras en el hueso prueban que alguien le arrancó ... la lengua con herramientas de piedra afiladas después de muerto, según revela un estudio científico publicado recientemente en la revista de la Asociación de Antropología Física de EE UU, del que se ha hecho eco El País.
El nuevo estudio de los restos encontrados por el paleontólogo alemán Hugo Obermaier en 1912, recuperados para la ciencia más de un siglo después, es el primero que ofrece datos sobre quién era aquel niño y qué le sucedió, y apunta a que podría tratarse de «un caso de canibalismo o de un ritual mortuorio» que se llevó a cabo en dicho yacimiento.
Los autores del estudio han descubierto que junto a los restos del niño se hallaron pequeños fragmentos de cráneo y dientes de dos personas más, un adulto muy robusto y un joven. El análisis del fósil del niño indica que era un 'Homo sapiens', nuestra misma especie, aunque aún mostraba rasgos primitivos característicos de aquella época, como unos dientes más grandes y un mentón menos saliente. Los investigadores extrajeron una muestra del hueso y la dataron con carbono-14, lo que demostró que el niño vivió hace unos 27.000 años. «Es posible que en esas mismas fechas se realizasen algunas de las pinturas rupestres de la cueva, en concreto las siluetas de manos con ocre», explica Federico Bernaldo de Quirós, coautor del estudio. Otras dataciones con isótopos de uranio apuntan a que algunas pinturas pueden remontarse 40.000 años atrás, mientras que las más recientes, cuya edad ha sido calculada a partir del carbono de la propia pintura, arrojan fechas de hace 15.000 años.
«El Castillo tiene una primera sala enorme, de unos 20 metros de ancho, seguida de una segunda gran cámara que es en la que se encuentran algunas pinturas. Este era un sitio ideal de reunión y socialización al que llegaban diferentes grupos y convivían por temporadas, socializaban y compartían. Hemos encontrado huesos de hasta 200 ciervos cazados de una sola vez», continúa Bernaldo. «Los primeros en llegar fueron los neandertales hace unos 200.000 años y desde entonces hay rastros de ocupación humana intermitente que también incluye a los sapiens y que llega hasta la Edad del Bronce, hace unos 5.000 años».
En aquella época no faltaba la comida. La caza era abundante y también había pesca en los ríos cercanos. El análisis de isótopos de la mandíbula muestra que el niño tenía una dieta variada. La incógnita sobre la que argumenta el estudio es ¿por qué iban a comérselo si sobraba alimento?
Lo excepcional de la pequeña mandíbula hallada es que las marcas de corte «demuestran que hubo una manipulación del cadáver poco después de la muerte para extraer la lengua», explica la antropóloga María Dolores Garralda, coautora del estudio. «No hay manera de saber por qué lo hicieron. Se trata del único caso claro de esta práctica en Europa occidental junto a otro descubierto muy recientemente en Francia», continúa Garralda. En el Este de Europa, en la península de Crimea, se descubrieron marcas en cráneos que indican que los cadáveres fueron desarticulados. Sus descubridores lo atribuyen a algún ritual funerario. «Pensamos que es más probable que en El Castillo, hubiese o no canibalismo, hay un significado ritual o simbólico. Tal vez fuese un enterramiento que después fue destapado por las hienas», concluye Garralda.
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