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La barra de pan que la Panadería Elechino vendía hace un año a 80 céntimos, ahora la vende a 85. «Y eso que subimos el ... precio en junio, antes de la peor subida de la electricidad», dice Víctor Castanedo, del obrador de Santander. También la harina ha subido, pero lo peor es la tarifa energética: «En primavera la factura que nos llegó era de unos 900 euros, pero el último recibo ha sido de más de 2.000 euros, después de dos meses sin recibir ni una factura, así que habrá que volver a subirlo porque, si no, va a ser imposible aguantar». Lo que sucede con una barra de pan sirve de termómetro para el bolsillo de cada cántabro, ya que detrás de la escalada del precio del megavatio, que se situó este pasado sábado en 226,21 euros, hay un consecuente encarecimiento en todo lo demás, incluida la cesta de la compra y los alimentos básicos, ya que su producción, fabricación y transporte tienen un hilo conductor que lleva directamente al aumento del coste de la energía como fuelle para avivar las cifras.
En lo que va de año, el IPC ha experimentado una subida constante en el país, pero el indicador adelantado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para este pasado septiembre supone un salto respecto al mismo mes del año anterior que no se había visto en 13 años, cuando el país estaba a las puertas de la crisis financiera del ladrillo.
Según el INE, la inflación anual estimada es del 4%, y de confirmarse este indicador adelantado, supondría un aumento de siete décimas en su tasa anual, ya que en agosto la variación había sido del 3,3%. Con estos datos, la inflación encadena por tanto el sexto mes consecutivo al alza, y la subida nos sitúa en niveles de inflación de 2008, con la consiguiente pregunta: ¿qué va a suponer esto? Lo que los negocios, empresas o particulares ya están notando, un encarecimiento de la vida que se deja notar en el tique de la compra, en las bebidas alcohólicas, en la hostelería, en los billetes de transporte, en el turismo y la hostelería. Estos son algunos de los doce capítulos que el INE analiza mes a mes, fijándose en los precios de 221 productos o servicios, para cifrar el precio del consumo. Y en Cantabria, el cómputo general arroja un dato que nos sitúa a la cabeza de España: en lo que va de año, el IPC general de la región ha aumentado un 2,5%, una cifra que sólo supera Aragón (donde sube un 2,6%). Si se compara con los precios del año pasado, la variación del IPC general es del 3,5%, y va a suponer, como advierte la Unión de Consumidores y Usuarios (OCU), un encarecimiento de los productos, que en Cantabria se está dejando notar sobre manera en la cesta de la compra: los precios en alimentación se han incrementado un 2,5% en lo que va de año y un 2,4% en comparación a septiembre de 2020.
Los suministros de la vivienda (agua, gas, electricidad) suponen un 13,5% de la cesta de la compra y en Cantabria es la subida más significativa del dato del IPC de agosto. El precio de la electricidad sube un 11,1% respecto al mismo mes de 2020.
Según el INE, en el capítulo de alimentos, donde más se está notando es en los aceites y las grasas, que han aumentado un 22% su precio, pero también lo han hecho la fruta fresca (5,3%), los huevos (4,0%), así como en la carne de ave (2,8%)
El transporte es otro de los grupos con mayor peso en la inflación de los datos de Cantabria, por «la subida de los carburantes y lubricantes para el transporte personal y los automóviles», según el INE. Con respecto a 2020, sube un 9,1%.
A consecuencia del «aumento de los precios de los servicios de alojamiento y, en menor medida, de la restauración», el capítulo de hostelería empuja al alza el IPC. Respecto al año pasado, en plena pandemia, la variación es del 1,2%.
Según el INE,este dato «recoge el comportamiento de los precios propio del final del periodo de rebajas de verano». Sin embargo, respecto al mismo mes del año pasado, la variación interanual del vestido y el calzado asciende al 1,1%.
Coincidiendo con la subida del precio de la energía, el IPC está aumentando en todo el país por encima de lo esperado en turismo y hostelería (2,9%). En cuanto a la alimentación, que a nivel nacional crece un 1,7%, varios alimentos de primera necesidad han sufrido ya importantes subidas de precios: los aceites y las grasas (un 22%, «aunque todo apunta a un aumento provocado por una mala cosecha», según la OCU), la fruta fresca (un 5,3%), los huevos (un 4%) y la carne de ave (un 2,8%). «De momento es solo una tendencia, pero si los precios de la energía siguieran altos, el comercio no tendría más remedio que trasladar el sobre coste de producción y transporte al consumidor final», dice la organización.
«Cualquier previsión de índices oficiales respecto a la subida del IPC será ampliamente rebasada en la cesta de la compra», advierte Francisco Bautista, coordinador de la Asociación Unión de Consumidores de Cantabria. Es decir, «el consumidor notará en el día a día y en la cesta de la compra, que la vida sube mucho más que lo que vaya a estimar el INE. Siempre ha sido así y nos tememos que esta vez no será una excepción, lo que acumula más zozobra a nuestra situación».
No todos los parámetros se han comportado igual en lo que va de año. Por ejemplo, según los datos del INE correspondientes a agosto de Cantabria, en vestido y calzado el precio ha descendido un -15,3% y también lo hizo el menaje (-0,2%); el resto de indicadores suben, sobre todo el relativo a hoteles, cafés y restaurantes, que experimentan una subida en lo que va de año del 4%, el transporte (8,4%) y la vivienda (9,3%).
Y con respecto al año pasado, ¿qué cambios soportan los bolsillos de los cántabros? Las progresivas alzas del precio de la electricidad, el butano y los carburantes se siguen traduciendo en un significativo incremento del IPC en 2021, y lo hace con especial relevancia el capítulo de la vivienda (en el que se incluye la electricidad, gas y otros combustibles) con un 11,1%. Sólo ha bajado el precio de las comunicaciones (-2,9%) y del ocio y la cultura (-0,7%).
Detrás de este incremento de los precios está la subida de la electricidad, que según el INE acumula un incremento interanual del 34,9%, en un mes en el que el precio de la luz en el mercado mayorista volvió a batir otro hito, empujando así el IPC de agosto hasta el 3,3%. «En cuanto a la subida de la electricidad el panorama no puede ser más desolador, y la preocupación entre el colectivo de consumidores y usuarios sube al mismo ritmo que la propia luz: exponencialmente», dice Francisco Bautista, que advierte de que Consumidores de Cantabria está recibiendo «desde mayo» cada vez más reclamaciones en ese sentido: «La subida en el precio de un suministro básico como el eléctrico preocupa en sí mismo, pero también porque hace temer un encarecimiento de otros productos, muchos de ellos igualmente básicos». Ante esta escalada de precios, no sólo cabe preguntarse por la dependencia energética, sino, como advierte el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria (UC), David Cantarero, también por cómo se enfrenta esa realidad desde España, donde la renta media no es igual que en otros países europeos donde también están sufriendo los embistes de la factura de la luz.
«El Bank of America Merill Lynch estima que los hogares europeos pagaron 500 euros más al año en subidas de gas y electricidad. En España, un 8,4% de la renta neta disponible en los hogares cántabros va a pagar la factura de la luz, es el porcentaje más alto de todo Europa», advierte el economista. Si bien «la factura de electricidad es similar en los países europeos», el riesgo de este porcentaje está en que no es lo mismo destinar esa cantidad en España, a hacerlo en países como Suiza o Alemania, donde la renta media por hogar es mayor. «Lo que debería de preocuparnos es que nuestra renta disponible per capita es un 13% inferior a la media europea y además está estancada. Esto se explica sobre todo por el alto peso de los salarios (39% del total), pero además porque los salarios de hoy son un 1,1% inferiores a los de hace 20 años (26.836 en 2000 y en 2020 son 26.537 de media)», dice el profesor titular de la UC.
Francisco Bautista, coordinador de Consumidores de Cantabria, advierte de que han empezado a «percibir reclamaciones de consumidores que se quejan de que no se les giran facturas, ni cargos, ni lecturas desde hace algunos meses desde mayo», lo cual, dice Bautista, «es muy grave porque el consumidor no tiene que sufrir las consecuencias de la falta de diligencia en los procesos de facturación de las comercializadoras, o de la falta de lectura de las distribuidoras, sobre todo cuando no tiene ningún sentido que no se lea al tener los contadores instalados la lectura telemática en tiempo real».
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