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C. DE LA PEÑA
SANTANDER.
Sábado, 30 de diciembre 2017, 06:32
Cuando apenas quedan unas horas para despedir 2017 y dar la bienvenida a 2018, los hoteles de Cantabria pisan el acelerador en las cocinas y salones para que todo esté perfecto de cara a los múltiples cotillones contratados para Nochevieja. El modelo de cena más fiesta, que la crisis casi se lleva por delante en favor de nuevas costumbres, más baratas, como despedir el año tomando copas al aire libre y el botellón entre los más jóvenes, ha vuelto y este año se reivindica con más fuerza que nunca. «Los hoteles tienen toda la oferta cubierta», señalan fuentes del sector.
Después de casi nueve años de crisis económica, los empresarios han descubierto el potencial de las familias y ofrecen cada vez más fiestas al ritmo de cotillones. La recuperación se notó ya el año pasado, pero éste hoteles como Bahía, Santemar y el Gran Casino de El Sardinero han colgado hace días el cartel de 'no hay billetes' porque tienen toda la oferta cubierta. El perfil del usuario de este tipo de fiestas «son personas de entre 40 y 70 años, que vienen en familia, y parejas de más de 40 años con niños», subraya Sergio Peón, director del Hotel Bahía de Santander, que a mediados de noviembre completó la oferta del cotillón. «Tenemos lleno total, esperamos 300 comensales, entre adultos y niños», señala.
El 72% de los clientes se aloja también en el hotel, porque llega de la provincia o de fuera de Cantabria. Al precio de 135 euros por cabeza, los asistentes degustarán una cena copiosa, con aperitivos, ensalada de bogavante y santiaguiños, rodaballo, solomillo, postre y dulces de Navidad, y después fiesta a todo gas, con barra libre y música con Dj hasta las 3.30 horas de la madrugada. Peón confirma el resurgir de los cotillones. «En los dos últimos años la gente adelanta cada vez más la reserva porque hay mucha demanda», dice.
La situación se repite en otro establecimiento emblemático, el Gran Casino de El Sardinero. Va a dar 530 cenas (aperitivos, ensalada de bogavante, lubina, solomillo, postre, barra libre y Dj) a 125 euros por cabeza. «Tenemos los cuatro comedores llenos y hemos tenido que rechazar más de un centenar de peticiones», comenta su gerente, Manuel Ruiz. «Este año hay más alegría que nunca, aunque el año pasado ya se notó un resurgir. Si hubiera más oferta, se llenaría».
España es un país ruidoso y no se concibe una Nochevieja sin petardos, aunque algunos ayuntamientos, como el de Torrelavega, han empezado a regular su uso. Esta corporación ha aprobado una nueva ordenanza que limita el uso de la pirotecnia a una hora al día o dos periodos de media hora, y en un lugar acotado.
Como no entrará en vigor hasta el año que viene, ha lanzado una campaña para concienciar al público de los «efectos negativos» de los petardos y la necesidad de cumplir la normativa. También la Delegación del Gobierno ha hecho lo propio, pero para alertar de que existen unas normas que regulan la venta de material pirotécnico en los 19 establecimientos autorizados, cuyo incumplimiento conlleva sanciones.
El Santemar es uno de los hoteles que ofrece al público una variante al clásico cotillón de fin de año. Su propuesta pasa por poner a disposición del público los diez salones privados de que dispone para que cada familia se monte su propio festejo. En total recibirá a diez familias, o lo que es lo mismo, 200 personas. Cada comensal paga 65 euros y el hotel pone a su disposición un bufé con una diversidad de alimentos fríos y calientes, pero «ellos se traen su propia música y organizan su fiesta hasta las cinco de la mañana», señala Pablo Espada, comercial del establecimiento. Las reservas están hechas en agosto y desde hace cinco años repiten las mismas familias.
Las opciones de los más jóvenes son múltiples. Se refugian al calor de los bares, pubs y discotecas, además del clásico botellón callejero, para disfrutar de una noche que empieza muy tarde, como es tradición, y termina al alba. La discoteca Kudeta, en Puertochico, espera llenar el aforo y reunir a 700 personas. Este año no habrá un cotillón al uso. «La gente no quiere un espectáculo especial si no entrar y salir de un local a otro», comenta su propietario Juanjo Montiel, por lo que ha dispuesto una entrada especial de 25 euros que da opción a cuatro consumiciones. En otras salas el precio de la entrada se eleva a 50 euros. En Torrelavega, el local de eventos 'La Casa Encantada' ha organizado una fiesta para 200 jóvenes, que pagarán entre 50 y 60 euros.
La oferta de fin de año afecta también al turismo rural. «En estas fechas permanecen abiertas unas 200 casas rurales y el 40% han sido alquiladas por familias y grupos de amigos para recibir el año», señala Jesús Blanco, presidente de la Asociación de Turismo Rural.
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