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El covid golpea de nuevo a las residencias de mayores con tres muertes en la quinta ola
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Los centros acumulan ya 279 fallecidos en toda la pandemia y registran 77 casos activos, de los cuales 56 son usuariosLa preocupación no ha dejado de ser una compañera más de viaje para las residencias de mayores desde que se instalara de forma permanente ... en marzo del 2020. Puede variar el nivel a la par que lo hacen los datos o avanza la crisis sanitaria, pero no desaparece. Y si en la calle la situación no mejora, tampoco lo hace en estos centros donde han muerto tres usuarios a lo largo de la quinta ola. Así, son ya 279 las personas mayores fallecidas por covid en Cantabria desde el inicio de la pandemia, una cifra que asciende a 292 si se añaden los centros de dependencia. Dos de esas últimas víctimas resultaban ser residentes de sendos centros en las que hay actualmente un brote activo:Vitalitas San José, en Guarnizo - con casos desde finales de julio- y San Pedro, ubicada en Astillero. La situación actual de la red de centros se resume con una cifra: según los últimos datos actualizados del Icass, las residencias de personas mayores de Cantabria suman actualmente 77 positivos, de los cuales 56 corresponden a usuarios. Y de ese grupo hay 12 ingresados.
Hace dos meses, en concreto el 10 de junio, los profesionales respiraban más tranquilos porque la última muerte por el virus estaba fechada el 24 de febrero. Es decir, enlazaban tres meses y medio sin añadir más nombres a la peor estadística, las 276 muertes por covid. La vacunación ayudó a dejar atrás el fantasma del dramático 2020 que se cebó con estos centros en los que viven el grupo de población más vulnerable frente al bicho. Y los números se mantuvieron estables hasta la última semana de julio. Según un informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), que recoge los datos que las propias comunidades autónomas trasladan, en la semana del 26 de julio al 1 de agosto Cantabria notificó dos fallecidos en residencias.
Ahora, inmersos en la quinta ola, y con 12 personas hospitalizadas, el miedo es que las cifras puedan terminar aumentando aunque quedarían lejos de los números del año pasado. Sólo en la primera ola, entre el 14 de marzo y el 22 de junio del 2020, en Cantabria murieron 131 mayores en residencias (y otros 10 en los centros de dependencia). En el segundo golpe, marcado a partir de octubre y hasta el 3 de enero de este año, fallecieron otros 109 mayores. Y ya en la tercera ola, con datos registrados hasta el 21 de marzo, se habían acumulado 36 muertos (más 3 en dependencia). En total 276 víctimas a las que se sumarían las tres de este quinto envite.
Por el momento, aunque la situación de Vitalitas está «controlada», ha indicado su director, Antonio Morales, desde que se localizaran los primeros contagios, lo cierto es que los números no remiten y hasta este jueves aún había 31 contagiados entre los residentes, cuatro de ellos hospitalizados, y seis profesionales. El resto, quienes pasan la enfermedad en el centro, parece que no presentan síntomas graves. Aquí la vacuna está haciendo su efecto. El otro centro, San Pedro, suma ya otros 22 casos, de ellos 17 son usuarios (seis ingresados). El martes, según los datos del día, había 7 positivos.
Así, entre los dos centros suman, según los últimos datos del Icass, un total de 48 de los 56 residentes contagiados. Lo que supone concentrar el 86% de los positivos entre este colectivo. Más allá de los trabajadores enfermos por covid. El hecho de que dos espacios sean el foco de casi todos los mayores enfermos, es el aspecto que da cierta tranquilidad a los responsables y hace que «no estemos especialmente preocupados», ha comentado varios veces Julio Soto, director general de Políticas Sociales. Sobre todo saber que en el resto de centros de personas mayores y con discapacidad, no hay positivos y en donde sí se registran casos, no pasan a convertirse en otro brote, sino que son casos «aislados». Un goteo del que estar pendiente pero no alarmado.
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Lo cierto es que las cifras de casos activos en estas instalaciones hace ya varias semanas que van en aumento. No hay tregua. Por echar la vista atrás. El 20 de julio no había ni una persona mayor contagiada en Cantabria. Aunque sí once profesionales. A partir de esa fecha la gráfica empezó a ascender. No obstante, en las primeras jornadas tampoco era una subida que hiciera saltar las alarmas porque los números no estaban disparados. El 29 de julio había 6 usuarios positivos. La situación cambió en cuestión de una jornada. El último día del mes, los casos estaban ya en 26. Y desde entonces la cifra no ha hecho más que aumentar hasta los 56 actuales.
Cuando uno pregunta a los responsables de los centros qué está ocurriendo y si hay preocupación, la respuesta suele ser otra pregunta. ¿Cómo está la situación en la calle? Porque las residencias no son «islas» y no viven ajenas a la realidad que ocurre del resto de la población. Si la sociedad está inmersa en la quinta ola que no da tregua ni a Atención Primaria ni a los hospitales, aumentan las opciones de que el bicho cruce la puerta e incluso termina por hacerlo. Un ejemplo. El 31 de julio en Cantabria se registraron 191 casos. Y las personas mayores «entran y salen como nosotros», recuerda Soto, eso quiere decir que están tan expuestos al contagio como cualquiera. Todo a pesar de que se mantenga el cuidado y las medidas de prevención con las que siguen trabajando los profesionales como la «doble mascarilla en cuanto surge alguna cosa», recuerda Rubén Otero, presidente de la Federación Empresarial de Dependencia de Cantabria.
El Consejo Interterritorial de Salud celebrado el miércoles aprobó endurecer las medidas a los profesionales de residencias que no quieran vacunarse. Una de las propuestas acordadas es permitir cambiar de puesto a los trabajadores para no poner en riesgo a las personas que cuidan , una idea que «no tiene sentido», opina Julio Soto, director general de Políticas Sociales. En estos centros es un ajuste que «no se puede hacer porque un gerocultor es un gerocultor». Y no puede ocupar ningún otro puesto. Soto entiende que pueda tratarse de un «error de expresión». Otra cosa no es aplicable: «No puedes cambiar de puesto de trabajo», insiste. Por eso considera que las medidas del Consejo son una «declaración que necesita matices y que está poco reflexionada», señala. Deja demasiados flecos abiertos.
Tampoco parece convencerle la idea de poder someter a los profesionales a, por lo menos, dos pruebas diagnósticas a la semana. Tras la lectura del documento se plantea muchas preguntas. «¿Quién cubre los gastos de las pruebas?¿Y quién las hace?Se tendrá que encargar Sanidad», piensa en voz alta. O hasta qué punto puede, el director de una residencia, obligar a un trabajador a someterse a esos test. Soto es partidario de la vacunación obligatoria para determinados colectivos, pero ese no es el debate ahora. Y a lo acordado entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas le «falta concreción». Son palabras que más allá de lo escrito, luego «hay que llevarlas a la práctica» y ahí es donde parece que se van a encontrar problemas. El director general entiende que cada paso se da con «voluntad de mejorar las cosas, pero luego hay que aplicarlo». Y lo anunciado necesita «precisión», resume Soto.
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Ana del Castillo
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