Revilla convierte el programa de Bertín en un escaparate de Cabárceno

Solo hacen falta unos segundos de programa para que Revilla haga lo que mejor sabe: promocionar los atractivos turísticos de la región. En este caso, al mismo tiempo que alimenta, boca a boca, a una jirafa, frente a un Bertín ataviado cual explorador de safari. Si bien en el valle de Polaciones no se dan demasiado estos largos mamíferos, el purriego parece un experto en su comportamiento social. Al hilo de la anécdota del avestruz que le robó plano hace un par de meses, se escucha al presidente criticar los entresijos de la cogobernanza, parte del bipartito de difícil equilibrio que maneja la gobernanza cántabra, al menos de momento. La primera de las muchas referencias políticas que se pudieron escuchar durante las más de dos horas de programa.

«Fuiste a mi casa y dijiste: 'Jett serás presidente'. Yo te pregunté ¿para qué? y dijiste: para abrir la boca y decir lo que piensas».

En el capítulo 19 de la aclamada 'El Ala Oeste de la Casa Blanca', el ficticio presidente de los Estados Unidos, Jett Barlet, discute con su jefe de personal sobre su papel al frente del gobierno, que concluye con una estrategia clara: dejar que Bartlet sea Bartlet. La misma que desde hace décadas parece haberse aplicado el camaleónico presidente de Cantabria.

Revilla habló en todo momento en primera persona. «Hemos tenido un montón de elefantes», «segamos al menos cinco veces al año», «hicimos», «tuvimos», «preparamos». Como alguien que se siente dentro de un algo más grande que sí mismo. Siendo parte del todo.

«Tienes mejor cara», le dijo su partenaire, a lo que el presidente explicó que el relativo confinamiento, pues no dejó de trabajar, le ha servido para coger la costumbre de hacer deporte. Primero en el balcón de su despacho de Peña Herbosa, ida y vuelta. Ahora por espacios abiertos y con una actitud que refleja su punto de vista sobre el covid: «No podemos entrar en pánico y dejar de trabajar o el país se va a la ruina». Revilla se mostró optimista sobre la evolución y control de la pandemia: «yo creo que la tenemos controlada». Quizá cerca, en La Inmobiliaria o en Madrid, donde este mismo viernes se han anunciado medidas restrictivas, tengan una valoración distinta. «Esto nos va a servir para recapacitar si no vamos demasiado deprisa en nuestra vida».

El presidente que reconoció la difícil labor de «el del pelo», Fernando Simón, pidió perdón por haber participado en las manifestaciones del 8 de marzo y haber animado a la gente a sumarse. «Probablemente di unos 400 besos», señaló, si bien se mostró seguro de que «si Pedro Sánchez hubiera sabido lo que iba a venir», no se habrían celebrado.

A Sanchez lo comparó, en el marco del parque de la naturaleza, con un licaón o perro del desierto, «que no corren mucho, pero pueden seguir ocho horas y agotar a otras especies». Sánchez seguirá donde está «al menos tres años», vaticinó, aunque le caigan encima cubos de agua hirviendo. «Tenaz y concienzudo es» .

A Torra se refirió como «una monja de la caridad»; Urkullu es «un tío muy serio»; Díaz Ayuso «poco beligerante, calladuca»; Juanma Moreno «correcto»; Casado, «un tío preparado, el mejor parlamentario que tenemos, pero condicionado por Vox»; Arrimadas «con mejor postura que Albert Rivera» o Mariano Rajoy, el más parecido a «una avestruz», a quien ha aprendido a apreciar más con el tiempo.

Para Revilla «el mayor virus es el político», donde abundan las hienas. Criticó como ejemplos la falta de consenso para aprobar presupuestos o renovar el Consejo General del Poder Judicial, «porque ahora es el momento de estar unidos y sacar adelante España». Curiosamente, se pudo escuchar la canción de los Beatles 'We can work it out', esto es; podemos resolverlo juntos, un mensaje que el político querría trasladar a sus homólogos.

También aparecieron en el relato, dos políticos regionales. Primero, Juan Hormaechea. Quién le iba a decir al expresidente que a estas alturas figuraría su nombre en pleno prime time de Mediaset, pero al César lo que es del César; suya fue la iniciativa de dar forma a Cabárceno hace tres décadas, y así quedó reflejado.

La segunda y sorprendente aparición fue la de Francisco Javier López Marcano, quien fuera hombre fuerte del PRC. Revilla contó la polémica en torno a la casa de los gorilas que significó una querella, que llegó al Supremo y que según señaló, es el motivo por el que no es diputado en la actualidad. El propio taniego habló del caso para sorpresa de Osborne, que en todo momento entendió que la denuncia venía a colación de la vivienda del propio político y no del recinto zoológico. Para los espectadores cántabros cabe preguntarse a qué responde esta vuelta al primer plano de exconsejero de Cultura y si hay una doble lectura en este apoyo público a nivel nacional.

Revilla ya no es amigo de Juan Carlos I. Como unos padres ante un hijo que ha hecho una de las suyas: si se porta bien es de los dos, si se porta mal de uno solo, el cántabro espetó al andaluz; «No te vas a ir de aquí sin que hablemos de tu amigo». Y vaya si hablaron.

La postura del regionalista es meridiana al respecto; en la conducta privada del monarca y los indicios de robo y evasión fiscal de cien millones de euros, «una cantidad de pasta terrorífica», Revilla afirma: «hay que aplicarle el reglamento con más rigor que a cualquiera».

Lo único que pide es que haya jueces «que no se acojonen ante la palabra rey». Aclaró que no está en contra de la monarquía y defendió el papel de Felipe VI, quien «no tiene los defectos del padre» y estará «a favor de que todo se aclare».

Ahora mismo, abrir el tema de la república «sería una locura», afirmó. El mismo hombre que le hizo llorar el 23F debería ser ahora a su juicio motivo de investigación, y «cuanto antes mejor». La realización tuvo el detalle de no incluir en este tramo planos de los elefantes, principio de la caída, con caída incluida, del monarca español.

Revilla tiró de clásicos en la improvisada merienda que compartió con el presentador. Sus sobaos XXL, su método de aprender a comer anchoas, sus recetas de perrechicos... Y a su lado, Aurora, bastión inamovible, detallando elementos de su vida privada mientras servía sus buenas raciones de tomate cántabro y reivindicaba su labor para apoyar la salida de su hija Lara, de quien destacan su capacidad de esfuerzo, a países extranjeros para formarse. Viajes que no ha realizado con su esposo, atado a su infinita Cantabria y a los 87 días festivos que siente como una obligación. Lara Revilla, acostumbrada a verse en el foco mediático de la inabarcable sombra paterna, apareció resuelta y contundente.

Cabárceno anunció esta semana su nueva opción de visitas nocturnas, que se suma al resto de rutas posibles que se pueden hacer en el espectacular recinto. «No he visto cosa igual en la vida», repitió insistente el andaluz. Ahora bien, no prueben a esconderse en un férreo rincón del parque a hacer sus necesidades; hay lujos reservados solo a los invitados ilustres.

Revilla sabe muy bien el poder de la televisión para vender lo que él quiere vender, detalló Bertín Osborne. Y no le falta razón. Por su programa ha pasado Camela, María Jiménez. Lidia Lozano, Jesús Vázquez...personajes ligados al mundo del espectáculo. Y ahí se cuela, una vez más, un político fundador de su propio partido, de una comunidad pequeña, ligada para los foráneos a su propio apellido, que con una de cal y otra de arena mezcla costumbrismo y dardos. Como buen economista, saber sumar lo necesario para obtener el resultado que desea. «Vender Cantabria está chupao», presume. Con la fórmula adecuada, sin duda, y la de Revilla es ser Revilla.