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Cuando Aimar Bretos (San Sebastián, 1986) reunió a Carmen Calvo (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y José Manuel García-Margallo (PP) en su programa 'Hora 25' de la Cadena Ser, lo que logró no fue solo morbo sino abrir un debate desde las aristas políticas de ... un país que en los últimos años ha visto incrementado el ruido y la furia en sus instituciones. ¿Cabía el diálogo en una actualidad que ha convertido al adversario político en enemigo? Al parecer, sí: «Nuestra intención es repetir el próximo año y ellos también quieren», dice el director del veterano programa, que en vez de aristas, transmite una idea de mesa redonda cuando responde a cuestiones como si todo es tolerable en democracia: «No creo en el silenciamiento de determinadas opiniones u opciones políticas, sino en contar el ruido que cada uno genera y por qué», dice. Hoy lo hará desde Santander, desde la UIMP.
–Hacer bien una entrevista tiene algo de arte: sacar titulares, que parezca una conversación, pero parece que está un poco infravalorada la importancia de la primera pregunta. ¿Cómo se empieza una buena entrevista?
–Estoy completamente de acuerdo, me parece que la primera pregunta es la más difícil y la que más hay que pensar, porque es la que marca todo el tono de la conversación: al entrevistado le estás enseñando tus cartas y me gusta que la primera pregunta siempre contenga un mínimo que le demuestre respeto en el sentido de sé quién eres, me interesa esta entrevista y en esta primera pregunta te lo demuestro.
–Lleva casi un año al frente de 'Hora 25', ¿cómo le ha influido en su forma de contar?
–Este año me he dado cuenta de que necesitamos información nueva, contar bien lo que creíamos conocer, por ejemplo, el funcionamiento del sistema eléctrico, o quién riega y quién no riega con el escaso agua que queda en Doñana. La gente agradece cuando pones el foco sobre una realidad compleja, que no tiene por qué ser novedosa, para desmenuzarla y explicarla con un lenguaje que pueda ser entendido por todo el mundo, empezando por mí.
–La realidad tiene muchas interpretaciones y en ese sentido resulta pertinente el formato de la tertulia que hace los lunes. ¿Cómo ha sido la convivencia entre Carmen Calvo (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y José Manuel García-Margallo (PP)? ¿Va a repetir formato el próximo año?
–Es un formato que tiene larga vida y nuestra intención es repetir el año que viene, y creo que ellos también lo quieren. Están muy a gusto y se les nota. Han creado un clima que trasciende lo político y hay mucho de personal, lo que hace que incluso en las noches con más tensión hay algo que no se rompe entre ellos. Antes, durante las publicidades, guardaban más silencio y ahora se enseñan fotos de sus nietos en el móvil.
–El exdirector de El País, Antonio Caño, ha desvelado que intentó evitar un pacto entre Sánchez e independentistas. ¿Esta declaración abre un debate entre información o editorialización de los medios, o afecta directamente a la credibilidad?
–Lo que los oyentes y los lectores quieren de nosotros, y lo que creo que tenemos que dar, es nuestro compromiso para contar el mundo, no para intentar condicionar el mundo. A partir de ahí, me fijo en los últimos tres directores que ha tenido El País, Sol (Gallego Díaz), Javier (Moreno) y Pepa (Bueno) y los tres tienen una militancia absoluta por la verdad y los hechos.
–¿Se considera un joven periodista o un periodista joven?
–Soy un joven que ejerce el periodismo y creo que los oyentes agradecen que, de vez en cuando, les exponga mi forma de ver la vida, que es la de alguien a quien le queda mucho por recorrer. No obstante, no me obsesiono con la edad, me acomplejaría pensar qué tengo yo que aportar a estos señores y señoras hechas y derechas que me escuchan.
–¿Los jóvenes están lejos de la radio?
–Para dar una respuesta correcta hay que concebir la radio dentro de un ecosistema mayor que es el audio. Puede que los jóvenes no estén absolutamente volcados en la radio tradicional, pero tanto el consumo de lo que se ha hecho para radio en directo, que después tiene una segunda vida en diferido, como el audio que se diseña específicamente para ser consumido bajo demanda, que son los podcast, es por donde está entrando el público nuevo. Y es maravilloso que consuman audio, que se acostumbren a que los AirPods que llevan sirven para escuchar música, pero también para que alguien en quien confías te ponga al día y te dé información que te servirá para tu vida. Y esto está pasando.
–Con los horarios que tiene, no sé si le ha dado tiempo de ver en el cine la película 'Lightyear'...
–Todavía no, pero quiero verla, este fin de semana caerá.
–Aboga por recoger pluralidad de voces y por la tolerancia, ¿alimentamos la intolerancia al dar pábulo a ciertos debates, como el generado por esa película?
–Estoy de acuerdo, creo que nuestro papel no es dar pábulo a debates cuyo fruto claramente va a ser el de achicar la tolerancia. A partir de ahí, en lo que no creo es en el silenciamiento de determinadas opiniones políticas u opciones políticas. Hay que contar el ruido que cada uno genera, qué busca ese ruido y por qué está provocando ese ruido; por qué algunas opciones viven cómodas en agitar las aguas y generar caos, para decir después que ya os ordeno yo todo este caos. No creo que nuestro trabajo como periodistas sea determinar a qué damos voz y qué callamos, sino contar el ecosistema en el que todas esas voces se mueven y explicar por qué actúan como actúan, y las consecuencias que eso tiene.
–¿Cuál es su mejor pregunta para cerrar una entrevista?
–El final perfecto es la pregunta que dé pie a una respuesta con la que el oyente se quede con ganas de seguir escuchando.
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