Criar a un hijo es más caro que nunca: los españoles destinan 758 euros al mes

En la actualidad, el desembolso mensual realizado para la crianza se puede equiparar al pago de una cuota hipotecaria en un préstamo de 150.000 euros, a 25 años. Con los datos del euríbor registrados en el mes de septiembre de 2024 suponía 786,46 euros al mes, lo que ascendía a 9.437,52 euros al año. Una cifra que no se encuentra muy alejada del coste que supone la crianza y refleja la dificultad a la que se enfrentan los propios jóvenes, con un nivel de vida más caro y sin solución a corto plazo. Por lo que puede ser un motivo de disuasión para buena parte de ellos que quieren ser padres o madres, pero no pueden afrontar el elevado coste. De ahí que España presente un índice de fecundidad de 1,16 hijos por mujer, según las cifras correspondientes a 2024 y extraídas de la Encuesta de Fecundidad, Familia e Infancia elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). «De toda la Unión Europea, España es la que posee más brecha entre el número de hijos e hijas que una persona quiere tener y los que realmente tiene», asegura Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política en Save the Children.

La organización independiente ha tenido en cuenta en la elaboración del estudio las diferentes necesidades como la alimentación, higiene, ropa y calzado, educación, ocio y juguetes, sanidad, muebles, vivienda, costes corrientes de la vivienda, transporte, conciliación y gastos extraordinarios. «Los gastos corrientes de la vivienda o suministros son de los que más han aumentado, un 63% respecto a 2022 y un 153% respecto a 2018». puntualiza Perazzo.

El coste de criar a un niño o una niña cambia significativamente según la etapa de la vida en la que se encuentre (infancia o adolescencia). De 0 a 3 años, el gasto mensual asciende a 604 euros. Las principales partidas con mayor presupuesto en el coste de la crianza en esta franja de edad son la conciliación, la vivienda -preparar la habitación a un nuevo miembro- y la alimentación. De los 4 a los 6 años, el coste por mes se sitúa en 692 euros. De los 7 a los 12 años, se alcanza la máxima cifra, con un gasto de 812 euros. A partir de estas edades se comienzan a adecuar las habitaciones y se realizan diversos cambios en el mobiliario. También se ve reflejado en la cantidad de comida y su adaptación a la dieta que realiza la familia. De los 13 a los 17 años, el coste mensual es de 807 euros. Los adolescentes cuentan con dispositivos tecnológicos, como teléfonos móviles y videoconsolas, y empiezan a realizar planes de ocio con sus amigos.

Hacer frente a todos estos gastos conlleva un problema para muchas familias en España, en el que el 34,5% de niños y adolescentes se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, diez puntos por encima de la media europea, que se sitúa en el 24,8%. Perazzo incide en la problemática que viven los hogares formados por el padre o la madre y los hijos: «La cifra de pobreza en los hogares monomarentales es especialmente preocupante, donde la mitad de los 530.000 hogares que las conforman se encuentran en riesgo de pobreza».

El coste de la crianza no es homogéneo en las comunidades autónomas y varía dependiendo del lugar de residencia de las familias. En su estudio, Save the Children, realiza comparaciones entre los diferentes territorios donde opera y se constatan disparidades significativas entre las mismas. De los 722 euros de media que cuesta la crianza de un niño en Andalucía a los 938 euros de Cataluña, existe una amplia variación económica. Esto se traduce en que criar en Cataluña es hasta un 30% más caro que hacerlo en Andalucía. Entre la más cara y la más económica se encuentran la Comunidad de Madrid, con 896 euros; le sigue el País Vasco, con 866 euros, y la Comunidad Valenciana, con 839 euros.

El informe concluye con varias recomendaciones para aliviar el coste de la crianza y mejorar la calidad de vida; para ello, hace hincapié en aumentar la inversión pública en infancia, reforzar los mecanismos de apoyo focalizado a familias con implementación de una prestación a la crianza -que sea de carácter universal- y permita reducir la desigualdad entre las familias con y sin hijos. Otra de las líneas de actuación que propone la organización es rediseñar y revalorizar el Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI) para los tramos de mayor edad. Y por último, que se vinculen las actualizaciones de las prestaciones a indicadores del coste de la crianza.