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Aunque ayer no había ninguna patrulla de la Guardia Civil custodiando las entradas a la casa de Liaño donde se hallaron los cadáveres de Eva Jaular y su hija de once meses, todas las pruebas recabadas por los agentes de Criminalística están siendo ya ... analizadas para esclarecer las incógnitas que todavía permanecen abiertas sobre el caso. ¿Quién asesinó a Eva Jaular y su bebé? ¿Cuándo se produjeron los hechos? ¿Dónde está el arma del crimen? Unas cuestiones sobre las que no arrojó muchas luces la declaración ayer del detenido y principal sospechoso, José Reñones Calvo, a quien la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Santander envió ayer a prisión comunicada y sin fianza como presunto autor de dos delitos de homicidio y quebrantamiento de orden de alejamiento.
El investigado, expareja de Eva y padre del bebé asesinado, acudió a los Juzgados de Santander a primera hora, custodiado por la Guardia Civil y allí permaneció al menos dos horas antes de pasar a disposición judicial, donde se prestó a declarar. En todo momento se ha confesado inocente y ha manifestado no tener nada que ver con los hechos. Una actitud que ha mantenido desde que la mañana del pasado sábado se presentó por voluntad propia en el cuartel de El Astillero ante el requerimiento de los agentes por haber incumplido la orden de alejamiento de su expareja el día anterior en al menos dos ocasiones. Una medida preventiva que se decretó el 6 de noviembre.
La división de Criminalística de la Benemérita continúa con las pesquisas para esclarecer qué sucedió realmente en el número 232 del barrio Santa Ana, en Liaño, donde aparecieron los cadáveres. Los cuerpos presentan heridas por arma blanca, y fue el presidente regional, Miguel Ángel Revilla, el que desveló que: «La mujer estaba degollada y la niña apuñalada». Pero el arma aún no ha aparecido.
El funeral de Eva y su bebé se celebrará hoy, martes, a las cinco de la tarde, en la iguesia parroquial de San Juan Bautista (Colonia del Mar), en la calle santanderina de General Dávila. Los cuerpos serán incinerados dos horas antes en el cementerio de Ciriego.
José Reñones Calvo, que ya cuenta con antecedentes penales y había sido condenado en el pasado por un delito de violencia machista por amenazas, prestó declaración, y volvió a eludir cualquier tipo de responsabilidad en el homicidio. En su expediente pesan, además, condenas de otro tipo. Fuentes del Ayuntamiento de Villaescusa confirman que tenía «amedrentado a todo el vecindario». Había amenazado a varios vecinos. Llegó incluso a matar a los animales de una finca cercana, según confirmaron fuentes del consistorio. «Le molestaban las gallinas y el perro que había en un prado colindante a la casa y un día decidió matarlos. El dueño de ese prado ya no volvió a aparecer por allí por el miedo».
Varios residentes de la localidad lo describen como «una persona violenta, mal encarada y con mal aspecto, insano». Además, según ha podido saber este periódico, el presunto homicida padece una enfermedad oncológica y precisa de tratamiento.
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La Unidad Central de Atención a la Familia y Mujer (Ufam) se trasladó ayer desde Madrid para revisar con detalle toda la secuencia de los hechos relacionados con el doble crímen de Villaescusa. El objetivo es conocer cómo se actuó y si pudieron activarse mayores medidas de protección de la víctima. Los expertos realizarán lo que se denomina una autopsia psicológica de lo acontecido. Se evaluará hasta qué punto la actuación del presunto asesino era previsible. Para ello estudiarán todas las pruebas recabadas por los expertos en Criminalística de Cantabria y volverán a entrevistarse con los testigos, tanto con la madre de Eva Jaular como con la hermana. Incluso con el presunto homicida.
En la Guardia Civil, a título interno, se palpaba ayer el descontento. No ha gustado nada el señalamiento popular y menos el político. Se atribuye buena parte de la responsabilidad del suceso a la «práctica de los agentes que asistieron a la víctima», según el presidente regional;pero para el cuerpo la realidad es más complicada que todo esto. «Ningún agente ha pecado de dejadez de funciones. Lo han hecho lo mejor que pudieron;pero a veces la realidad no es tan fácil como la pintan», explican fuentes de la Benemérita. Las mismas que insisten en que «no se puede cargar ahora contra los que acudieron a la casa y olvidar que este y otros problemas vienen derivados, por ejemplo, de la escasez de efectivos».
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