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Rajoy, en su época de ministro (2002), delante del cuadro con Martínez Sieso como presidente regional. E. Cobo
El cuadro más caro, al despacho del presidente

El cuadro más caro, al despacho del presidente

En 1989 ·

Un retrato de Argenta firmado por Antonio López es la pieza más valiosa de la colección regional. Se hizo con ella Hormaechea en una esperpéntica puja por 54 millones de pesetas de la época

Lunes, 18 de abril 2022, 07:09

El presidente Juan Hormaechea realizó una visita a Cabezón de la Sal y Cabuérniga. Durante el viaje, el mandatario, fallecido en diciembre de 2020, dio orden a su chófer de parar el coche cuando se percató de un grupo de señoras alrededor de un ave rapaz. Ante el gran interés que mostró el político, gran amante de los animales, las mujeres decidieron regalárselo. Lo metió suelto en los asientos traseros del Opel Senator presidencial, compró algo de pienso por el camino y durante un tiempo lo tuvo en su despacho. Las crónicas de la época narraron aquel episodio, pero no hay noticias de lo que ocurrió posteriormente con el pájaro. Más fácil es trazar el rastro de otro de los caprichos que tuvo Hormaechea para dar vida a sus dependencias y que llegó casi a la vez, una obra de arte que desde su adquisición ha estado instalada casi de forma ininterrumpida en el despacho de los sucesivos jefes del Ejecutivo autonómico. Primero en el edificio de la vieja Diputación Provincial que se ubicaba en los solares donde se levantará el futuro Mupac y después en la actual sede de Peña Herbosa, al otro lado de la calle. Un retrato del director de orquesta castreño Ataúlfo Argenta realizado por el pintor manchego Antonio López que aterrizó a la colección regional en 1989 de una manera esperpéntica. Costó 54 millones de pesetas de la época y desde entonces es la pieza más cara bajo propiedad de todos los cántabros, según el inventario de bienes del Gobierno regional.

Fue el propio Hormaechea quien participó en la subasta convocada en Madrid por la galería Sotheby's. A distancia, desde el despacho de Santander del que apenas se ha movido la obra, realizó la puja ganadora. El plan inicial era otro. Hormaechea había enviado a la cita a un funcionario dispuesto a pagar hasta 25 millones por hacerse con la propiedad. Una cantidad muy importante teniendo en cuenta que dos años antes el Ministerio de Cultura había rechazado adquirirlo por diez millones al considerar que el precio era excesivo.

La obra de Antonio López, a la izquierda de la fotografía, con Revilla durante el primer bipartito. Celedonio

Sin embargo, la cifra del emisario del presidente cántabro fue rebasada en pocos segundos. Hacía tiempo que no salía al mercado una pieza de Antonio López, máximo exponente del hiperrealismo español, y el interés desbordó las previsiones. En un arrebato, Hormaechea descolgó el teléfono de su despacho y se animó a superar los 50 millones que había ofrecido la madrileña galería Durán. Y el retrato de Argenta, pintado en 1958, hizo las maletas y viajó a Cantabria.

La intención del político era otra. Hormaechea se había propuesto que este cuadro, pintado al óleo con arenas sobre lienzo encolado en madera, fuera uno de los que presidiera la zona noble del futuro Palacio de Festivales, entonces todavía en construcción y del que ahora se conmemoran sus treinta años de actividad. De hecho, en las paredes de este espacio cultural de Santander ha estado colgado en ocasiones puntuales. Por ejemplo en 2008, durante las citas especiales de la programación de otoño con las que se recordó al también pianista castreño el año en el que se cumplía medio siglo de su muerte.

Las salidas han sido excepcionales, porque en todo este tiempo casi siempre ha estado vigilando la actividad de los presidentes autonómicos. Además del propio Hormaechea, el retrato de Argenta en el que aparece sosteniendo una batuta en la mano derecha y unas partituras son visibles en la parte inferior, también José Joaquín Martínez Sieso, Miguel Ángel Revilla en las dos etapas del bipartito e Ignacio Diego han mantenido la obra de arte más cara de la colección regional (de 105 centímetros de alto por 80 de ancho) en su lugar de trabajo.

El inventario regional

Tras el retrato de Argenta, entre los cientos de piezas (cuadros, esculturas, muebles y objetos varios) con «valor económico» destacan por su importancia algunas obras de María Blanchard y Agustín Riancho. Además, en el inventario regional se incluye todo el arte rupestre, de un inmenso valor cultural y patrimonial, pero muy difícil de tasar. La lista es enorme y se ha ido incrementando con los años. En ella se encuentran todas las propiedades de la antigua Diputación Regional que, con la constitución de la autonomía, pasaron a ser propiedad del Gobierno de Cantabria. Y posteriormente se han ido sumando las adquisiciones que las distintas consejería de Cultura -y en menor medida otros departamentos- han ido realizando a partir de 1982.

Ignacio Diego, durante una entrevista en 2013 realizada en su despacho, ya en Peña Herbosa. Javier Cotera

Una parte mínima se encuentra expuesta y repartida por distintas instancias de sedes de la administración. La otra parte está almacenada en una nave de Guarnizo a la espera de que se cree el nuevo espacio expositivo de La Lechera de Torrelavega, que será la casa de la Colección Norte, que incluirá buena parte de estos bienes artísticos.

Desde la Dirección General de Cultura que dirige Gema Agudo reconocen que en el pasado había cierto descontrol a la hora de añadir nuevas piezas a la colección autonómica. Como ocurrió con el retrato de Argenta y también en épocas posteriores, se compraba o pujaba sin un criterio claro, una situación a la que el actual equipo de la Consejería ha tratado de poner fin. El último año, por ejemplo, Cantabria solo se hizo con cinco piezas de otras tantas galerías que expusieron en Artesantander. La idea es no seguir llenando almacenes en los que las piezas acumulan polvo hasta que no tengan un espacio decente y, a la vez, tratar de utilizar todos esos recursos para el programa de exposiciones itinerantes que viaja cada año por la región.

Mientras se levanta el nuevo espacio de La Lechera, lo que está haciendo Cultura es digitalizar todas las obras y catalogarlas. Porque muchas están sin referenciar ni analizar por manos expertas. A través de un programa, con la colaboración del Servicio Informático del Gobierno regional, se podrá conocer datos como su ubicación, el autor, el estado de conservación... A día de hoy, por increíble que parezca, en la colección reina el caos.

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